El Hub de Investigación e Innovación de Unibe: un espacio para la ciencia

La Universidad Iberoamericana (Unibe) cuenta con un renovado Hub de Investigación e Innovación, como parte de su expansión y crecimiento en el área de investigación a nivel regional en ciencias de la salud y del comportamiento y educación. Desde ya, avanzan en investigaciones sobre los efectos en niños que estuvieron expuestos con la enfermedad Sica en el útero, lectoescritura y diabetes.

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November 18, 2021

El Hub de Investigación e Innovación de Unibe es una modalidad de gestión y un espacio físico que permite articular investigaciones transdisciplinarias. 

  Este Hub es, además, una propuesta para articular la investigación, docencia y extensión de manera coherente en los principales retos del país, a juicio de la vicerrectora de Investigación e Innovación, doctora Aída Mencía Ripley

“Todas las disciplinas académicas forman parte del Hub de Investigación e Innovación. A la vez, cuenta con laboratorios de neurociencias, psicología, diabetes, entomología, biología molecular y patología y unidades especializadas como la de metodología y estadística”, afirma la doctora  Mencía Ripley. 

El Hub, al contar con laboratorios modernos, ofrece oportunidades únicas de formación para sus estudiantes. “El abordaje focalizado y transdisciplinario con el andamiaje administrativo con el que contamos, permite generar datos de calidad que permiten informar políticas públicas con ciencia local de calidad”. 

Para conocer un poco sobre las investigaciones que se están llevando a cabo en este Hub, revista CONTACTO entrevistó a la doctora Laura Sánchez Vincitore, directora del Laboratorio de Neurocognición y Psicofisiología; y la doctora Jenny Cepeda, investigadora de la Unidad de Diabetes.  

Laura, ¿qué haces en el laboratorio de Neurocognición y Psicofisiología?

“Yo soy investigadora en ciencias cognitivas y psicología. El laboratorio de Neurocognición y Psicofisiología busca hacer investigaciones en el procesamiento de la información en el cerebro humano. Es importante saber cómo se procesa la información para conocer cuáles son las formas más acertadas de enseñar”. 

¿Qué investigaciones están haciendo aquí?

“Nosotros fuimos financiados por el Fondo Nacional de Innovación y Desarrollo Científico y Tecnológico (Fondocyt), del Ministerio de Educación Superior Ciencias y Tecnología (Mescyt). De hecho, con esos fondos fue que creamos la primera versión de este laboratorio, incluyendo el equipamiento.

Iniciamos observando los procesos de automatización lectora de adultos que se estaban alfabetizando. Es difícil para un adulto aprender a leer y escribir, porque entre muchas otras cosas, no tienen el tiempo que requiere el proceso, pero también puede haber algo cognitivo que no está permitiendo hacer enganche.

Ahora mismo, nuestro proyecto principal es ver indicadores de desarrollo infantil en niños y niñas que fueron expuestos al Zika en el útero, cuando sus madres estaban embarazadas. Sabemos que el Zika puede causar daño cerebral fuerte, microcefalia. Hay niños que estuvieron expuestos a esta enfermedad y no sufrieron microcefalia. Queremos ver si esos niños, que no presentaron microcefalia al nacer, pueden tener algunos otros indicadores que a simple vista no se pueden ver, pero que puede haber otro tipo de retraso en el desarrollo que pudiera manifestarse luego”. 

¿Con cuántos niños están haciendo esa investigación?

“Ahora mismo, tenemos más de 40 y seguimos contactando. Por supuesto, queremos contar con control para comparar. En electrofisiología y en ciencia en general, siempre tenemos que buscar un grupo de comparación”.  

¿Están pensando en realizar investigaciones en enfermedades como el Covid?

“Por supuesto, es necesaria, y es el momento para hacerlo. El long Covid, o el Covid largo, que causa dificultades de procesamiento, de pensamiento, el brain fog, hay que estudiarlo. Se sabe que el Covid traspasa la barrera hematoencefálica, que es la barrera que permite cuidar el cerebro, y se han presentado daños neurológicos. Incluso, uno de los síntomas es la pérdida de olfato, y eso es en sí un efecto neurológico de la enfermedad”.

 

¿Cuáles otras investigaciones están haciendo?

“Yo soy especialista de monitoreo y evaluación del proyecto Usaid Leer, donde hacemos investigaciones de adquisición de lectoescritura. Este es un proyecto de intervención, y también estoy acompañando al Inaipi, junto con Unicef, para el Sistema de Monitoreo de Desarrollo Infantil en la República Dominicana”.  

¿Qué tiempo tiene el proyecto Leer?

“Empezó en el 2015. Era un proyecto originalmente de cinco años. Los donantes son Usaid – el gobierno americano -, y nos pidieron quedarnos dos años más. Es un proyecto que busca mejorar las habilidades lectoras de niños en, aproximadamente, 387 escuelas a nivel nacional”.  

¿Qué han encontrado?

