Desde hace varias semanas ha sido noticia el caso que implica al presidente de la Cámara de Cuentas en una denuncia señalada en su contra por supuesto acoso laboral y propuestas de carácter personal. Lo que empezó como un rumor público fue tomando tanto cuerpo, al punto de convertirse en noticia de primera plana y provocar investigaciones periodísticas, redes sociales encendidas, comentarios de toda índole, filtración de conversaciones de WhatsApp, reuniones en el Congreso, sesión en el Senado, declaraciones de instituciones diversas, por mencionar solo algunas.
La formal querella en contra del funcionario fue depositada ante el Ministerio Público por los abogados de las damas querellantes.
En el ínterin, algunos argumentaban que esto obedecía a una campaña para desacreditar al organismo en cuestión; otros que el incumbente no había cometido falta alguna, a pesar de la documentación presentada por las partes involucradas; voces que apoyaban el que se investigaran las denuncias, e incluso, congresistas rehusando un proceso de investigación interna en la Cámara de Cuentas porque “no se podían llevar de rumores públicos”.
Ahora bien, ¿qué fuerza tiene un rumor público? ¿Cómo afecta la imagen y reputación?
Un rumor es aquella información transmitida por las personas, con un mensaje atractivo y específico, concebido para ser creído y cuya veracidad no ha sido confirmada. La fuente de origen puede ser desconocida.
En esta era digital, la difusión del rumor adquiere una dimensión mayor, y hasta viral, a través de los canales digitales y redes sociales, llegando incluso a los medios de comunicación. El alcance que tiene su propagación, al margen de si es verdad o mentira, contribuye a condicionar el pensamiento y la opinión pública.
Desde la antigüedad, el “rumor” es utilizado como un instrumento de comunicación, positivo o negativo, con objetivos y propósitos diversos; desde ejercer presión, divertir, manipular, persuadir, posicionar o atacar y desprestigiar la reputación e imagen de una persona u organización. El rumor puede, incluso, poner en peligro intereses diversos. Para que estas especulaciones surtan efecto, deben generarse en el momento correcto, encontrando el escenario idóneo para su repetición, consistencia y propagación.
Hay rumores cuyo contenido debe ser descifrado, evaluado e investigado por su contexto y relevancia. La verdad de un rumor no debe ser descalificada a priori, aún más si, posteriormente, presenta pruebas que sustentan su veracidad, confirmando entonces su base real. Muchas “verdades no oficiales”, o “fracciones de verdades”, cobran importancia y generan un impacto.
¿Cómo se contrarresta la fuerza negativa del rumor? Un plan estratégico de comunicación con acciones concretas inmediatas, considerando el origen y envergadura del problema, permitirá contener o neutralizar el mismo. La credibilidad en el proceso es vital. El silencio no siempre funciona porque deja espacio a la interpretación.
“Se dice” que los rumores son falsos, sin embargo, no hay nada más cerca de la verdad que aquello de que “cuando el río suena, piedras trae”.
Forma de pago: transferencia o depósito en el banco BHD León a la cuenta 27190380011
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