Ser mujer en una “industria de hombres”

La baja participación de mujeres en el sector de la construcción, sobre todo en el de infraestructuras, es una constante a nivel mundial. En República Dominicana, la situación no es diferente. Los estereotipos y normas sociales que asocian estas labores con el género masculino, así como los ambientes laborales poco amigables para mujeres, se mantienen. A ello, se suma la prevalencia de sesgos inconscientes y de discriminación en los procesos de contratación y ascensos.

El sector de la construcción genera una ocupación estable, trabajo de valor, cualificado y remuneraciones competentes, sin embargo, si bien las mujeres representan una parte importante de su fuerza laboral, todavía existen desafíos importantes. Pareciera que los motivos que explican la mucha o poca presencia femenina en esta industria pueden responder a factores culturales, históricos y/o educacionales, no obstante, ha llegado el momento de preguntarse: ¿cuánto talento y valor estamos perdiendo como sociedad, con esta escasa participación femenina en este mercado laboral?

Hay que reconocer que se han realizado esfuerzos en toda la industria para aumentar la diversidad de género a través de programas de contratación y aprendizaje, pero el simple objetivo de aumentar el número de mujeres que trabajan dentro del sistema existente puede no ser la solución. Las dinámicas culturales existentes presentan barreras de entrada, que no se romperán a menos que éstas cambien.

Imaginamos un futuro sostenible, a largo plazo, que considere las experiencias y los desafíos de las mujeres en el centro de una solución. Debemos repensar: ¿cómo abordamos lo que significa tener una carrera en la construcción? La redefinición de los estándares tradicionales para que sean más inclusivos de una experiencia diversa, no solo brindará mayores oportunidades para las mujeres, sino que hará avanzar al sector en su conjunto.

Se tienen que continuar implementando políticas y programas que promuevan la equidad de género, los cuales incluyan iniciativas de mentoría y desarrollo profesional para mujeres; políticas de equilibrio entre trabajo y vida personal; así como programas de capacitación en liderazgo y gestión para mujeres en esta industria, a las que de un modo u otros, nos hemos integrado en esta “industria de hombres”.

Recordemos que somos las transformadoras. Las mujeres que provocaremos el cambio en positivo. Las protagonistas de una transición, aún lenta, que permanece todavía lejos de lo deseado; una transición que evolucionará para derribar mitos y estereotipos, reducir brechas existentes y acabar con la desigualdad de género en el sector de la construcción. Seguimos…