Desde los inicios de la industria automotriz, los fabricantes de vehículos han ido agregando elementos que permitan cada vez más mejorar la experiencia de confort del conductor y pasajero al momento de utilizarlos. En los inicios se empezó con asientos mullidos y tapicería de cuero en forma de sofá, y con el pasar de los años fueron agregándose elementos como arranque electrónico, puertas de cierre hermético, encendedores de cigarrillos, pasando posteriormente por tocadiscos hasta llegar a la radio tradicional que nos acompañó durante varias décadas sin mayores cambios.
A pesar de que cada cierta cantidad de tiempo se agregaban otros elementos a lo interno de la cabina, así como temas de seguridad, ninguno ha sido tan relevante y crucial como la colocación de pantallas táctiles e inteligentes que desde hace unos años estamos teniendo en nuestros vehículos. Y es que la interconexión digital no tiene limitaciones en el mundo moderno, por lo que el automóvil no podía ser la excepción.
Hace unos años iniciamos con pantallas de infoentretenimiento relativamente pequeñas, lo cual fue un toque innovador, ya que podíamos interconectar nuestro teléfono celular vía bluetooth, y poder disfrutar de nuestras canciones preferidas, así como sostener llamadas sin tener que despegar las manos del volante, agregando de paso, un factor de seguridad en la ecuación, así como poder contar con sistemas de navegación que nos permitieron poder llegar de una manera más fácil a lugares en donde antes utilizábamos los incómodos mapas físicos.
La realidad de hoy día, pese a que lleva la misma tendencia, se ha vuelto todavía más compleja. Y es que, tomando en cuenta la inclinación de los consumidores a tener pantallas más grandes, con más funciones y cada vez mayor cantidad de pantallas a lo interno del automóvil, la industria automotriz, en su intento de satisfacer las necesidades de los que genuinamente pagan sus productos, ha interconectado prácticamente cada elemento de nuestro vehículo a esas pantallas de infoentretenimiento, pudiendo desde las mismas realizar diagnósticos de fallas en tiempo real, poder bajar aplicaciones, y tener disponible todos los elementos que en la pantalla de nuestro celular poseemos a través de las interfases de Apple Car Play y Android Auto.
Pese a que todo esto, resulta ser muy vistoso, cómodo, llamativo y funcional, lo cierto es que nos ha propiciado aún más dependencia de las pantallas y elementos de distracción adicional al conducir, esto aún teniendo nuestros vehículos mayores elementos de seguridad como alertas de impacto y frenado de emergencia a través de los sensores de parqueo de nuestro vehículo.
Esta misma interconexión de nuestro vehículo a estos sistemas, los ha vuelto menos confiables y cada vez más vulnerables. Un ejemplo de esto son las actualizaciones que podemos ver en muchos vehículos eléctricos como el caso de Tesla, las cuales prácticamente inhabilitan la unidad mientras se realiza dicha actualización.
En el plano de los vehículos tradicionales a combustión, estos sistemas resultan ser el cerebro del vehículo junto a otras unidades de control, ya que manejan temas como autonomía de combustible, computadora de viaje, entre otros temas que, de funcionar inadecuadamente o dar “error” como hemos visto algunos casos, nos pueden deshabilitar la utilización de nuestro medio de transporte.
Como si esto fuera poco, Ford justo acaba de patentar un sistema en su infoentretenimiento que, según la presentación, puede utilizar varias fuentes de información diferentes para personalizar el contenido publicitario que se reproducirá en el vehículo, permitiendo determinar qué tipo de anuncios se podrían mostrar considerando los comandos de voz que hayamos dado al vehículo.
De la misma manera, el sistema podrá identificar nuestra voz y reconocernos, así como nuestras preferencias publicitarias y las de nuestros pasajeros. Por último, y lo más complejo de todo, es que podrá escuchar nuestras conversaciones y determinar si es mejor mostrarnos un anuncio visual mientras hablamos o un anuncio de audio cuando haya una pausa en la conversación.
Definitivamente, han sido avances cruciales, sin embargo, ¿qué tan cómodos nos sentiremos cuando todo lo que absolutamente hagamos sea escuchado sin nuestra autorización? Estamos dando paso a una pérdida casi total de nuestra privacidad y una dependencia absoluta a las tecnologías de interconexión en nuestro medio de transporte que pudiesen limitar nuestra movilidad en momentos críticos.
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