7:11 de la mañana. Un remeneón de 5.3 grados registrado, con una duración de dos minutos… Estaba parada alistándome para llevar a mi hija al colegio, cuando empezó a moverse fuertemente el mobiliario de mi habitación, dándome cuenta de inmediato que estaba temblado. Me quedé tranquila en alerta y atención, y al ver que no paraba, llamé a mi hija de inmediato a que saliera de su habitación y ambas nos pusimos bajo el dintel de una puerta. Las escenas y pensamientos en mi cabeza a millón, sobre todo, al escuchar el sonido tan fuerte que emitía una de las puertas cerradas de acceso, batiéndose sin piedad. Confieso que me parecieron eternos esos dos minutos.
Dado que nuestra ubicación geográfica no nos exime de movimientos telúricos y otros fenómenos atmosféricos, las grandes preguntas son: ¿cuántas familias en sus casas tienen estructurado un plan de contingencia ante eventos de esta naturaleza? ¿lo han conversado con los integrantes del núcleo familiar? ¿cuántas empresas, en su plan de crisis, tienen incluido fenómenos externos? ¿lo han comunicado y practicado a través de simulacros con sus colaboradores? ¿cómo prepararse y qué hacer para atender un evento crítico inesperado en tu familia o empresa?
En mi hogar, por ejemplo, siempre hemos hablado con nuestros hijos sobre estos temas, y cada uno sabemos que, ante una catástrofe de gran magnitud en la que por determinada razón estemos fuera de la casa, separados e incomunicados, el punto de reunión es una determinada institución de salud, sobre todo al ser mi esposo médico. Igual tenemos claro que, ante cualquier accidente vehicular de impacto a su persona, a quién debo yo llamar para activar de inmediato el operativo de emergencia requerido, ya sea por tierra o por aire, así como a cuál centro médico ingresarlo, preferiblemente.
En el caso de las empresas, este evento externo inesperado debe estar listado en su plan estratégico de crisis, garantizando la ejecución de los protocolos y procesos establecidos, disminuyendo el riesgo de que todo se salga de control, poniendo en peligro la integridad de sus colaboradores, cuya protección es inminente.
Un plan de gestión preventivo, y operativo de crisis institucional, debe incluir todos los tipos de sucesos y escenarios, en los cuales la empresa, de alguna manera, puede verse amenazada o impactada, ya sea interna o externamente…. Como incendios, explosiones, fenómenos atmosféricos, sísmicos, inundaciones, accidentes laborales, entre muchos otros. Esto permitirá prepararse a todos los niveles, departamentales y operacionales; poner en marcha las medidas adecuadas, entendiendo la magnitud y el peligro que representa cada uno, y qué se debe hacer para minimizar su impacto.
La comunicación integral es esencial; preventiva, durante, así como posterior a la crisis. Todos los colaboradores deben estar informados de los protocolos preparados para los fines y ante las diferentes circunstancias críticas. Integrarlos en cómo accionar, protegerse y reaccionar con rapidez. Nuevos cambios y actualizaciones deben ser socializados con ellos periódicamente, ya que son los que actuarán en casos de emergencia. La falta de instrucción, información, comprensión, claridad y desconocimiento tiene graves consecuencias.
La prevención de crisis requiere de tiempo y recursos por parte de la empresa, entendiéndose que no representa un gasto sino una inversión, la cual, a la corta o a la larga, será rentable con resultados palpables. El impacto que puedan tener las empresas va íntimamente relacionado con la preparación y planificación para controlar los riesgos. Salir airoso o quedar atrapado en la crisis con sus respectivas consecuencias.
¿Has analizado cuál es tu capacidad de respuesta, cuál es tu preparación, planificación y proceder ante cada tipo de emergencia?
Mi recomendación: no se haga el loco, para que no lo jamaqueen.
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