Campito Loving: La comodidad de tu casa, en el campo

“Tu hogar fuera de casa”. Ese es el eslogan de Campito Loving y no está lejos de la realidad, porque desde que llegas te hacen sentir como en casa. Es un sitio para descansar, disfrutar de la naturaleza, la tranquilidad del campo y las exquisiteces que prepara doña Mechy, su anfitriona y su hija Nicole Jiménez, la mentora del lugar. Ahora, si quieres aventura, también la puedes tener con excursiones a la Montaña Redonda, la Cueva de las Maravillas o las playas de Punta Cana, Bayahíbe y Playa Esmeralda.

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November 25, 2019

A dos horas de la capital, en San Rafael del Yuma, en La Altagracia, se encuentra Campito Loving. Un lugar, como su nombre lo indica, para los amantes del campo. 

Sus anfitrionas Nicole Jiménez (Cocoi) y su madre, Mercedes Tavares de Jiménez (Doña Mechy), han convertido este “oasis” en una casa de veraneo que cualquiera quisiera conocer. 

Campito Loving es un espacio lleno de detalles. Lo aprecias desde la entrada con el letrero pintado por Cocoi, quien es diseñadora de modas de profesión y amante de la pintura. Cada espacio de la casa tiene una dedicación especial, donde la decoración de campo te hace recordar, quizás, la casa de la abuela. 

Cada planta que hay en el jardín, doña Mechy se ha encargado que de que sea propia de la vegetación de la zona. No ha querido forzar nada, prefiere que todo fluya orgánicamente. 

Y así surgió el negocio, sin mucha planificación, sino de una estrategia de Cocoi para evitar que su madre vendiera el campito, como llamaban a esa casa.

“Yo le dije: ‘¿Por qué quieres vender el campito?… si ese es el lugar de nosotros de verano’. Yo vine mucho aquí con amistades cuando estaba en bachillerato, no voy a decir de pequeña, porque teníamos otro estilo de vida, pero sí compartí mucho aquí y le tomé cariño al campo dominicano. Al ella decirme que quería vender el campo se me despertó un instinto de negociante que yo en mi vida había hecho, porque no estudié negocios… eso fue surgiendo por Campito Loving. Entonces, ahí es que yo le digo: ‘mami, pero vamos a alquilarlo’”, explica Nicole Jiménez (Cocoi), entrevista por revista CONTACTO en el porche de la casa junto a su madre. 

 Así comenzó Campito Loving, por el interés de Cocoi de conservar la casa que su madre quería vender por el alto costo de mantenimiento que implicaba la propiedad.

“Así fuimos llegando a lo que es Airbnb, nuestra primera plataforma digital donde pusimos la casa… como casa, nada de hotel en ese entonces. Ya luego fuimos a Booking y el Instagram, que aunque es algo social, a través del Instagram nos conocieron muchas personas. Entonces, yo le pedí un año a mi madre para ver qué pasaba”, cuenta Cocoi.

“Es verdad, ella me dijo ‘dame un año’ y vamos a ponerlo en Airbnb, y yo: ‘¿Y qué es eso?’ Yo no tenía idea de lo que era Airbnb, ni ninguna de esas plataformas”.

Cocoi se ríe al contar que ella tampoco sabía mucho de esa plataforma, pero tenía a un primo de asesor. “Él sí estudió negocios. Entonces, ahí comenzamos”.

Doña Mechy, quien es abogada de profesión y chef por vocación, explica que lo mejor fue que el mismo cliente era el que iba demandando la modalidad de negocio que quería.

“Eso fue en el 2016. Iniciamos alquilando la casa como una villa, le incluíamos la empleomanía si querían, pero ya la gente decía: ‘doña Mechy: ¿y los bizcochos?, yo quiero que usted me cocine’. Y así fuimos complaciendo a los clientes, que todos los clientes inicialmente eran amistades nuestras”. 

Cocoi tenía claro la responsabilidad que tenía. Su plan era que la casa fuera auto sostenible, de lo contrario la perdería.

