Mientras las naciones desarrolladas adoptan de nuevo medidas extremas de cumplimiento obligatorio ante el incremento de casos de Covid-19, por la presencia de la variante ómicron y otras mutaciones, en la República Dominicana la generalidad de la gente parece vivir ajena a esta realidad, como si no tuviera conciencia del grave peligro que aún entraña esta pandemia.
Aunque por imperativos económicos y sociales en el segundo año de este mortal virus se imponía asumir la llamada nueva realidad con un retorno gradual a las actividades económicas y productivas, en el país la actitud extendida que se observa en la sociedad es de una preocupante indiferencia frente al mal que todavía persiste y que, por su alcance y dimensión, la Organización Mundial de la Salud (OMS) prevé que será endémico.
En cambio, Estados Unidos, Alemania y otras naciones desarrolladas sí han tomado en serio este panorama y, sin dilación, dispusieron nuevas previsiones sanitarias, mientras se esperan los estudios y análisis de carácter científico sobre las características y alcances de ómicron y las múltiples mutaciones que ha registrado en poco tiempo.
En Estados Unidos se aplican cambios en los protocolos para el acceso de viajeros, mientras en esta coyuntura de la pandemia la administración del presidente Joe Biden cifra su estrategia anti-covid en la intensificación de una campaña para que la población comprenda la necesidad de someterse a una dosis de refuerzo, a fin de prevenir el incremento de víctimas mortales. En Alemania, las medidas han sido más radicales, ya que serán sometidos a confinamiento obligatorio aquellos que se resistan a los programas de inmunización.
Ante una población hastiada por la forma en que se ha prolongado la pandemia, y la necesidad de activar el aparato productivo y la recuperación de los puestos de trabajo que se habían perdido, el presidente Luis Abinader no contempla por el momento endurecer las medidas restrictivas cuando el país se acerca a las festividades del fin de año, pero mantiene a través del Ministerio de Salud Pública un activa campaña para estimular a una tercera dosis de refuerzo y tratar de convencer a los que no se han vacunado de que deben hacerlo para protección propia y también evitar ser fuente de contagios.
Aún así, hay gente que se resiste a la vacunación por una conjunción de ideas extrañas, o temores que las evidencias científicas no han logrado disipar del todo, además de ignorancia y el influjo de algunos predicamentos de carácter religioso. Esto ha impedido alcanzar más del 70 % de la población que debía vacunarse y muchos de los centros de inmunización registran reducida concurrencia, mientras más de 4,000 personas han perdido la vida en lo que va de pandemia.
La comunidad científica internacional, que desde el inicio de la pandemia ha realizado una intensa labor de investigación, ha tenido que reconsiderar su opinión sobre las vacunas de refuerzo ante el surgimiento de nuevas variantes que exigen análisis más amplios y precisos.
Esto parece conducir a un reenfoque general acerca de las vacunas y, en cierto modo, un gradual cambio de mentalidad, ante la realidad reconocida por expertos de que lograr convencer sobre la necesidad de una dosis de refuerzo a la población no es una estrategia de aceptación popular.
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