COVID-19 encierra a la Humanidad. La infección viral que remece al mundo

El virus ha contagiado a 9 millones y cobrado casi 470 mil vidas en todo el planeta. Sobre 4.3 millones de casos en las Américas y los muertos superan los 220 mil. Impacto psicológico,
socio-económico y una pandemia de hambre, son las “nuevas amenazas” producto del
COVID-19. La enfermedad ha matado a más de 660 dominicanos y la cifra de contagiados supera las 26.600 mil personas.

Los primeros casos de COVID-19 (Corona Virus Disease 2019), fueron detectados en el continente asiático a mediados de diciembre de 2019, en un mercado   a crear una alerta sanitaria, tras identificarse como un nuevo coronavirus. El 22 de enero, la ciudad de 11 millones de habitantes quedaba en cuarenena, producto del Coronavirus tipo 2, síndrome respiratorio agudo grave o SARS-CoV-2. 

Al mismo tiempo, empezaron a darse casos de la enfermedad entre personal sanitario y el virus saltó a Corea del Sur. ​La OMS advirtió de que podría originarse una epidemia internacional, ​ temor que se incrementó por la cercanía de las celebraciones del Año Nuevo Chino, durante las cuales millones de personas se desplazan de una provincia a otra.

El 30 de enero de 2020, la OMS declaró la existencia de un riesgo para la salud pública de interés internacional, de acuerdo al Reglamento Sanitario Internacional.

Posteriormente, el 11 de marzo de 2020, la OMS declara pandemia por COVID-19, con 118 mil infectados y 4.291 muertos en 114 países del mundo, cifras que han mantenido un incremento relevante en América Latina.

En República Dominicana, el primer caso se dio a conocer el 1 de marzo, por contagio de un turista italiano de 62 años que fue puesto en aislamiento en un hospital militar en Santo Domingo. La noticia se produce un día después de que Ecuador confirmara un caso y de que México y Brasil también registraran varios afectados esta semana, según informó la agencia internacional Reuter.

Las primeras medidas tomadas por el Gobierno como prevención, fueron suspender los vuelos desde la ciudad italiana de Milán por 30 días, debido al aumento de los casos de la enfermedad en Italia. Asimismo, comenzaron las revisiones epidemiológicas en los aeropuertos del país y, en la base naval de Santo Domingo, comenzó el preparativo de un hospital con capacidad para 40 camas para trasladar a eventuales pacientes de COVID-19.

El ministro de Salud Pública Rafael Sánchez Cárdenas, indicó que las zonas más afectadas son el Distrito Nacional, Santiago, Santo Domingo, Duarte, La Altagracia y San Pedro de Macorís.

El 20 de mayo, el país inició la desescalada con la apertura del transporte colectivo público, el reinicio de operación de las empresas y pequeños negocios como barberías, tiendas de computadoras, talleres y salones de belleza.

La nación se mantiene en estado de emergencia desde el 19 de marzo, y mantiene un toque de queda desde las 7:00 de la noche a las 5:00 de la mañana.

Al 22 de junio, la enfermedad había cobrado la vida de 662 dominicanos y  contagiado a 26.677 personas, con 15.138 recuperados. El país comienza una nueva fase de apertura por coronavirus, dado que la curva de contagios se ha aplanado, reiniciando ciertas actividades como el transporte colectivo, reapertura de iglesias para oficiar misas o cultos dominicales y permitiendo mayor cantidad de empleados en las empresas. 

Las empresas que cuenten con uno a diez empleados podrán operar con la totalidad de su personal; las que tienen entre 11 y 50 empleados podrán incorporar el 75 por ciento de su plantilla; y las empresas medianas y grandes podrán trabajar con el 50 por ciento de su personal. 

El ministro de Presidencia, Gustavo Montalvo, enfatizó que “todavía” no se pueden celebrar reuniones sociales”. Advierte del peligro en el relajamiento de las medidas preventivas en algunos puntos del país. “Eso implica, para todos, el uso de la mascarilla en espacios públicos, así como mantener las medidas de higiene y distancia social.

