Para que una conferencia magistral sea tal, en cuanto a su trascendencia y este título pomposo no pase de ser una estrategia de marketing para conferir en ocasiones una envergadura artificiosa, lo expuesto tiene que calar de tal manera en el auditorio que lleve a pensar y reflexionar de manera profunda y serena sobre un tema en particular.
De acuerdo a la obra y el pensamiento de Ortega y Gasset, este aspecto vital de toda charla o escrito verdaderamente magistral tiene mayor vigencia cuando lo tratado haya perdurado tanto en el tiempo, que continúen siendo las anticipaciones que fueron en su momento y que eran las cuestiones que el gran filósofo y escritor español más valoraba.
Este idea o aserto se aplica de forma admirable a la charla, que siendo directora del periódico El País pronunció en una oportunidad la periodista Soledad Gallego-Díaz, sobre un crucial tema que sigue teniendo actualidad y que aún es motivo de insolubles debates, contradicciones y juicios apasionados: el uso del lenguaje en el intrincado mundo en que compiten, y no solo mediante palabras, la verdad, la posverdad, la denominada verdad alternativa y, más recientemente, los “fake news”.
A esta interesante e ilustrativa disquisición retórica, que bien concebida y asimilada puede producir resultados de gran beneficio para el periodismo y las comunicaciones en general, se añade el uso impropio de los likes (me gusta) y de los temas virales como termómetro para medir erróneamente la importancia de las informaciones que el público debe conocer y manejar.
Para un análisis concienzudo sobre este punto, hay que considerar diferentes situaciones porque, a diferencia de décadas pasadas, ya los medios tradicionales no tienen el patrimonio o principalía de las noticias, porque los nuevos públicos son, a la vez, receptores y emisores, asumiendo un rol que antes era de la casi exclusividad de quienes ejercen el periodismo.
Gallego-Díaz, quien llegó a dirigir El País luego de una larga y fructífera carrera periodística, refiere con mucho conocimiento y propiedad que la mentira, y lo que ella califica de “intoxicación periodística”, no son un fenómeno nuevo, pero es indudable que no por ello debe ser ignorado, sino que requiere ser abordado dentro del contexto de las nuevas tecnologías y de la denominada sociedad de la información.
En ese sentido, se pregunta, para luego ella misma entrar en materia y dar sus propias respuestas, si las noticias falseadas y la posverdad afectan solo a los medios de comunicación y a la política, o si hay otros sectores e intereses de la sociedad que están también sometidos al mismo proceso de desinformación.
Asimismo, trata de manera minuciosa el papel que han jugado los medios tradicionales, incluidos la televisión, la radio y periódicos digitales, no solo en papel, que en la diaria competencia frente al público tanta importancia asigna, probablemente más allá de lo atendible y razonable a los “likes”, como un medio para establecer la veracidad e importancia de un hecho o versión noticiosa.
Con mucho acierto y autoridad profesional dada por su desempeño periodístico, advierte sobre el riesgo de que los nuevos usos de la tecnología, y del procesamiento de grandes datos, produzcan ciudadanos “burbujas”, sometidos a lo que algunos sociólogos llaman ya “cámaras de eco”, en que se repiten cosas sin el más mínimo esfuerzo de comprobación.
Este fenómeno tiene un pernicioso alcance social aun mayor, ya que como la veterana periodista señala, las noticias falseadas y la posverdad o pretendida verdad alternativa, terminan por provocar la desaparición de los espacios de debate público, que en su opinión son imprescindibles para el buen manejo de las democracias liberales.
El tema de la verdad, que referido al periodismo algunos tratadistas prefieren situar mejor en la realidad, vista a partir de la verificación y sustentación de la información para que sea realmente un medio de orientación, tiene muchas aristas y se presta para otros debates que no pueden resolverse en una conferencia, aun con la amplitud y la enjundia de los planteamientos magistrales de Soledad Gallego-Díaz.
Forma de pago: transferencia o depósito en el banco BHD León a la cuenta 27190380011
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