A quien corresponda

En el quehacer político, la comunicación es un elemento clave, que inicia desde antes de ser candidato, y persiste a lo largo del camino durante la campaña electoral y continúa cuando ya se ejerce un cargo público. Incluso, para aquellos que incursionan en el ruedo político siendo completamente desconocidos, la comunicación es indispensable para proyectar una imagen, y lograr posicionamiento, influencia y reputación.

La comunicación política es compleja, y cumple su rol protagónico en la toma de decisiones del votante, pues es una comunicación persuasiva la que persigue el voto favorable. La campaña comunicacional, su estrategia y ejecución, deben ir dirigidas considerando puntualmente la masa votante, su personalidad, lo que piensan, como actúan. Cada grupo de votantes es diferente, y los procesos de comunicación deben diseñarse al afecto.   

Por otro lado, desde el día cero, un aspirante a candidato o candidata, deben incorporar en su proyecto político el formarse y formar a sus equipos en oratoria pública, definiendo con ello, su estilo de comunicación. Uno propio, y que le permita vincularse a su blanco de público con efectividad. Lo mismo aplica para los que ocupan posiciones de liderazgo dentro de las funciones públicas. Esta habilidad se aprende y se perfecciona. 

Una intervención, una entrevista, un discurso, una caminata por los barrios, va más allá de pensar al vuelo o escribir en notas lo que se va a decir. Incluso, para improvisar, hay que tener estrategias e ideas muy claras, porque en este proceso, intervienen elementos esenciales como la estructuración de los mensajes clave, el lenguaje verbal, la dicción, el contacto visual, el uso de la voz, el lenguaje corporal (que dice más que las mismas palabras); la puesta en escena, la empatía y conexión; saber comunicar transmitiendo emociones reales, e incluso, hasta el valor y poder del silencio. Una deficiente, o mala comunicación pública, puede generar antipatía hacia un candidato o funcionario, hasta el punto de que no logre atención y sea ignorado. Tan simple y complejo a la vez. 

Para competir, crear una marca política efectiva, potencializar las fortalezas auténticas del candidato y su personalidad, generando confianza en el electorado, se requiere de comunicación efectiva. 

Reitero: en precampaña, en campaña, en el ejercicio de funciones de Estado, una de las claves del éxito, y en más ocasiones de las que podemos contar del fracaso, es la comunicación. Todo aquel que aspire a alcanzar una posición de liderazgo político, debe recordarlo, entenderlo, procesarlo, invertir y aplicarlo.
¡Al final, quien mejor comunica, gana!.