“Encontramos que los niños tienen serias dificultades en la comprensión lectora. Empezamos a medir todas las cosas que son pre-requisito de la comprensión lectora, y también tenemos ciertas dificultades allí. Identificamos cuáles eran esas áreas que necesitaban mejorar o que necesitaban ser trabajadas de manera más explícita. Hicimos la intervención, empezamos a probar diferentes estrategias, y empezamos a ver cómo cada una de esas habilidades iban mejorando, al punto en que cuando vimos la prueba diagnóstica de sexto, y cuando comparamos nuestro grupo control con nuestro grupo experimental, los niños que participaron del proyecto Usaid Leer puntuaron significativamente por encima de los niños del grupo control en la prueba diagnóstica nacional”.  

Diabetes azul: una aplicación para adolescentes con diabetes 

La cantidad de adolescentes con diabetes tipo 1 va cada día en aumento. Ante esta situación, la Unidad de Diabetes del Hub de Investigación e Innovación de Unibe comenzó a trabajar en una aplicación móvil para que los jóvenes puedan medir la insulina que van a consumir a través de sus alimentos, ya que este grupo no produce insulina. 

“Nosotros nos hemos dado cuenta que los chicos con diabetes tipo 1 llegan muy rápido o muy jóvenes a las terapias sustitutivas del riñón. Entonces, el riñón se daña a temprana edad en los chicos con diabetes y hay una predisposición a eso. Nosotros, hicimos un estudio inicial, primero, del departamento de hemodiálisis, y nos dimos cuenta de que las personas que estaban ahí, la mayoría, tenían diabetes tipo 1”, afirma la doctora Jenny Cepeda, investigadora de la Unidad de Diabetes del Hub de Investigación e Innovación de Unibe

La doctora Cepeda indica que en esta Unidad tratan de buscar soluciones a los problemas más importantes a las personas con diabetes para mejorar su calidad de vida, para ayudar a que haya una reducción de la comorbilidad, es decir, las condiciones que llevan a tener una glicemia alterada. 

“Nuestro enfoque está en diabetes, tanto tipo 1 como diabetes tipo 2; en mujeres embarazadas con diabetes; o personas que tengan cualquier tipo de condición asociada a esto. Lo que estamos haciendo actualmente, es una aplicación móvil para chicos con diabetes tipo 1”.  

Jenny, ¿cómo pueden ustedes ayudar a estos adolescentes en esta situación de salud?

“Lo que hicimos fue identificar el problema y ayudar a los jóvenes con diabetes tipo 1 en su control, pero a temprana edad.  Por eso, esta aplicación móvil es de forma tecnológica, jovial. Este proyecto empezó precisamente en la pandemia y nos dimos cuenta de que el uso de los celulares en República Dominicana es muy alto en estas edades. 

Entonces, decidimos usar la tecnología de una forma divertida y accesible para que puedan tener un mejor control. Los chicos con diabetes tipo 1 no producen insulina, y al no producir insulina, deben calcular lo que van a comer para poder llegar a la cantidad de insulina necesaria para esa comida, pero también hay que tomar en cuenta cómo está la glicemia antes de comer”. 

¿Estos cálculos tienen que hacerlo antes de cada comida?

“Sí. Ahí entran dos fórmulas, que no es que son difíciles, pero imagínate que antes de cada comida tengas que hacer cálculos y hacerlo todos los días porque la diabetes tipo 1 no se cura. Le exigimos que hagan esos cálculos, pero son tediosos, y tienen que hacerse la glicemia antes de cada comida. Entonces, decidimos hacer la aplicación móvil. Nos dimos cuenta que existen muchas en el mercado y la mayoría están en inglés, y las que son calculadoras completas, no son gratis. Entonces, a través de Fondocyt, aplicamos para una convocatoria y ganamos los fondos para la propuesta. Creamos listas de alimentos de la región porque hay personas que pueden pagar algunas aplicaciones, pero no tienen los alimentos de aquí. De esta manera ayudamos a que puedan calcular lo que se van a comer y en idioma español”.  

¿Qué tomaron en cuenta para desarrollar la aplicación?

“Hicimos un primer estudio en el que incluía chicos con diabetes tipo 1, y les preguntamos: qué les gustaría ver en esa aplicación; qué comida no les podía faltar. Con este estudio, pudimos ver muchas necesidades que estos tienen para controlar su diabetes. Es importante que ellos puedan dominarla, y basado en esas necesidades que nos comentaron, los adaptamos a la calculadora. 

Usamos listados de alimentos de Panamá, de México, listados que Latinoamérica utiliza, que se parecen, pero no los vamos a encontrar en listados internacionales. Los chicos pueden calcular moro, guandules, habichuelas, salami, mangú…

Agregamos los dos listados de alimentos, tanto los de la región, como los alimentos más americanizados, y agregamos listados en inglés, por si alguien se va de viaje. También agregamos las calculadoras manuales, pero: ‘¿qué tal si me voy a comer algo y yo no sé el contenido que dice, aunque tengo acceso a la información, pero no está en la lista?’… Por ello, con esta aplicación, las personas pueden usar la calculadora para decir qué cantidad de insulina va a usar para esa comida”.  

¿Cuáles son las edades de los adolescentes que participaron en esta investigación?

“Están entre 14 y 18 años. Las aplicaciones móviles de este tipo son muy restrictivas, porque no es un médico, la aplicación no sustituye al  especialista”. 

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