Estamos cerrando el 2023, y quizás nada mejor que redactar un artículo con un mensaje esperanzador. Les confieso que esa era mi intención inicial, sin embargo, primero debo exponer una preocupación. En este último mes, he visto en las redes sociales tres casos en donde ha imperado un código de comunicación con comportamientos y conductas reprensibles, fuera del marco de la ética, el respeto y lo que pudiera catalogarse como aceptable por parte de usuarios de esas plataformas.
Difamaciones, desinformaciones, un morbo descomunal, opiniones de personas con un recorrido “cuestionable”, bocinas que como borregos replican y opinan sin ningún tipo de prigilio, y hasta sin conocimiento de causa; otros tantos montándose en la ola de las tendencias para buscar los famosos “likes”, llamar la atención o generar recursos económicos; y lo más delicado, grupos de individuos con un apetito voraz incitando a la violencia y al linchamiento social. Todo, con un afán excesivo de acabar, y hasta destruir reputaciones de instituciones y personas con trayectorias reconocidas y establecidas.
Y yo me pregunto: ¿qué está pasando con la gente, en qué están pensando? ¿En qué momento se perdió el respeto, la decencia, la empatía y la sensibilidad hacia el prójimo?
Estas actuaciones, contenidos y formas de comunicación que vemos en estas plataformas, de manera personal, entiendo son un espejo que desnuda y refleja la realidad del mundo y el deterioro moral de nuestra sociedad. Una libre expresión y difusión del pensamiento que se ha desbordado destructivamente, sin ningún tipo de control o reglas.
Frances Haugen, exempleada de Meta, quien trabajaba como gestora de productos en el equipo de integridad cívica de Facebook, y quién filtró una serie de investigaciones confidenciales de esta red social en una entrevista concedida a un diario español, expresó que “dentro de 10 años, nos preguntaremos por qué no regulamos antes las redes sociales”.
Y esta afirmación no es descabellada. Más allá de las plataformas, las regulaciones son necesarias, sobre todo por el tipo de contenido y conductas de algunos usuarios. No perdamos de vista el consecuente impacto de las redes sociales a nivel público y privado, en temas políticos, gubernamentales, judiciales, empresariales, reputacionales, familiares, personales, y ni que decir en la salud mental de jóvenes y adultos.
Anhelo que este nuevo año 2024 nos traiga la madurez, conciencia y sabiduría de entender que ejercer un uso adecuado de las redes involucra saber qué es lo que debes, puedes y no puedes publicar, y eso incluye a los tradicionales medios de prensa. Si lo que vas a decir no tiene nada que aportar, piénsalo antes de hacerlo. El mejor consejo es: si no lo tienes que compartir, mejor no lo hagas.
Utilicemos estos medios para establecer una comunicación efectiva y armónica. Recuerda que las redes sociales son una extensión de tu vida personal y profesional, son un escaparate donde dejas ver al mundo tu personalidad, tu esencia y por ello. Es importante mostrar coherencia con quién eres como individuo, como profesional, y como parte del núcleo familiar al que perteneces.
Seamos generadores de espacios de interacción y conversación, presenciales y virtuales, sanos y de paz. ¡Feliz Navidad y un bendecido 2024!
El comportamiento es un espejo en el que cada uno muestra su imagen.
“El Espejo de la Vida”.
Forma de pago: transferencia o depósito en el banco BHD León a la cuenta 27190380011