Si bien es cierto que nos encontramos en un punto de inflexión, en el cual los grandes países del mundo esperan haber disminuido sustancialmente su huella de carbono para 2050, todo parece indicar que el enfoque de la industria automotriz se ha centrado en los vehículos eléctricos enchufables, o los vehículos con pilas de hidrógeno, pero: ¿debemos pensar en una tercera alternativa?
Recordemos que lo que ha acelerado la obsolescencia del motor a combustión interna no es su funcionamiento (el cual pese a ser ineficiente en términos de energía, permanece siendo una alternativa viable), sino debido a su condición de ser muy contaminante por utilizar combustibles derivados del petróleo. Ahora bien, ¿qué pasaría si se exploraran otras alternativas, como por ejemplo, el uso de biocombustibles o combustibles sintéticos con un resultado en carbono disminuido o muy bajo?
Dentro de estas alternativas, el hidrógeno luce ser uno de los más viables por ser infinito y por tener resultado cero en emisiones. Existen varios fabricantes que, tras bastidores, se encuentran evaluando alternativas de vehículos que, si bien es cierto utilizarían motores eléctricos para su propulsión, pudiesen estar utilizando motores a combustión interna para mantener cargadas las baterías, dando un respiro de vida a los motores térmicos convencionales que utilizamos hoy día.
La idea plantea que estos motores puedan funcionar de manera intermitente como un generador eléctrico y a base de hidrógeno, volviendo más eficiente aún los vehículos eléctricos requiriendo reabastecimientos cada vez más alejados.
Pero existen otros fabricantes que tienen un enfoque de búsqueda de alternativas distinto, como por ejemplo, el caso de Toyota, que hace unos meses, con un Corolla, y utilizando un motor de combustión interna propulsado solo por hidrógeno, logró completar una carrera de resistencia de 24 horas, con el placer de manejar un vehículo a combustión, pero con resultado cero en emisiones contaminantes al medioambiente. Esto demuestra que se mantienen los esfuerzos por mantener vigente los motores términos que utilizamos hoy día en nuestros vehículos, pero disminuyendo las emisiones.
Otro punto a considerar es que, como hemos visto en los últimos años, existe una gran cantidad de vehículos deportivos o semi-deportivos, los cuales se les ha aumentado la sonoridad de sus sistemas de escape para dar mayor placer de conducción a sus usuarios. Este sería uno de los elementos que, bajo un esquema de electrificación automotriz total, dejaría inexistente ese nicho creciente de vehículos sonoros en donde la potencia se exhibe con sonidos que atraigan miradas. Es por elementos de este tipo que, aunque todavía el futuro resulta ser muy incierto, no luciría que exista una muerte total de los motores a combustión interna en el corto y mediano plazo.
Para concluir, debemos de mirar lo que representa el costo de implementación de nuevas tecnologías de baterías cada vez más eficientes y motores eléctricos cada vez más potentes, versus actualizar o mejorar el motor de combustión interna para erradicar sus emisiones de gases contaminantes. La electrificación automotriz, aunque es un hecho y se realizan inversiones enormes en su desarrollo, dicho desarrollo llevado a la actualización de una tecnología existente, pudiese ser exponencialmente menor, y es por esto que todavía existen fabricantes que apuestan a mantener vigentes sus motores a combustión interna utilizando otros combustibles no derivados del petróleo.
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