La Universidad Iberoamericana (UNIBE) ha desarrollado un Plan Estratégico con el propósito de crear mejoras para la casa de estudios de cara al 2022. Este programa contempla seis ejes que son fundamentales para la transformación educativa que anhelan, pero, además, para seguir creciendo y, por supuesto, mejorando sus servicios.
¿De qué sirve planificar mirando hacia el futuro? Para ser más competitivos y para lograr metas que si no se organizan se alcanzarían en un periodo de tiempo más largo. Esto conlleva a una optimización en el uso de los recursos.
El Plan Estratégico de UNIBE es precisamente eso: la elaboración de un esquema con metas que se trazan a corto, mediano o largo plazo con el propósito de ir revisando en el camino su ejecución y avance. Para una universidad contar con un plan estratégico es esencial, porque les permite examinar las áreas que necesita mejorar, dónde necesitan invertir y cuáles deben comenzar a implementar.
Desde hace 15 años, UNIBE viene realizando su plan estratégico para ir mejorando cada una de sus áreas y su forma de impartir docencia.
“Nosotros, desde hace varios años, hemos instaurado una cultura de autoestudio, de reflexión constante, de planificación para mantener la vigencia y la coherencia de lo que ofrecemos. En ese tenor, concluimos en el 2018 un plan estratégico que guió todo nuestro accionar durante diez años, lo que derivó en nuestro crecimiento y de otros. Por ello, era hora de abocarnos a otro proceso”, explica Odile Camilo, vicerrectora académica de UNIBE, entrevistada por revista CONTACTO en la sede de la casa de estudios.
La vicerrectora académica afirma que este plan estratégico se ha convertido en una costumbre en la universidad, ya que se construye de forma colectiva y participativa.
“Nosotros vemos la planificación estratégica como esa oportunidad de hacer un alto en el accionar de todos y sabemos que un mejor plan es el que es producto de una reflexión conjunta. Siempre acompañado por una asesoría externa”.
Para el cumplimiento con este plan, en UNIBE forman grupos de trabajo de cada área, no solamente de empleados, ya que incorporan a egresados, estudiantes y empleadores.
“Se hizo un proceso bien amplio de consultas, de estudiar cuáles son las tendencias en educación superior; qué está pasando en el tema de empleo; cuáles son las necesidades de investigación; dónde puede la universidad agregar valor, tanto para el que viene a la universidad a estudiar, como el que se acerca a la universidad para que se le provea un servicio”, afirma Camilo.
Asimismo, la ejecutiva afirma que fruto de ese trabajo de más de un año, identificaron cuáles eran las grandes áreas en las que tenían que enfocar su trabajo.
“En este momento, es un plan estratégico a cinco años, ya que esas planificaciones tan largas no son posibles, porque todo va cambiando muy rápido y necesitamos planes que ponga la mirada bien lejos, pero que nos dé pautas un poquito más cercanas. En ese proceso nosotros definimos seis grandes ejes que son de los cuales se deriva todo lo que estamos haciendo”.
Esos seis ejes son: Comunidad y Cultura Institucional; Experiencia Educativa Transformadora; Investigación, Innovación y Emprendimiento; Vinculación, Cooperación e Internacionalización; Desarrollo y Sostenibilidad Institucional; y Transformación Digital.
Transformación Digital
Este último eje está pensado en transformar el ámbito académico y pedagógico, según cuenta Odile Camilo.
“Va por aumentar la cantidad de asignaturas y programas que ofrecemos en la modalidad semi presencial y virtual. Entonces, desde hace muchos años tenemos muchas asignaturas de los planes de estudios que están diseñadas y tenemos una primera especialidad que es totalmente virtual, que es una especialidad en Calidad e Innovación en los Servicios. Es un programa de posgrado que ya va por su segunda cohorte. Entonces, en este plan nosotros nos estamos abocando a crear un portafolio bien amplio de programas totalmente virtuales que permitan el acceso a candidatos de otras ciudades y de otros países a estar con nosotros formándose”.
Ese es uno de los cambios de la transformación digital que tienen en el ámbito pedagógico, pero también aumentar la cantidad de laboratorios virtuales, simuladores y de otras herramientas pedagógicas que ayuden a estudiar de manera diferente.
“Hemos robustecido nuestra plataforma. Nosotros adquirimos una plataforma de aprendizaje virtual que es blackboard, que ofrece muchísimas opciones de conexión, incluso, con otras universidades, y las inversiones están destinadas a seguir incorporando nuestro entorno virtual de aprendizaje a otras plataformas que ayuden a hacer este proceso”, indica Camilo.
