En 2015 tuve la oportunidad de compartir en un mismo salón con Madeleine Albright, la primera mujer secretaria de Estado en la historia de los Estados Unidos. Para ese entonces, conocía muy poco de ella salvo su rol como diplomática y funcionaria del gobierno del Ex presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton.
Yo participaba en un foro en Washington sobre Asuntos Públicos en el cual ella era expositora.
Este encuentro, el cual me arrepiento de no haber sellado con una fotografía que pudiese acompañar este artículo, sirvió para ir poco a poco adentrándome en estudiar la vida de esta mujer, quedando especialmente fascinada por su historia descrita en el libro Madam Secretary (2003) el cual recoge sus memorias.
Por su trayectoria y trascendencia, Madeleine Albright era una figura destacada en la historia política de Estados Unidos y del mundo, pero muy especialmente era un referente por haber logrado que los temas de las mujeres fueran centrales en la política exterior.
Siendo una abierta defensora de los problemas de las mujeres, se fue constituyendo en un modelo a seguir para muchas otras mujeres en diversas latitudes, incluyéndome.
En más de una entrevista le escuché o leí hablar de la importancia y los beneficios de que las mujeres tengan un asiento en la mesa. Su icónica y reconocida frase “Hay un lugar especial en el infierno para las mujeres que no ayudan a otras mujeres” incluida en su discurso durante el almuerzo “Celebrating Inspiration” con el equipo All-Decade de la WNBA en 2006, lejos de ser un cliché feminista se constituyó en mi como un mantra que día a día me recuerda la importancia de ayudar a otras mujeres, empujarlas en su desarrollo y, sobre todo, celebrar sus triunfos.
Madeline Albright era una mentora natural. La reflexión viene a partir de una conversación sobre la importancia del mentoring y en especial, del mentoring a mujeres en donde le mencionaba como referencia resaltando la importante tarea que tenemos las mujeres de ayudar a otras mujeres de nuestro circulo profesional a escalar, crecer y desarrollarse.
Siempre digo que, si puedes ayudar a alguien, ayúdale. Y si es mujer, ayúdale dos veces.
He tenido la gran oportunidad de acompañar un buen grupo de mujeres jóvenes profesionales con quienes he compartido conocimientos adquiridos a lo largo de mi carrera. Mujeres muy talentosas en la transición hacia nuevas posiciones o en posiciones de creciente responsabilidad. Hoy varias de esas mujeres ocupan roles y puestos de muy alto nivel y me llena de ilusión pensar que algo de mi han aprendido. Con mucho orgullo las veo brillar y es realmente una gran satisfacción ver en ellas el resultado de un arduo trabajo, de mucha formación, de motivación, de criticidad y sobre todo ver cómo de forma consistente ellas elevan sus propios niveles de auto exigencia.
Desde la banca hasta los seguros. La publicidad y la comunicación. La industria eléctrica. En uno que otro poder del Estado. En la industria de bebidas y en la minería. Hay mujeres que han ido definiendo un camino continuo de crecimiento profesional y a quienes les agradezco el haber aceptado de mi la crítica constructiva, la mano de ayuda al comienzo, el empuje a la mitad del camino e incluso uno que otro boche que las sacara de su zona de confort. Me ilusiona celebrar sus triunfos y me hago la idea de que ellas están haciendo lo mismo por las mujeres que vienen detrás, dándoles la oportunidad de tener un asiento en la mesa y haciendo del mentoring un legado eterno.
Forma de pago: transferencia o depósito en el banco BHD León a la cuenta 27190380011
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