Definitivamente, ya no hay vuelta a atrás con la decisión de los principales países del mundo de que al 2035 no debe haber vehículos que produzcan emisiones de carbono durante su uso. Esta situación ha causado que las industrias automotrices tengan que replantearse su futuro cercano, desarrollando tecnologías que permitan dar continuidad a la movilidad bajo un modelo sostenible y limpio, que garantice la ralentización de la contaminación y eliminación de gases de efecto invernadero producido por los automóviles.
Si bien es cierto que las baterías de litio, así como otras tecnologías de acumulación de energía actualmente en investigación y utilizadas como alternativa inmediata para la movilidad limpia, se encuentran en producción masiva, no menos cierto es el hecho de que no hay mucha claridad de la manera en que se estará disponiendo de las baterías gastadas, y altamente contaminantes, que queden como residuo una vez los automóviles agoten su vida útil.
Esta situación ha motivado que, principalmente en oriente, específicamente en Japón, se esté dando prioridad excepcional al Hidrógeno como combustible para los vehículos y, de hecho, ya hay prototipos de motores a combustión interna que utilizan hidrógeno que, en ambientes controlados y de carreras, se encuentran dando resultados muy prometedores despidiendo por sus tubos de escape solo vapores de agua.
No obstante, aunque el Hidrógeno supone una solución más limpia tomando en cuenta que no deja residuos sólidos contaminantes como el caso de las baterías (ya sea de litio u otros componentes en desarrollo), este resulta ser muy difícil de producir, y es que, pese a ser el elemento más abundante del universo, hoy día, el 95 % de los 120 millones de toneladas de hidrógeno que se producen en el planeta se generan a partir de combustibles fósiles en un proceso llamado “reformado de metano con vapor a partir de gas natural”.
El hidrógeno que se produce bajo esta modalidad produce entre 9 y 11 toneladas de CO2 por cada kilo obtenido, lo cual, aunque no deja una imagen muy limpia del hidrógeno, sigue siendo una alternativa viable tomando en cuenta el también altamente contaminante proceso que resulta de la fabricación de un vehículo eléctrico.
De todas maneras, lo que se persigue es poder, a largo plazo, no solo reducir eliminación del Co2 en el uso de los vehículos, sino lograr países con emisión neutra de gases de efecto invernadero. Para esto, los países desarrollados han empezado a motivar la producción del “hidrógeno azul”. Esta producción, aunque emite gases de efecto invernadero, estos se capturan y almacenan.
De igual manera, se persigue llegar al “hidrógeno verde”, el cual se obtiene mediante electrólisis, lo cual es un proceso en el que se aplica una corriente eléctrica para dividir el agua en hidrógeno y oxígeno. Bajo esta última modalidad, y si la corriente eléctrica procede de energías 100 % renovables, el producto resultante es completamente limpio.
Finalmente, con toda esta disrupción energética, luce ser que para los más puristas del mercado automotor existirá una luz al final del túnel con una alternativa viable que permita mantener el motor de combustión interna vivo, disfrutando de los placeres de su sonido, el rugido de sus escapes y eliminando por completo la contaminación emitida por estos. No obstante, nos queda un largo camino por recorrer dando seguimiento a los avances de este interesante caldo de cultivo energético en el que nos encontramos actualmente.
Forma de pago: transferencia o depósito en el banco BHD León a la cuenta 27190380011
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