De su lado, la directora de Aseguramiento de la Calidad y Proyectos Especiales, Vhyna Ortega, asegura que la transformación digital es para hacer la universidad un poco más eficiente.
“No estamos hablando solamente de incorporar los programas de la modalidad semi presencial, sino los procesos internos de la universidad, a través de esas mismas plataformas y de otras oportunidades en la tecnología, que van a eficientizar nuestra forma de trabajar, automatizando procesos y ofreciendo mejores servicios”.
Por su parte, Grace Cochón, vicerrectora Administrativa de UNIBE, señala que la transformación digital impacta grandemente la labor administrativa, porque tiene como finalidad la eficientización y el ahorro en los recursos.
“Por muchas de las inversiones que antes se hacía en infraestructura física, pues ya no son tan necesarias, sobre todo en el caso de los laboratorios, porque ahora hay muchas herramientas virtuales que son más baratas y más perdurables en el tiempo. Esas inversiones físicas ya no son tan imprescindibles. No obstante, hay grandes inversiones planificadas durante esos cuatro años que impactan todo el proceso administrativo, pero la parte de digitalización conlleva a un ahorro, realmente que lleva a generar mayor cantidad de presupuesto”, agrega Cochón.
Este plan estratégico contempla la ejecución de un aprendizaje transformador, que a juicio de Odile Camilo, implica que a los estudiantes se le suministren oportunidades para conocer realidades que tiene que impactar.
“A través de metodologías como el aprendizaje basado en el servicio se desarrollan capacidades para que los estudiantes puedan incidir en un entorno. Por ejemplo, un estudiante de medicina, educación o ingeniería, que su trabajo, que su formación, no sea eminentemente teórica. Que implique ir a las comunidades, a los territorios, conocer problemáticas y plantear soluciones”, señala Camilo.
La vicerrectora académica de UNIBE sostiene que es un aprendizaje enfocado en transformar a las personas en hacerse consciente de que ellos son un ente que ha de provocar cambios, pero también que el propio accionar de la universidad ayude a transformar entornos.
“Nosotros desde hace ya varios años hacemos que todos los trabajos de los estudiantes, de todas las carreras, y no las que tradicionalmente tienen orientación social, se pongan al servicio de una necesidad. Por ejemplo, nosotros tenemos estudiantes de Comunicación Publicitaria que tienen que desarrollar un proyecto, pues ese proyecto se desarrolla de la mano con una fundación que necesita unos recursos y no los tiene y trabajan para ellos, planteándoles propuestas. Los propios estudiantes de Mercadeo, que tienen que hacer un proyecto y deciden trabajar con mujeres que están desarrollando productos y hay que crearles una campaña para que esas mujeres emprendedoras que quizás están siendo apoyadas por programas de solidaridad. Pues nosotros estamos conectándonos con la comunidad para transformar a los estudiantes en agentes de cambio y para transformar esas realidades con las cuales ellos interactúan”.
La transformación educativa
Pero ese trabajo se comienza a hacer con los profesores primero, según explica la vicerrectora académica. “Los profesores de UNIBE son formados en el modelo educativo de UNIBE. Hacen diplomados, tienen programas de acompañamiento. Porque la manera en que ellos dan clase tiene que cambiar para que puedan incorporar todo esto y que no baste con venir a exponer”.
Por otro lado, Grace Cochón, Vicerrectora Administrativa, sostiene que los seis ejes están priorizados desde el punto de vista del presupuesto, de manera que aquellos que pueden ser sostenibles, inicien primero y puedan dar cabida a que se genere un mayor presupuesto para poder desarrollar los demás.
“Esto, porque la mayoría de las universidades privadas, no solamente en República Dominicana, sino también en América Latina, dependen casi 90 ó 100 % de la matrícula. Entonces, tienen que ser capaces de ser auto sostenibles y desarrollar mayores ingresos para poder esos mismos recursos reinvertirlos”.
La vicerrectora Administrativa explica que hay que comenzar por los ejes que ellos mismos puedan ser sostenibles para que puedan subvencionar a los demás ejes.
“Hay un presupuesto estipulado por los cuatro años del plan estratégico, dándole mayor prioridad a los que tengan mayor capacidad de generar esos ingresos”.
Este no es un proceso que se logra de la noche a la mañana, y como explica Rafael Vargas, director de Planificación, la universidad lleva 15 años trabajando de forma continúa en su plan estratégico.
