Desde la invención de los carruajes tirados a caballo, así como en el posterior inicio de la industria automotriz, siempre ha habido la necesidad imperante de poder detener estas unidades rodantes repentinamente ante situaciones emergentes, e incluso, en condiciones normales de circulación por las diferentes vías de comunicación. Esta necesidad, de manera histórica, ha facilitado el desarrollo de diferentes tecnologías de frenado de manera a lo largo de los años, lo cual ha permitido que hoy día gocemos de vehículos que, inclusive, contienen elementos como frenado inteligente de emergencia o “Brake Assist”, por su denominación en inglés.
Ahora bien, pese a la evolución histórica que han tenido estos sistemas, en cada etapa de su proceso de avance, siempre ha existido un elemento que ha causado situaciones de pérdidas en su eficiencia en determinados momentos. Este elemento es el calor generado por la fricción de dos cuerpos en contacto, que se va incrementando en la misma medida en la que se logra detener el vehículo.
Es por esto que, históricamente, se han venido realizando modificaciones en las diferentes tecnologías de frenado, es decir, originalmente, utilizábamos para todas las ruedas frenos a tambor, que si bien (y contrario a lo que la mayoría piensa) son bastantes eficientes en una frenada, su condición encapsulada y tipo campana, no permite un enfriamiento rápido, causando pérdidas de eficiencia en la medida en que se les requiere su uso.
En virtud de lo anterior, la industria automotriz ha ido desarrollando tecnologías más avanzadas, destacándose el freno a disco (el más común hoy día), y las diferentes evoluciones de este sistema considerando mordazas o “calipers” con émbolos de presión, que van desde uno o dos émbolos en vehículos convencionales, hasta 6 en vehículos deportivos y de alto espectro.
De igual manera, las bandas o pastillas de freno han sufrido una evolución muy significativa para ir acorde a las necesidades de frenado y tolerancia térmica a lo largo de los años. Inicialmente, se utilizaba el asbesto convencional como material de contacto para las bandas o pastillas de freno, debido a su gran tolerancia al calor sin incendiarse, sin embargo, su elemento detractor es que si bien es cierto toleraba el calor, del mismo modo perdía eficiencia de frenado rápidamente y, por ende, afectaban su agarre.
Todo lo anterior, ha propiciado un desarrollo en las Bandas o Pastillas de Freno, llevándolas desde aleaciones con metales, como el cobre en algunos casos, así como las más comunes hoy día, que son las que contienen aleaciones cerámicas en su composición, permitiendo mayor agarre y mayor tolerancia térmica, sin crear virutas contaminantes que nos ensucien los aros como ocurría en el pasado.
De lo anteriormente expuesto, surge la duda automática de: ¿qué bandas de freno debo utilizar para mi vehículo entonces?, y lo cierto es que hay todo un mundo que converge en este tipo de partes, en donde vemos todo un abanico de opciones enorme para un mismo tipo de vehículo que nos puede llegar a confundir en ocasiones.
La mayoría de las personas se inclinan, naturalmente, por las bandas de freno originales, lo cual es una maravillosa decisión, sin embargo, es propicio mencionar que la mayoría de los fabricantes de vehículos no elabora componentes de desgaste como bandas de frenos, fluidos de ningún tipo, correas, etc. Todos estos componentes son producidos, por contrato con el fabricante de vehículos, por marcas independientes y externas de reconocida trayectoria, que lo hacen para estos y lo empacan en las envolturas de la marca del fabricante.
Conociendo lo anterior, la sugerencia más franca en estos casos, y considerando que tenemos el internet en nuestras manos, es investigar quien es el fabricante que elabora las bandas de freno para “X” o “Y” marca de vehículos, y adquirirlo de parte de estos. Esto permite manejar costes de hasta un 50% menos y gozar de las mismas cualidades de frenado, calidad y durabilidad de un producto original.
Recuerden que la mayoría de los fabricantes de vehículo son más armadores que desarrolladores. Aprovechemos la facilidad de información en nuestro beneficio, y tendremos lo mejor de los dos mundos en el mercado de refacciones o repuestos.
Forma de pago: transferencia o depósito en el banco BHD León a la cuenta 27190380011