Hablar de narcotráfico sin vincular esta actividad ilícita a la economía es casi imposible, debido a que el dinero que genera se inserta a través del lavado de activos en sectores productivos o actividades legales, generando así pago de impuestos y empleos que impactan “positivamente” al Producto Interno Bruto (PIB). Revista CONTACTO entrevistó al sociólogo y experto en temas de seguridad, Daniel Pou, quien nos ofreció su visión de cómo la “economía del narcotráfico” impacta en República Dominicana.
COMo se ha debatido en diversos foros internacionales, el delito que mayor impacto tiene en el mundo, en términos macroeconómicos, es el narcotráfico. Las cifras que mueve esa actividad son comparadas con los recursos que generan las industrias petrolera y farmacéutica.
Según reportes de la Oficina de Drogas y Crimen de las Naciones Unidas, la droga genera ganancias anuales por un total de, aproximadamente, US$650,000 millones. A su vez, otras cifras que se manejan es que mueve cerca de los US$4.0 billones.
La “economía del narcotráfico” posee todos los elementos de un mercado: producción, distribución y consumo.
La distribución es el elemento más complejo y requiere pasar por distintas rutas hasta llegar al foco del consumo mundial: los países desarrollados, los cuales consumen el 70 % de las drogas ilegales del mundo.
República Dominicana, por su “privilegiada” posición geográfica cercana al mayor “consumidor” del mundo, Estados Unidos, se ha convertido en una ruta ideal para el narcotráfico hacia ese mercado. A eso, le sumamos la debilidad institucional que impera en el país, buenas infraestructuras (puertos y aeropuertos), bajos salarios, pocas fuentes de empleo, la “cuasi” irreal frontera con Haití, entre otros factores.
Al igual que en otros países del mundo, gran parte del dinero generado por el narcotráfico se concentra en negocios que se mueven en efectivo y son más rentables.
Un nivel más complejo es el comercio internacional. Se sobrefacturan los valores comerciales y las operaciones se triangulan con paraísos fiscales, donde hay secreto bancario y reserva de los inversionistas.
Para tener una idea de la exitosa expansión del consumo y distribución de droga, es oportuno saber que las autoridades dominicanas manejan la cifra de que en el país, de solo 48 mil kms2, hay unos 40 mil puntos de micro tráfico en barrios y comunidades. Una parte de estos consumidores no solo se convierten en distribuidores, sino que para sostener su adicción pasan a delinquir cometiendo asaltos y crímenes, y son una de las causas de los altos niveles de inseguridad ciudadana.
Para conocer un poco más a fondo sobre el tema, revista CONTACTO entrevistó al sociólogo y experto en temas de seguridad, Daniel Pou, quien nos ofreció una visión de cómo la economía del narcotráfico impacta en República Dominicana.
La ‘economía del narcotráfico’
Dr. Pou, ¿Cuáles son las características de la economía del narco?
“La economía del narcotráfico tiene una característica muy particular, debido a que es una ‘economía muy dinámica’ que redistribuye de una manera podríamos decir bastante amplia, porque la mayoría de las personas que están vinculadas a esta actividad criminal tienden mucho a beneficiar a grupos de su entorno financieramente para concitar apoyo social y crear entorno… así, crean una cierta barrera que les permite actuar con impunidad. Entonces, eso implica beneficiar funcionarios públicos, comunicadores y beneficiar a grupos bastante amplios. Entre ellos, las agencias de seguridad, justamente las responsables de perseguir esas actividades ilícitas”.
¿Cómo cree usted que el narcotráfico permea a la economía dominicana?
