Cuando a mediados del siglo XX pensábamos en adquirir un vehículo, si bien es cierto que el factor diseño jugaba un papel importante, la realidad es que lo que se perseguía era más un medio de transporte en el cual pudiésemos trasladarnos desde el punto A al punto B de manera segura y confiable (por lo menos en Latinoamérica, que siempre tuvimos economías más deprimidas que los países del primer mundo). Con el paso de los años, las necesidades de movilidad, y las mejoras en las condiciones viales, así como las facilidades de financiamiento y las libertades aduanales de importación, permitieron que nosotros como consumidores empezáramos a mirar otros elementos, ya un tanto divorciados de simplemente obtener un vehículo como medio de transporte.
No obstante, lo anterior, prevalecían elementos prácticamente no negociables en donde circunscribíamos temas de confiabilidad (en primer lugar), economía de combustible, y vistosidad como parte de los elementos menos valorados de finales de la década de 1970, e inicios de la década de 1980.
Afortunadamente, en esa época, y producto de la simpleza de la industria automotriz, existían marcas que se caracterizaban por cumplir con esos elementos puntuales que perseguía el consumidor de aquel momento. Se destacaban marcas europeas como Mercedes Benz, con un nivel de confiabilidad extraordinario; Volkswagen, con su famoso escarabajo, que todavía forma parte de nuestras calles; del lado japonés, contábamos con la tradicional Toyota, y Nissan, con modelos muy innovadores en su línea, y la emergente Honda, incursionando en el mercado de automóviles como complemento de sus motocicletas.
Del lado de Estados Unidos, lideraba el mercado General Motors, con su marca para las masas: Chevrolet, manteniendo niveles sumamente buenos de confiabilidad principalmente y diseños aceptables.
Desde la óptica específica del diseño, la década de 1980 se caracterizó por modelos que perseguían un diseño de líneas anguladas o “cuadrados”, como coloquialmente los llamábamos, perdiendo la tendencia medio redondeada que nos dejaba la década de 1970.
Ya entrando en 1990, nos volvimos sumamente curvos en las líneas, y la mayoría de los vehículos perseguían ese diseño sensual basado en líneas redondeadas por doquier.
Los inicios del milenio fueron años de transición, en donde los modelos migraban y complementaban diseños curvos con líneas anguladas, para dar paso a la transición total que ahora nos apega, en términos de diseño, mucho más a lo que veíamos en la década de 1980.
Hoy día, es común ver cómo los fabricantes de vehículos invierten en modelos con líneas anguladas, persiguiendo dar carácter y robustez a sus modelos. Una prueba de esto son los diseños coreanos de Kia y Hyundai, destacando la nueva Hyundai Santa Fe. Del lado japonés, destacan los nuevos modelos del Suzuki Jimny y la Toyota Land Cruiser Prado, la cual hace más referencia a modelos previos con líneas masculinas y robustas.
Pese a que hemos tenido estos cambios tan disruptivos a nivel de diseño, donde genuinamente ha habido cambios significativos, es en la parte de la confiabilidad. Marcas que se caracterizaban por “no dar problemas”, hoy día se deslucen al tener visitas recurrentes a los talleres de reparación y mantenimiento. Y es que, la misma automatización y digitalización del vehículo, no ha obrado de la misma manera en todos los fabricantes. Hay muchos fabricantes que esta particularidad les ha hecho una mella en su reputada confiabilidad con sistemas eléctricos y electrónicos deficientes, mientras que otros que no eran tan confiables en sus inicios, han destacado por ser unidades que, basado en la frecuencia de reparaciones de hoy día, gozan de niveles de confiabilidad excepcionales.
Es lamentable ver artículos de la revista Consumer Reports, de Estados Unidos, en donde prácticamente destruyen marcas históricas como Mercedes Benz, Chevrolet, varios modelos de Ford, Nissan, con sus transmisiones Jatco CVT, mientras por su parte, se destacan confiabilidad en marcas como BMW, Mini y se reafirman marcas coreanas ganando mercado y reputación.
Por otro lado, existen marcas que se han mantenido pese a los cambios en tendencias de consumidor liderando las posiciones, como el caso de Toyota y Lexus, las cuales se pavonean en su lauro de éxito comercial por su confiabilidad y enfoque de durabilidad.
Como siempre, me gusta concluir dejando un mensaje abierto de pensamiento. Y es que, pese a las particularidades de confiabilidad, diseño, valor post venta que tenga el vehículo que tengamos o que pensemos adquirir, hoy día lo que impera y se mantendrá será el deseo de cada uno sobre lo cautivado que el diseño de cada vehículo tenga y le atraiga. Hoy día, lo que más mueve al consumidor, es la vistosidad del vehículo tanto a nivel interior como exterior, así como sus elementos tecnológicos, por ende, aquellos elementos de durabilidad y confiabilidad van quedando en segundo plano para las masas, pero van ganando auge entre las personas conservadoras y que buscan una vida más plena y menos complicada.
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