¿Conviene a un Presidente ser su propio vocero? 

En mis más de 25 años de experiencia con primeros mandatarios y demás niveles de Estado, he podido ser testigo y conocer de primera línea cómo se manejan en temas de comunicación pública. 

A diferencia de Danilo Medina, quien se conducía con hermetismo y silencio prolongado, cabe destacar que el actual presidente Luis Abinader se caracteriza por su trato cercano a la gente, sencillo, natural, afable, accesible, conversador; que gusta disertar en los eventos, mostrando incluso, con el paso del tiempo, un mayor dominio de la oratoria en los diferentes escenarios. ¿Personalidades y estilos diferentes? 

Extrapolando esto al mundo corporativo, he manejado empresas cuyos presidentes o CEO’s son excelentes portavoces, o recuerdo el caso particular de uno que, por “no gustarle” exponerse a los medios, delegó en una novel encargada de mercadeo su participación en un prestigioso medio nacional, oportunidad que lógicamente perdió al ser cancelada la entrevista.

En ambos mundos, ¿debe un
Presidente ser su propio vocero?

Dependiendo de la situación y naturaleza del contenido de los mensajes a informar, el vocero puede ser el propio CEO de la empresa, así como el directivo o especialista responsable del área concerniente con el tema a comunicar. Hay instituciones que cuentan con varios voceros, cada uno para tratar temas específicos. En ocasiones, por la trascendencia y dimensión del caso, es mandatorio que sea el presidente de la corporación quien funja como portavoz.

Un portavoz preparado, y esto incluye presidentes, funcionarios y directivos sin excepción, al asumir sus funciones, deben ser entrenados en vocería, dominar las técnicas requeridas para manejarse ante cualquier medio y escenario; saber transmitir con seguridad un mensaje relevante que marque la diferencia, anticipando por igual el impacto de sus respuestas. Debe tener muy claro el contexto de sus intervenciones y sus mensajes, lo que se dice, cómo lo dice, cuándo lo dice y a quién o ante quién lo dice; lo que se hace y se modela, así como lo que no dice o no se hace: todo tiene su lectura y esta debe ser consistente, alineada y gestionada de manera estratégica. Una corporación, o gobierno, puede sucumbir ante una crisis porque su vocero no está preparado para comunicar con y ante los medios de comunicación. 

A nivel gubernamental, que un Presidente ofrezca declaraciones a diario a los medios de comunicación, sumado a la frecuencia de alocuciones programadas y dirigidas a la nación, puede ser un arma de doble filo, diluyendo progresivamente no solo el interés, sino en cierto grado la credibilidad, y en nuestra cultura, incluso, generar niveles de animadversión. ¿Decisión personal o estrategia de gobierno? Algunos me dirán que una cosa es con guitarra y otra con violín.