“Bueno, todos sabemos que en República Dominicana la economía informal ocupa un alto porcentaje del Producto Interno Bruto. Hay una economía informal que viene de actividades pequeñas, micro actividades económicas que indiscutiblemente ha formado parte constitutiva en los últimos 50 años de lo que es la actividad económica de Republica Dominicana, y esto se produce porque aquí todo el que puede prescindir de obtener un empleo formal, lo hace por los bajos salarios que devengamos… Ahora, por el otro lado, en los últimos 30 años, hemos vistos cómo el país ha tenido un desarrollo de infraestructuras suntuosas. Vemos, por ejemplo, en Santiago, San Francisco de Macorís, en el Distrito Nacional, sobre todo una alta concentración de inversiones en infraestructuras… vemos la circulación de vehículos, que incluso los propios países desarrollados están reservados para sectores muy exclusivos, y personalidades que tienen dimensión por sus actividades a nivel internacional, y aquí vemos gran cantidad de personas que no están dedicadas de una manera intensa y extensa a actividades económicas, y te pueden exhibir esos inmuebles de lujo o esos vehículos de lujo y eso, indiscutiblemente, solo se corresponden porque es prácticamente en una línea general que se ha establecido en America Latina, producto de la ‘economía del narcotráfico’”.
¿Quiere de decir, entonces, que esta actividad crea una desigualdad social por la diferencia de parámetros de consumo que están fuera del alcance de la clase trabajadora?
“Claro, es ahí, y con más ahínco, podemos destacar los niveles de desigualdad que crea la ‘economía del narcotráfico’ y, sobre todo, crea parámetros de consumos y hábitos muy diferentes al resto de la sociedad. Esto tiene un efecto bastante nocivo porque, entonces, los jóvenes ven el narcotráfico como una alternativa para lograr obtener riquezas y liderar un sector de la sociedad a partir de esas actividades ilícitas, porque todo el mundo sabe que ilícitamente es difícil acumular grandes fortunas en estos países, sobre todo en nuestro país. Entonces, ese es uno de los problemas fundamentales y, sobre todo, que como el narcotráfico es una actividad de alta rentabilidad, empieza esa disponibilidad financiera a buscar canales formales para lograr incorporarse”.
Es ahí donde empieza el lavado ¿cuáles son las actividades que más impacta?
“Sí, el dinero generado por el narcotráfico necesita ser utilizado, insertarse a la económica y tiene que ser a través del lavado. Las actividades más impactadas son, y ya en República Dominicana está más que demostrado, actividades vinculadas al mundo del arte popular, en el sector inmobiliario, la venta y reventa de vehículos de alta gama, joyas… sobre todo, los relojes de marcas famosas se ha convertido en un mercado subterráneo en el país, que incluso ha tomado esas joyas como un medio de pago para actividades vinculadas con el narcotráfico”.
Si se aplicara estrictamente la Ley 155-17 Contra el Lavado de Activos y el Financiamiento del Terrorismo, entonces ¿muchas actividades económicas se verían afectadas?
“Indiscutible que va impactar, pero también se requiere algo más que aplicar esa ley. Es necesario que la Dirección General de Impuesto Interno logre establecer un entramado de datos cruzados con las instancias correspondientes para ir localizando actividades vinculadas con el lavado proveniente del narcotráfico. O sea, aquí hay personas que no tienen registro de ingresos importante en la DGII, más sin embargo, pagan tarjetas de créditos de medio y un millón de pesos. En Europa, eso tú no lo puedes hacer porque si ganas mil euros o dos mil euros, tú no puedes tener tarjetas de consumos de diez mil euros, porque inmediatamente las autoridades te cuestionarán. En el sector bancario nacional ha sido sumamente referente a que esto se produzca, porque indiscutiblemente afectaría mucho la economía del dinero plástico, que es unos de los renglones que más rentabilidad le deja al sector bancario en República Dominicana”.
