Los criterios Ambientales, Sociales y de Gobernanza o como se conocen por sus siglas en inglés, ESG, están estableciendo la ruta a seguir para la transformación de la economía en el corto plazo.
Las empresas han pasado de la acción voluntaria y altruista de una gestión de Responsabilidad Social a un Sistema de Gestión de Cumplimiento, basado en la materialidad del impacto que tiene la empresa y los riesgos que hayan sido previamente identificados.
De ahí, se desprende la función de “Compliance” o cumplimiento. Dicha función estará presente en todas las empresas sin importar su rubro, que deseen mantenerse competitivas rigiéndose por un criterio de alto estándares en su desempeño.
Para lograr implementar un programa exitoso de ética y cumplimiento, será necesaria la implementación de una estrategia comunicacional, basada en la educación y sensibilización de los colaboradores que, a su vez, promueva la generación de una cultura empresarial sólida.
Una política de cumplimiento efectiva debe ser conocida y comprendida por todos los integrantes de la organización. Sin embargo, al momento de gestionarla, suelen surgir diversas dudas:
¿Son nuestras políticas y procedimientos de fácil acceso y entendimiento amigable para todos los empleados?
¿Quién tiene la responsabilidad de velar por las políticas y los procesos de comunicación efectiva hacia todos los niveles?
Con frecuencia, la función de comunicación aplicada al cumplimiento puede contribuir a aclarar estas dudas. Comparto en esta entrega algunas recomendaciones:
Para garantizar que la gestión de comunicación, para promover que el cumplimiento tenga el máximo impacto, es imprescindible comprender, primero, la audiencia en la organización y definir cuáles son sus necesidades.
Será crítico fomentar una cultura orientada al cumplimiento desde cada uno de los aspectos de gestión: no basta con hablar sobre la importancia de políticas y normas de cumplimiento, si en los equipos no se comprende aún la importancia del respeto de los “deadlines”. La coherencia deberá ser siempre nuestra primera acción.
Ya desde la implementación de nuestro plan, será importante no olvidar la naturaleza inclusiva que debe prevalecer en nuestra estrategia de comunicación, logrando asegurar que nuestro contenido sea accesible para aquellos que no hablan el “idioma del cumplimiento”. Evitar las siglas y la jerga legal, o las nomenclaturas que parecieran llevar a la vida real los sistemas en los que registramos las acciones. No podemos perder de vista el objetivo principal, que siempre será el lograr impactar la cultura organizacional.
Establecer canales de comunicación, según las audiencias, y bajar la información al terreno: desde intranet y sitios de colaboración, hasta simples reuniones de equipo, donde puede compartir entre las distintas áreas ejemplos de buenas prácticas que estén dando resultados.
Parte del éxito de la implementación, radicará en qué tan presente y clara esté la intención de la organización hacia el mantener un alto estándar de cumplimiento, que podamos seleccionar medios de comunicación adecuados, y refinar los mensajes para garantizar claridad.
Una acción combinada de comunicación efectiva, junto a planes de incentivos o dinámicas que motiven los niveles de conciencia deseados entre nuestros colaboradores, crearán una gran diferencia en los resultados.
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