Es un tipo de coronavirus​ cuya expansión mundial ha provocado la pandemia de 2019-2020. El hoy conocido como COVID-19, parece tener un origen zoonótico, es decir, se transmitió de un huésped animal a uno humano. 

La transmisión del virus entre humanos es posible a través de las secreciones respiratorias de las personas infectadas, sobre todo mediante la expulsión, a través de la tos o el estornudo, de pequeñas gotas de más de 5 micras de diámetro que pueden alcanzar cruzando el aire distancias de dos metros,​ también mediante contacto directo con estas secreciones o por objetos contaminados por las mismas. 

El virus se presenta de forma similar a los síntomas de la gripe, es decir, fiebre, tos seca, disnea (dificultad para respirar), mialgia (dolor muscular) y fatiga. En casos graves se caracteriza por producir neumonía síndrome de dificultad respiratoria aguda, sepsis, y choque séptico que conduce a cerca de 3,75 % de los infectados a la muerte.​ No existe tratamiento específico; las medidas terapéuticas principales consisten en aliviar los síntomas y mantener las funciones vitales. (Fuente: Organización Mundial de la Salud, OMS).

El  periodo de incubación: tiempo que transcurre desde que una persona se infecta por el virus hasta que presenta síntomas, oscila en general entre los 4 y los 14 días, en el 95 % de las ocasiones es menor a 12.5 días. Los límites extremos se han establecido entre 2 y 14 días después del contagio.

Impacto Socio-Económico del COVID-19 en las Américas

 El COVID-19 trajo consigo una crisis sanitaria de gran dimensión, con repercusiones considerables en la salud y en la economía.  Se prevé que habrá una contracción importante en el crecimiento económico mundial inclusive con implicaciones para el siguiente año. La Agencia de Alimentación de la Organización de Naciones Unidas, advirtió que, si no se toman medidas, el impacto socioeconómico de la pandemia de COVID-19 en América Latina y el Caribe, puede dejar alrededor de 14 millones de personas vulnerables al hambre en 11 países de la región. Agrega que aún se está a tiempo para evitar que millones de personas en la región sufran. 

La Directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Carissa F. Etienne, pidió a los países que aborden las emergencias de salud, sociales y económicas. “La pandemia nos ha obligado a abordar tres emergencias al mismo tiempo: una emergencia de salud, otra social y otra económica. Para tener éxito, necesitamos un enfoque conjunto”. Los países deben apoyar sus economías mientras crean redes de protección social sólidas y adoptan medidas de salud pública basadas en evidencia que son esenciales para salvar vidas”, sostuvo Etienne.

De acuerdo a los indicadores económicos 2020 de la Organización Internacional del Trabajo, OIT,  con la pandemia se pronostica una contracción regional promedio de -5,3%, para este año. El descenso de la actividad económica puede agravar la condición de millones de personas vulnerables que necesitan trabajar para acceder a los alimentos. Asimismo, la situación de restricción de salida y resguardo de las personas complican aún más la posibilidad de trabajar. Las pérdidas de las remesas del exterior también son negativas.

Un estudio realizado por Secretaría Ejecutiva del Consejo Monetario Centroamericano (SECMCA) y la Secretaría de Integración Económica Centroamericana (SIECA), señalan que una de las implicaciones económicas de una epidemia es la disminución de los viajes y el turismo a las regiones afectadas, así como las medidas tomadas por los gobernantes para que los brotes disminuyan. La dimensión de los efectos en la economía de una pandemia estará determinada por las medidas tomadas para evitar grandes contagios y limitar el área de propagación. 

Se proyecta que la economía centroamericana mostrará un decrecimiento del PIB en el orden del -2.9%, con una variación en los precios al consumidor alrededor del 1.1% para el 2020. El 2021 se proyecta una recuperación gradual de la economía con una variación esperada del PIB del -0.1% y una tasa de inflación del 2.3%. 