Entonces, dada la situación, legalizar sería el camino, porque si se aplica una ley que restrinja mucho, hay sectores económicos que serían afectados, indiscutiblemente…
“En un país donde los sueldos, lamentablemente, son tan bajos… o sea, donde un aparato productivo que va en decadencia, la situación es difícil de sortear. Hay una parte fundamental: la economía del micro tráfico hoy día cumple una labor de ayuda social importante, como el financiamiento social en los barrios en República Dominicana, al punto que esa economía tiene prácticas asistencialistas. Llega a donde el Estado no puede llegar, o no ha querido llegar… Entonces, de ese punto de vista, si al país le sustraen la ‘economía del narcotráfico’, tendríamos una República Dominicana en la verdadera dimensión económica que es capaz de generar sus estructuras productivas, y yo creo, indiscutiblemente, que en el estándar de vida de muchos sectores sociales del país, estos quedarían altamente afectados, desde los sectores de más baja estratificación social hasta los más altos, y eso sería un problema”.
Insisto, ¿legalizar entonces?
“No se va a resolver con la legalización, y mucho menos resulta contraproducente que una sociedad civilizada se conciba la idea de legitimar el consumo de drogas duras y la cocaína, que es la que más impacta la economía dominicana… es una droga dura, aparte de que el problema de República Dominicana no es que nosotros legalicemos las drogas, es que mientras exista una demanda de cocaína en los países desarrollados y la cocaína sea una sustancia ilícita, va a seguir el mercado informal ilícito criminalizado. En nuestro país, hay una gran parte de los consumidores que son consumidores sociales, no son narcodependientes, son personas que al igual que se pueden tomar una botella de whisky un fin de semana, lo mismo pueden limitarse a uno o dos gramos de cocaína, y luego, en el resto de la semana, desarrollan su vida de manera normal. Incluso, para mi, este último grupo, hoy en día, es el mayor consumidor de cocaína en el país”.
¿Pero si se legaliza ese consumo y se le pone un impuesto selectivo?
“Lo que pasa entonces es que tendríamos un hibrido, tendríamos un tránsito ilegal en República Dominicana y un consumo legal. Entonces, esto incluso nos podría traer problemas frente a los países centrales que nos declaren como legal el consumo. Recordemos lo que pasó con la Ley Seca en Estados Unidos por la crisis de 1930. El principal problema de la economía norteamericana no era controlar la producción de alcohol, indiscutiblemente… era grabar el consumo del alcohol. Porque hay que saber que cuando se produjo el boom de la economía norteamericana, todas las empresas licoreras se fueron ‘a pique’. Entonces, ahí inmediatamente aparece un proveedor y es muy difícil tu poder hacer una confluencia de tener una actividad como el consumo de drogas, que tú lo declaras lícito en tu territorio y luego a nivel internacional es ilícito… entonces, se va a estatificar el paso y las trasferencias de valores, por lo que nos podríamos convertir en poco tiempo en una gran economía de lavado de capitales del narcotráfico”.
En definitiva, ¿se puede decir que el narcotráfico tiene un impacto ‘positivo para la economía’?
“Hoy en día no podemos ni si quiera hablar de la ‘economía del narcotráfico’ como un elemento extraño a la economía internacional. La ‘economía del narcotráfico’ se ha implantado y hasta ahora ha venido para quedarse. En muchos países, los efectos de la ‘economía del narcotráfico’ son tomados en cuentas incluso para tomar las grande decisiones de políticas económicas, porque es una realidad que hasta ahora no es posible tener un control total de ellos, y la ‘economía del narcotráfico’ impacta fuertemente en cuanto a línea de consumo, que son muy particulares y que tienen un gran impacto, sobre todo, en lo que es la balanza comercial de muchos países, porque genera mucha importación de bienes suntuarios y esto de alguna manera equilibra a muchas de las economías. Nosotros, por ejemplo, como país en la región, somos uno de los países, fuera de lo que es el territorio norteamericano, con más vehículos de alta gama, con más consumo de electrodomésticos, de bebidas alcohólicas de alto costo importadas desde Europa; apartamento de lujos, línea de construcción que a veces no tienen sentido, y todo esto escapa a las posibilidades del control estatal”.
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