Las empresas, los proyectos y las organizaciones que han podido triunfar a través de su historial son aquellas que, en lugar de asumir actitudes quejumbrosas en tiempos difíciles, visualizan y asumen los problemas como oportunidades para innovar y fortalecerse con ideas creativas.
Son incontables las historias de entidades que mediante energías proactivas, e inteligente readaptación a nuevas situaciones, han podido sobreponerse a lo que en su momento podía proyectarse como un inminente colapso, y en lugar de eso, lograr salir fortalecidas tras una crisis.
En el inicio de 2021, la industria turística dominicana enfrenta este desafío y la disyuntiva de cómo asumirlo, entre el desaliento provocado por la caída en medio de la pandemia del Covid-19, o la imperiosa necesidad de tener una visión serena para idear alternativas y no decaer en los esfuerzos de recuperación.
Aunque en principio pueda parecer una visión ilusoria de difícil o imposible ejecución, la realidad es que solo mediante una actitud optimista se puede contar con el ánimo y la potencialidad para evitar que el pesimismo actúe como una retranca que inmovilice acciones provechosas.
Es innegable que hay por delante una preocupante perspectiva, debido a los efectos negativos que la pandemia ha causado en el flujo de turistas que llegan al país y, que hasta el 2019, generaban el 25% de las divisas que ingresan a la economía nacional.
El endurecimiento de las medidas restrictivas que han aplicado Canadá, Francia y Estados Unidos, como medio para detener la expansión de la pandemia, han afectado el programa de reactivación que el Gobierno y el Ministerio de Turismo habían planificado para lograr una apreciable reactivación en la llamada industria sin chimenea.
Esto representa un serio revés para la esperada recuperación, en vista de que, según las estadísticas, los turistas canadienses y franceses constituyen el 17 % de los visitantes extranjeros que vienen a vacacionar a la República Dominicana, especialmente en esta época del año por la temporada de frío en sus respectivas naciones.
En cuanto a Estados Unidos y el turismo que aporta al país, que hasta ahora ha sido el mayor con relación a otras nacionalidades, la perspectiva es muy inquietante ante la eventualidad de que, además de exigir pruebas negativas PRC, se aplique una cuarentena obligatoria en lugar de la voluntaria que se pide actualmente.
En medio de esta situación y aplicando una visión de optimismo con planes concretos, algunos operadores del sector han sugerido que ante esta desalentadora coyuntura, quizás se pueda estimular la llegada de turistas desde otras latitudes donde no hay medidas restrictivas para los viajes o se apliquen con normativas menos rígidas.
Cifras comparativas
Según algunas estimaciones, en los últimos siete años, la República Dominicana había logrado captar US$45,000 millones en divisas provenientes de los viajes de turistas que en igual período sumaron 48 millones de visitantes llegados al país por vías aéreas y marítimas.
La llegada de cruceristas también se ha visto afectada por la pandemia del coronavirus, ya que gran parte de las empresas de cruceros que tocaban puertos dominicanos han postergado la reanudación de sus operaciones hasta el 30 de abril.
Se estima que hasta septiembre de 2020, el país había dejado de percibir más de US$3,700 millones y, que en los primeros nueve meses de ese año, obtuvo ingresos por solo 2,005 millones de dólares, 65 % menor al recibido en igual período de 2019.
La caída en el turismo no solo afecta a esa industria, sino a diferentes renglones de la economía, como el sector hotelero, la producción de alimentos e insumos que consume y los empleos que aporta en diferentes áreas y actividades.
Ante ese panorama, la atención estará marcadamente centrada hasta el 27 de septiembre de este año, fecha en que se celebra el Día Mundial del Turismo, y en el que se pasará balance a la situación del sector, tanto a nivel local como global.
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