“Al final, a mí era que me tocaba porque soy hija única y vi que podía ser auto sostenible. Y yo decía: ‘¿qué voy a hacer en mi vida para poder tener el campito?’, y ahí dije: ‘vamos a ver qué pasa con el campito y que este viva solo, que sea auto sostenible. Entonces, yo tenía una amiga que no venía conmigo. Ella siempre me la tomaba prestada… ahí fue que se me prendió ese bombillito que dije: ‘pero si ya están viniendo sin mí, simplemente les gusta lo que es la casa’”, dice Cocoi. 

Entonces, la casa se comenzó a hacer popular y cada vez empezaron a tener más huéspedes, lo que demandó más a menudo la presencia tanto de Cocoi, como de doña Mechy en Campito. 

“Hacemos un viaje semanal, estamos aquí desde el jueves y nos vamos el domingo o el lunes. A veces pasa que dependiendo del flujo de clientes que tengamos o de proyectos, podemos durar dos semanas aquí. O nos turnamos”. 

Aunque son dos mujeres de ciudad, doña Mechy dice que están felices de pasar la mayor parte del tiempo en el campo. “No hay tapones, no hay ruidos, hay sonidos, pero no son desagradables, porque son de las aves”.

El boom de Campito 

Ese primer año pasó rápido y lo que comenzó como una idea de alquilar la casa para cubrir los gastos de mantener la propiedad, se convirtió en un negocio. Ahora es un hotel que tiene la capacidad de recibir hasta 18 personas. 

Es el lugar que muchos han elegido para casarse, para celebrar su despedida de soltera, su cumpleaños o simplemente para pasar un fin de semana en familia o con amigos. 

“Nos ocurre algo muy jocoso: nos dicen que no van a almorzar en Campito porque van para la playa o se van a una excursión (Macao está a 40 minutos, Bayahíbe a 20 minutos y Punta Cana está a 20 minutos). Hay personas que dicen: ‘voy a aprovechar para conocer Montaña Redonda y Miches o Playa Esmeralda’. Entonces, las personas dicen que no van a almorzar en Campito, pero cuando llegan aquí, no se van. Campito Loving tiene como un toque de queda que es difícil salir”, cuenta doña Mechy entre risas. 

Con el paso del tiempo, Campito Loving se ha ido acomodando a las necesidades de sus clientes. Algunos quieren reservan para ir a almorzar, otros para tener un pasadía, y como nos cuenta Cocoi, desde el 2018 se ha hecho más frecuente las reservas de parejas.

“En un tiempo nosotros recibimos hasta 18 personas, grupos familiares grandes, pero hemos visto que lo que más interesaba eran grupos de parejas y venir a pasadías. Entonces, fuimos limitando la cantidad de personas para ofrecer un mejor servicio, más confort. Ahora mismo tenemos cuatro habitaciones para 14 personas, tres que son matrimoniales y luego una familiar, porque hay gente que quiere venir en coro. Por ejemplo, seis amigas, una familia que tiene tres hijos y que quieren dormir todos juntos, o unas chicas que vienen a una despedida de soltera y quieren quedarse todas en una misma habitación. Ahora, si vienen 18 personas, podemos recibirlas”

El mayor flujo de visitantes lo tienen de jueves a domingo. Sin embargo, tienen otro target que demanda la ocupación de lunes a miércoles. 

“Estas son las personas que trabajan en los hoteles, esas personas que trabajan en el ‘todo incluido’ y que necesitan una escapada, que su día libre es martes, entonces, vienen un martes o un miércoles. O sea, que en la semana tenemos a los empleados de los hoteles que les gusta venir”. 

Los pasadías también han comenzado a tener su acogida, sobre todo por los residentes en Higüey, que buscan una escapada de la rutina.

“Algunos dicen: ‘me quiero ir a pasar una tardecita en Campito’, y poco a poco han surgido nuevos productos o nuevas experiencias de tu venir en la tarde o a un brunch, en la mañana un ratico. Ahí doña Mechy ofrece otro tipo de comida y hasta la cena. Una cena romántica te la preparamos muy bonito en el porche. Yo creo que lo más importante de nosotros es que nos gusta ser flexibles. O sea, si tienes una idea, nos gusta desarrollarla contigo, no nos gusta decir ‘eso no lo ofrecemos’”, afirma Cocoi. 