“Si algo caracteriza la cultura de UNIBE es la planeación, los procedimientos y la persistencia en la ejecución de su planeación. Esa cultura lleva alrededor de 15 años. Un plan estratégico que duró diez años en un inicio y que tuvo que actualizarse por los constantes cambios que tiene el entorno competitivo, global al que nos dirigimos. Se actualizó en el 2011, se terminó en el 2016, y se trabajó durante todo un año para este”.
Vargas sostiene que su cultura es planificar, ejecutar y documentar los planes que existen en UNIBE, y no solamente en áreas particulares que la representan, sino en todos los departamentos y escuelas.
“Todos tienen planeación operativa anual que está ligada a la planificación estratégica y que estos saben cómo a través de una serie de indicadores tributan para empujar ese plan. Al final de cada año, estos tienen un reporte que nos dice en que porcentaje tu impulsaste las metas que te entregamos para ayudar a nuestro plan estratégico a lograr sus metas. El medir y cuantificar es una cultura que está impregnada en todos los departamentos, desde un almacén hasta un decanato”.
Grace Cochón agrega que si en el camino se dan cuenta que hay algo que cambiar, si hay algo no funciona bien, se incluye dentro del plan y se mejora. Lo que es corroborado por Rafael Vargas, quien señala que eso es lo importante de monitorear las metas.
“Si la monitoreamos nos damos cuenta por qué no estamos cumpliendo con un propósito. Entonces, tu tienes unos planes operativos anuales que si los proyectos que está ejecutando no están impactawndo en esa meta que te pusimos, porque quizás los proyectos que estás elaborando no son los óptimos para esa meta. Entonces, cada cuatro meses nos reunimos con la persona. Es un procedimiento de monitoreo, seguimiento, persistencia y control”, explica Cochón.
Un modelo participativo
Odile Camilo señala que lo bueno de la manera de cómo diseñan el plan es que es sumamente participativo.
“Cuando los empleados han creado las ideas y han participado en el diseño del plan, de dónde quieren ver a la universidad, esto va a llevar todo un año de trabajo intenso, arduo. Nosotros tuvimos todo un año de trabajo intenso. Sesiones de trabajo usando metodologías bastantes participativas y la gente se empodera. Luego, es muy fácil cuando estamos en los procesos de retroalimentación”.
Mientras, Vhyna Ortega agrega que para hacer cosas nuevas todos tienen que aprender.
“Nosotros tenemos dos áreas que trabajan con crear capacidades en el personal para que seamos capaces de desarrollar nuestros proyectos. Hay un área que se llama innovación educativa que tiene una oficina de desarrollo docente que diseña talleres, diplomados y acompañamiento, para garantizar que en el ámbito docente se tienen estas capacidades y desde la gestión humana un programa de desarrollo del personal que implica formación constante, muchas veces nuestra, pero otras veces fuera. Tenemos colaboradores haciendo diplomados, maestrías y doctorados con otras instituciones nacionales e internacionales, porque todos tenemos que ir reinventándonos”.
Luego de terminado todo ese proceso, llega el momento de medir los resultados.
Rafael Vargas, director de Planificación, indica que para eso usan “un sistema de indicadores. Es un cuadro de mando integral que es muy conocido en los sistemas de gestión, que nos da prácticamente en cada eje lo que hemos logrado. Lo que nos propusimos versus lo que ejecutamos y versus lo que logramos. A veces se mide de doble vía. Qué tanto ejecutamos de lo que nos propusimos y qué tanto logramos de lo que nos propusimos también”.
Para Vargas es como un semáforo gigante de rojo, verde y amarillo de cómo van en cada área.
“Son métricas que se comparten, halagadoras, donde todo el mundo está feliz de lograr sus metas y de haber aportado siete años, cinco años. Ver qué impactó en dos ejes en un departamento; niveles de eficiencia, niveles de calidad, niveles de capacitación, de compromiso. De todos los niveles se logra el aporte, que es lo más importante”.
De su lado, Ortega dice que hay metas que son muy concretas, ya que “el programa de doble titulación que queremos alcanzar, la posición en el ranking que queremos mantener o actualizar, la cantidad de ingresos que queremos generar por servicios prestados, hacia fuera”.
Mientras, Grace Cochón concluye que cuando la gente llega a un porcentaje x de logro, las necesidades cambian. “Entonces, eso es lo importante, estar activo para plantearlo de nuevo”.
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