En la realidad actual, la ciberseguridad ha pasado de ser un aspecto técnico a convertirse en una prioridad estratégica para las organizaciones. No obstante, pese a la creciente sofisticación de las ciberamenazas, muchos consejos directivos aún no asumen un rol activo en la gestión de riesgos cibernéticos, lo que expone a sus empresas a peligros significativos.
Aunque los directivos suelen ser conscientes de la necesidad de proteger los activos digitales, con frecuencia no abordan la ciberseguridad de forma integral, lo que puede derivar en vulnerabilidades críticas. Para entender cómo los consejos directivos a menudo comprometen la seguridad de sus organizaciones, es crucial explorar los errores más comunes que cometen.
Uno de los principales problemas radica en que los consejos directivos tienden a enfocarse más en el cumplimiento normativo que en la gestión de riesgos. Muchas veces, las empresas se centran en cumplir con los requisitos mínimos establecidos por las leyes y regulaciones, sin considerar los riesgos que quedan fuera del alcance de estas normativas. Esta visión limitada puede llevar a que las organizaciones ignoren amenazas emergentes que no se alinean con los estándares regulatorios actuales, lo que resulta en una falsa sensación de seguridad. En lugar de ver la ciberseguridad como un “checklist”, los consejos deberían tratarla como una parte esencial de la gestión de riesgos, buscando proactivamente reducir las brechas de seguridad antes de que se conviertan en crisis.
Además, existe una falta generalizada de conocimiento del tópico en los consejos directivos. A pesar de la importancia crítica de la ciberseguridad en el entorno empresarial moderno, muchas juntas carecen de miembros con experiencia en este campo. Esto crea un vacío de conocimiento que puede afectar las decisiones estratégicas, ya que sin un entendimiento claro de los riesgos digitales, es difícil priorizar adecuadamente las inversiones en seguridad.
Por otro lado, un aspecto que a menudo pasa desapercibido es la cultura organizacional en torno a la ciberseguridad. Si los líderes no promueven activamente un ambiente que valore la seguridad, es poco probable que los empleados adopten prácticas responsables.
Otro error común es la falta de priorización del presupuesto dedicado a la ciberseguridad. Muchos consejos directivos consideran la inversión en ciberseguridad como un gasto discrecional y no como una inversión crucial para la protección de la empresa. Esta visión puede llevar a recortes en los presupuestos de seguridad, lo que limita la capacidad del equipo de tecnología para implementar medidas preventivas avanzadas.
De igual importancia es la integración de la ciberseguridad dentro de la estrategia empresarial. En muchos casos, las juntas directivas tratan la ciberseguridad como un asunto técnico aislado, desconectado de los objetivos corporativos.
Un aspecto que también se pasa por alto es la amenaza que representan los propios empleados de la organización, ya sea de forma intencional o accidental. Aunque los ataques externos suelen ser los más notorios, muchas brechas de seguridad se deben a errores internos o a empleados que, por descontento o falta de formación, comprometen la integridad de los sistemas.
A menudo, estos ejercicios se consideran opcionales, en lugar de ser una parte esencial de la preparación ante ciberataques. Realizar simulaciones de ciberincidentes de forma regular no solo permite a las organizaciones evaluar su capacidad de respuesta, sino que también ayuda a identificar áreas de mejora antes de que las debilidades sean explotadas por atacantes. La falta de supervisión continua de las políticas de ciberseguridad es otra área problemática. La ciberseguridad no es un proyecto que se pueda ejecutar una vez y dejar de lado; requiere un monitoreo constante para adaptarse a las nuevas amenazas.
Asimismo, uno de los mayores obstáculos para una ciberseguridad efectiva es la falta de comunicación entre el Director de Seguridad de la Información (CISO) y la junta directiva. En muchas organizaciones, el CISO no tiene acceso directo a los consejos, lo que crea un vacío en la transmisión de información crítica sobre los riesgos cibernéticos (esto también se debe a que no han generado las competencias adecudas para ganarse ese asiento en la mesa). Es fundamental que los CISOs participen en las reuniones de la junta para asegurar que la ciberseguridad sea un tema recurrente en las discusiones estratégicas.
Finalmente, muchas empresas no aprenden de los errores tras un ciberincidente. Después de un ataque, es crucial realizar un análisis profundo para entender qué salió mal y cómo se puede mejorar la seguridad. Sin un proceso de retroalimentación y aprendizaje continuo, las empresas corren el riesgo de repetir los mismos errores, quedando atrapadas en un ciclo de vulnerabilidad.
Forma de pago: transferencia o depósito en el banco BHD León a la cuenta 27190380011