Para doña Mechy, lo que ellas ofrecen es salirse de las reglas que tienen muchos hoteles, de horario de comida, para usar la piscina y hasta reglas para vestirse.

“Nosotros en la mañana para el desayuno tenemos un horario, pero si hay una persona que salió a una fiesta en Higüey o Punta Cana y llegó tarde, yo no le voy a decir que no hay desayuno. Yo le guardo su desayuno o cuando te levantes te preparo unos sándwiches y eso. Si quieres venir a cenar y bañarte en la piscina, claro. Vienes temprano, disfrutas de la piscina y a las 8:00 pm te servimos tu cenita romántica”. 

Esa flexibilidad le ha abierto otras puertas, porque han logrado hacer realidad el sueño de algunos de casarse en el campo.

“Hace poco tuvimos una boda aquí de una parejita y yo le dije: ‘dime qué presupuesto tienes y qué tu quieres y yo trato de hacértelo’, y la boda le quedó preciosa”, cuenta doña Mechy.

La cocina de Campito

 Dicen que el amor entra por la cocina y en Campito es para enamorarse, porque doña Mechy se encarga de consentir a sus huéspedes. La cocina es su pasión y Campito le ha dado la oportunidad de compartirlo con otros. 

Los alimentos que ofrecen se basan en la cocina dominicana con un twist internacional, como la define doña Mechy. 

“Yo he tratado de recobrar ese tipo de recetas que preparaba mi abuela, porque un dulce fino tu te lo comes en la ciudad, pero unos casquitos de guayaba, eso nada más lo hacen en las casas”.

Su especialidad son los dulces y doña Mechy se encarga de que no falten en la mesa. 

“El dulce clásico que hacemos aquí es un dulce de coco horneado. A la gente le encanta pedirme la receta, pero esa es una receta mía y esa no la doy (Risas)… El coco secreto que siempre me lo piden. Si tu vas a celebrar tu cumpleaños te hago tu bizcocho, hago pudín de pan. Trato de hacer los dulces criollos, los dulces clásicos, el dulce frío de tostada”. 

 Aunque no son un hotel todo incluido, sí tienen ofertas para complacer la demanda de sus clientes. 

“Nosotros somos un “bed and breakfast”, estamos con el desayuno incluido. ¿Por qué? Porque no tenemos nada alrededor. Usted viene y se levanta: le tenemos su cafecito, frutas del campo y le incluimos el desayuno. Ya después el almuerzo y la cena es opcional. Tu decides si quieres almorzar y cenar con nosotros, porque siempre hay personas que vienen y salen, almuerzan o cenan en otro lugar. Pero cuando te hospedas aquí, tu desayuno está incluido”.

La experiencia en Campito Loving

El eslogan de Campito Loving viene muy tomado de la realidad: “Tu hogar fuera de casa”. Por eso, tanto doña Mechy como Cocoi se ocupan de que tengan las comodidades de casa, esta vez, en el campo. 

“Tenemos internet, tenemos cable… es decir, tenemos una casa de campo con el confort de la ciudad. Eso es parte de nuestra identidad. Tenemos dos habitaciones que están en la parte ‘moderna’ de la casa que tienen, incluso, aire acondicionado. Después tenemos dos habitaciones originales de la casa que tienen su piso de madera, sus ventanas antiguas, sus cortinas, pero les tenemos escrines en la ventana, y si quieren un mosquitero se lo ofrecemos. Es un campo, hay mosquitos… Sin embargo, nosotros fumigamos dos veces al día constantemente”, dice doña Mechy. 

La decoración de la casa no es parte de la casualidad. Tanto Cocoi como su madre han puesto su granito de arena para construir un espacio acogedor.

“Algo importante dentro de nuestra identidad es que tomamos mucho en cuenta el diseño, no hacemos las cosas a la ligera. Hay partes en la casa que estaban decoradas y que las dejamos como estaban, pero sí tenemos dentro de la familia unos tíos decoradores que son los que nos asesoran y le vamos dando los detallitos a la casa… llena de platones, eso fue pensado para que te diviertas los ojos, porque hay que embellecer la vista”, afirma Cocoi.

