La creciente formación de alianzas estratégicas entre entidades gubernamentales, privadas o sin fines de lucro, habla cada vez más fuerte de la importancia de unir voluntades para alcanzar metas que beneficien el colectivo, de forma mucho más eficiente y con mayores oportunidades de generar valor.
¿Hay una forma adecuada a la hora de formar alianzas verdaderamente estratégicas?
Existen diferentes motivaciones que llevan a las empresas hacia la integración de actividades de gestión social en sus estrategias y operaciones, siendo la principal, la gran importancia que tiene para los negocios el mantener una buena relación con sus públicos de interés y actividades con impacto positivo en su entorno que cumplan con un criterio de sostenibilidad. El construir relaciones ganar-ganar, para generar valor social, puede ser una fuente importante de valor reputacional y de marca.
Cada vez, con más frecuencia, la creación de alianzas entre los sectores de negocios, y no lucrativos, refleja, en gran medida, un replanteamiento por parte de las empresas sobre el papel de sus actividades de gestión social y relacionamiento con sus públicos, que requiere de mayor rigor en aspectos relacionados con transparencia y mayor visibilidad de objetivos comunes vinculados a una estrategia de negocios.
Las crecientes alianzas causa-empresa son un claro reflejo de ello; para las empresas, colaborar con organizaciones sin fines de lucro se hace cada vez más importante para la consecución de su misión y lograr sus objetivos en materia de sostenibilidad. No obstante, la disminución del concepto de “donaciones”, el paternalismo, los fondos filantrópicos, junto a el incremento de las regulaciones en las entidades de carácter público, y la creciente competencia por los escasos fondos existentes, empuja a las organizaciones a contar con mayor sustento e indicadores de gestión a la hora de trabajar en conjunto con terceros.
Las alianzas están obligadas a convertirse en una estrategia de la organización, cada vez más importante tanto para los negocios como para los planes de gestión social, y sobrevivirán aquellas que tengan la suficiente visión y criterio desprendido de protagonismos, que requiere la implementación de iniciativas a largo plazo.
Las alianzas público-privadas, así como la aparición de proyectos híbridos, pueden representar nuevas soluciones a los problemas sociales complejos, cuando se coloca como centro el objetivo mayor y se trabaja por el beneficio del colectivo.
La gestión eficaz de las alianzas de este tipo ha resultado ser uno de los mayores desafíos de los nuevos tiempos, tomando en cuenta los grandes riesgos del mundo hiperconectado, y los retos que representan las múltiples regulaciones, políticas anti-corrupción y procedimientos implementados en entidades que mantienen altos estándares, con el objetivo de preservar la transparencia en cada paso.
El potencial de la colaboración interinstitucional, para generar mayor beneficio y crear valor social, es simplemente enorme. Estas pueden convertirse, incluso, en modelos de solución para problemas complejos de carácter público.
En definitiva, las empresas, gobiernos y organizaciones sociales, se unirán en alianzas estratégicas para generar beneficios para ellos mismos y también para la sociedad, siempre que comprendan, primero, los objetivos, políticas y valores de cada parte. Sin embargo, el éxito siempre radicará en alcanzar la sostenibilidad a largo plazo, lo cual dependerá de que se persiga un fin mayor que pueda agregar valor, yendo más allá de la suma de sus propios intereses.
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