Los Mercados de Valores presentan soluciones para una gestión más efectiva de riesgos financieros en momentos de alta incertidumbre, permitiéndonos “ocuparnos má s que preocuparnos”. Empresas e individuos pueden aprovechar este momento para pausar, reflexionar y prepararse.
Cómo podemos convertir estos momentos de alta incertidumbre, en muchos casos sin precedentes, en una oportunidad?
Los cazadores, cuando están fuera de temporada y no pueden salir a cazar, no descansan: aprovechan el tiempo en su cueva afilando su lanza. Cuando los pescadores saben que viene una tormenta, aprovechan el tiempo: se van a su casa a preparar las redes, de tal forma de tener todo listo para cuando pase la tormenta. Tanto las empresas como los individuos debemos hacer lo mismo: es momento de “afilar nuestras lanzas”.
Para la gestión de riesgos, particularmente bajo incertidumbre, es importante “clasificar” los diferentes tipos de riesgos que enfrenta una empresa o un individuo.
Robert Kaplan (HBR 2012) plantea un esquema de “clasificación” vía macro-categorías donde ubicar distintos tipos de riesgos. Si bien se refiere a riesgos típicos de las empresas, dicho esquema puede ser aplicado a la clasificación particular de riesgos financieros, de empresas o individuos. Las macro-categorías son: riesgos que deseamos tener o Riesgos Estratégicos, riesgos que no queremos tener. Estos son Riesgos Prevenibles, que podemos mitigar o diversificar, y riesgos que no controlamos, o Riesgos Externos a nuestra empresa o persona. Estos tenemos que entenderlos y monitorearlos.
¿Cómo nos ocupamos? Compartimentar los riegos financieros como primer paso. La coyuntura actual es propicia para “afilar nuestra lanza”, trabajando en “clasificar” los distintos riesgos financieros en nuestro portafolio como empresa e individuos. A partir de esta clasificación, los mercados de valores pueden proveer diversas soluciones para ayudar a una eficiente gestión de dichos riesgos financieros, a los que se está expuesto, muchas veces sin saberlo.
Riesgos estratégicos, los queremos, y en muchos casos, necesitamos asumirlos. Estos riesgos se asumen para obtener un resultado o retorno mayor a la alternativa. El objetivo es incrementar nuestra rentabilidad. Por ejemplo, invirtiendo fondos excedentes en valores como un bono a plazo, bonos que por su naturaleza son luego fácilmente convertibles a liquidez vía una operación de venta spot y compra a plazo. Mejorando su retorno, pero manteniendo acceso a liquidez para afrontar cualquier evento no previsto.
Riesgos Prevenibles, asociados en muchos casos a nuestras propias decisiones, es decir, que surgen de la misma empresa o individuo. Muchos de los riesgos prevenibles están asociados a prácticas operativas y procesos no claros o indefinidos, entre otros. Una de las ventajas de operar dentro del contexto de los Mercados de Valores, entidades reguladas, es que son automatizados, digitales y estandarizados, lo cual los hace muy seguros y efectivos.
Cuando una empresa o individuo compra un Valor de Oferta Pública, dicho instrumento se comercializa de forma 100 % electrónica, la liquidación ocurre en tiempo real vía el denominado pago contra entrega
(i.e. DVP) y luego es custodiado en una central de valores bajo la sombrilla de tu puesto de bolsa.
Riesgos Externos, están fuera de nuestro control. El objetivo aquí es dedicarse y enfocarse en la identificación y mitigación del impacto. Este tipo de riesgo tiende a ser “obvio” en retrospectiva. En muchos casos, estos riesgos pueden transformarse en oportunidades. Por ejemplo, las empresas pueden estudiar cómo aprovechar los altos niveles de liquidez actuales en los mercados, y el impacto esperado de dicho efecto en las tasas de interés para emitir deuda a largo plazo vía Valores de Oferta Pública.
Forma de pago: transferencia o depósito en el banco BHD León a la cuenta 27190380011