Durante nuestro ciclo de vida, la movilidad ha sido algo que siempre, como seres humanos, buscamos tener garantizado. Para tales fines, siempre pensamos y tenemos como norte adquirir, en algún momento de nuestras vidas, un vehículo nuevo con la intención de que podamos tener la tranquilidad de que, por lo menos durante un lapso de alrededor de 5 años, podamos contar con la garantía de que las averías que este presente sean mínimas o inexistentes, considerando un mantenimiento adecuado en el concesionario.
Todo lo anterior se consolidó durante décadas como algo totalmente certero, sin embargo, en los últimos años, hemos visto un comportamiento muy diferente a lo que esperamos cundo adquirimos nuestro tan deseado vehículo nuevo. Hoy día es frecuente ver que, unidades totalmente nuevas, y de marcas con calidad demostrada durante décadas, presenten averías de gran significación en componentes electrónicos y mecánicos que eran impensables hace apenas unos diez años.
La realidad es que este es un problema que no solo afecta a marcas emergentes, sino que se ha vuelto parte de aquellas marcas tradicionales, inclusive japonesas, que brillaban por su extrema confiabilidad, pero hoy día, en muchos casos, en tela de juicio.
Es lamentable que tengamos que realizar inversiones cuantiosas buscando garantizarnos una movilidad confiable, y que esto se nos convierta en un dolor de cabeza. Esto, considerando que muchos de nosotros adquirimos nuestros nuevos vehículos en base a financiamientos, los cuales son, por su condición, totalmente indiferentes en cuanto al pago de las obligaciones, ya sea teniendo en uso nuestro vehículo o que este se encuentre en reparaciones de taller.
Muchos de los comentarios que escucho en el día a día, van de la mano de que “me da tranquilidad que si se avería tengo garantía”, lo cual es totalmente cierto, pero de lo que no hay garantía, es de la movilidad durante el proceso de reparación, con partes que, en algunos de los casos, pueden demorar semanas en llegar al concesionario para la solución del problema.
Ahora bien, ¿dónde se origina el tema? La realidad es que los fabricantes de vehículos hoy día se encuentran en una carrera desenfrenada por lograr cada vez mayor eficiencia de combustible, mayor tecnología y conservando un costo que no los saque de mercado. Estas condiciones han traído como resultado que, en la parte mecánica, se fabriquen cada vez motores más pequeños y eficientes, los cuales para lograr que igualen o superen la potencia de los anteriores, se les han colocado elementos de inducción forzada, tales como Turbocargadores y Supercargadores (en algunos, de manera simultánea), los cuales constan de una serie de partes móviles que, su sincronía y desgaste, no necesariamente considera longevidad y confiabilidad demostradas.
En adición a esto, y para complementar el ahorro de combustible, hoy día se utilizan transmisiones Continuamente Variables (CVT, por sus siglas en inglés), y las transmisiones convencionales automáticas, hoy día, ostentan hasta 10 velocidades que, en muchos casos, a los pocos kilómetros, presentan fallas catastróficas. Todo lo anterior, aunado a tecnologías desarrolladas en relativamente corto tiempo, elementos que han traído una serie de problemas de confiabilidad que eran impensables hace unas décadas.
¿Y qué decir de la integración de cada vez más componentes electrónicos y de alta tecnología? Hoy día, esto constituye el mayor foco de fallas y averías en nuestros vehículos, considerando que todos los componentes y pantallas súper vistosas que hoy contamos, se encuentran interconectados entre sí, trayendo esto como resultado, que la falla de uno de estos componentes ponga en riesgo la operatividad de nuestro vehículo.
En conclusión, estamos viviendo un momento convulso de la industria automotriz que, definitivamente, ha sido totalmente disruptivo, sin embargo, ha traído desconfianza en el consumidor. Mi recomendación es que, si vamos a adquirir un vehículo nuevo, hagamos la tarea de investigarlo en los distintos foros que nos ofrece la web, para determinar qué tan confiable sea y, partiendo de esto, poder tener cierta garantía de un funcionamiento relativamente sin problemas que nos trastorne durante su ciclo de vida.
Forma de pago: transferencia o depósito en el banco BHD León a la cuenta 27190380011