Para esta joven diseñadora, es importante ofrecer una experiencia multisensorial.

“Desde el café que te estás bebiendo, dónde te lo bebes, el aroma, el sonido y no es algo que nos inventamos nosotros, es que nosotros somos así”, cuenta Cocoi.

“A mí me gusta que todo esté bien, como si fuera un hotel cinco estrellas, porque yo misma no salgo de mi casa a estar peor… ¡mejor me quedo en casa! Entonces, cuando salgo tiene que ser un sitio que me ofrezca algo más. Y nosotras nos ocupamos mucho de las toallas, la limpieza, la piscina… nos encantan las vajillas, nos gusta tener platos bonitos, porque la gente come con los ojos”, dice doña Mechy.

Las personas que visitan Campito Loving tienen la opción de hacer turismo en la zona, con excursiones que le ofrecen junto a empresas que se dedican a estas especialidades de diversión.

“Además, muchas de las personas que vienen aquí se entretienen solos: traen su libro, con una copa de vino y se ponen a charlar. Hay personas que vienen solos, porque lo que están buscando es superación personal y no quieren estar mucho con nosotros, sino como un retiro. Sí hay grupos grandes que quieren jugar dominó, un juego de mesa, música, es muy versátil, depende del grupo. La piscina no se cierra a las seis de la tarde, no limitamos a nuestros huéspedes”.

Un proyecto familiar

La sala está cubierta de cuadros que han sido pintados por la misma Cocoi, por su madre doña Mechy y por su padre, José Arturo Cedeño, quien es piloto de aviones, pero en su tiempo libre le da su cariñito a Campito.

“Mi esposo es el encargado de mantenimiento de aquí, porque él es, como dicen los españoles, muy manitas. Si uno le dice que hay que arreglar una ventana, en su día libre él viene y arregla la ventana. Es decir, que él también es parte fundamental de Campito Loving, porque él nació en esta casa y se conoce todo. Sabe dónde está cada alambrito, cada detallito, se conoce todo lo de aquí”.

 Cocoi dice que Campito se ha convertido en una forma de entretener a su padre cuando está fuera de su trabajo. 

“Como él es piloto, viaja mucho, pero cuando está en tierra es eléctrico… ¿Qué hace José Arturo? Ah no, vamos para el campo y aquí siempre tiene un proyecto”.

Cocoi, ¿Qué significa para ti trabajar con tu madre en este proyecto?

“A mí lo que me ha dado mucho el significado de trabajar en equipo, en este caso la familia. El equipo, la unidad, que todo cuando se hace en armonía, y digamos que con elementos que se complementan, siempre va a dar un mejor resultado. Yo soy artista, me gusta pintar, también hago diseño de moda. En muchas de esas cosas yo siempre trabajaba sola con mi creatividad, la desarrollaba y hacía prototipos, pero con cosas que dependían de mí, de mis herramientas y de mi talento. Lo que más me gustó aquí es que puedo fusionar el talento de muchos y armar este gran muñeco que es Campito Loving. Que si falta algún elemento no es lo mismo, lo que más me gusta es que no se hace sola y qué mejor equipo que una familia”. 

Doña Mechy, ¿Qué significa para usted trabajar con su hija en este proyecto?

“Para mí ha sido una cuestión de herencia. Ella se auto tomó lo que a ella le correspondía, lo que era de ella por herencia. Yo me considero una administradora de la casa, pero realmente era la casa de sus abuelos. Esta casa es mía porque mi esposo me la dio para administrársela a ella. Y llegó el momento en que ella decidió: ‘Oh, pero es mía la casa’. Yo estaba semi-retirada de mi carrera de abogado. Ya ni asistía a la oficina que tenía con mis hermanos. Entonces, me puse a estudiar cocina. Siempre había sido pastelera, siempre había estado veraneando aquí en la casa… Me acostumbré rápido”. 

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