La simulación de este mismo escenario para Centroamérica y República Dominicana indica que la variación del PIB en el 2020, sería del -1.8% y de un +1.2% en 2021.

Efecto Psicológico de la Cuarentena

La Covid-19 ha transformado drásticamente la manera en la que vivimos y nos relacionamos, dejando una huella psicológica y social en gran parte de la población mundial. El encierro obligó a las personas a permanecer en el interior de sus casas para detener la propagación de COVID-19. El distanciamiento social ha significado que muchos de nosotros no podamos ver o sentir a nuestros seres queridos. En muchos casos, la enfermedad ha impactado de forma directa a personas cercanas, lo que se traduce en una prevalencia mayor de los problemas relacionados con la salud mental.

Algunas personas experimentarán estrés, ansiedad, insomnio y depresión. No todas las personas van a sufrir los mismos efectos, esto depende mucho de sus potencialidades, deficiencias y enfermedades ya existentes. La sensación psicológica de inseguridad laboral de las personas, tanto que hayan perdido el empleo y en especial, quienes teman que ocurra o que empeore su situación puede provocar estos síntomas. 

Las personas mayores y enfermos crónicos también sufren cambios relevantes es su estado psicológico, por miedo a una reaparición o agravamiento de su estado de salud. Posiblemente van a tener más miedo, respeto al virus y van a intentar protegerse más.

El sedentarismo en
confinamiento:

 La conciencia de los músculos, de la posición que ocupábamos en la casa, de nuestros límites en el movimiento. Hay muchas maneras de afrontar la vuelta a la movilidad. Expertos recomiendan:

Una sesión de 30 minutos de ejercicios diariamente.

Levantarse y caminar cada 60 minutos, si hemos estado ese tiempo sentados, realizar ejercicios de movilidad que afecten a estructuras corporales básicas (la columna, rodillas, caderas, tobillos, hombros, cabeza). 

Comer sano. Lo ideal es consumir cinco frutas y/o verduras diariamente.

Tratar se sociabilizar con amigos y familiares, aunque sea por medio del ordenador.

Orientaciones para
prevenir el contagio

Una de las principales medidas de protección individual frente a las enfermedades respiratorias es el lavado frecuente de manos con agua y jabón. Si no se puede de esta forma, el alcohol gel también es una buena medida. En cuanto a las mascarillas, estas deben ser usadas por todas las personas, enfermas y sus cuidadores.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda seguir las siguientes precauciones:

Lavarse las manos con agua y jabón con frecuencia,o usar un desinfectante a base de alcohol.

Cubrirse la boca y la nariz con el codo o con un pañuelo desechable al toser o estornudar y botarlo.

Evitar tocarse los ojos, la nariz y la boca.

Evitar compartir platos, vasos, ropa de cama y otros objetos.

Mantener el distanciamiento social (1metro)

Limpiar y desinfectar frecuentemente  las superficies.

Respetar las medidas de aislamiento indicadas por la autoridad sanitaria.

Cuándo consultar: 

Deben acudir al Servicio de Urgencia Respiratoria aquellos pacientes con síntomas respiratorios agudos  (fiebre alta, dificultad respiratoria, decaimiento extremo). En tanto, quienes presenten síntomas respiratorios leves (congestión nasal o tos) no deben acudir a la clínica y se les sugiere permanecer en casa y volver a programar sus consultas médicas, servicios diagnósticos y/o procedimientos ambulatorios, salvo aquellos de carácter imprescindible.

Cuál es la población
de riesgo:
 

Potencialmente, se pueden contagiar todas las personas expuestas a gotitas en el ambiente o a superficies contaminadas. Sin embargo, el desarrollo de la enfermedad y su severidad dependerán de las condiciones de base del paciente, siendo más vulnerables quienes tienen enfermedades que afectan su sistema inmune o reciben tratamientos que disminuyen sus defensas, adultos mayores y portadores de patologías crónicas susceptibles a descompensarse.

También, se encuentran más expuestos quienes viajen a países y zonas con casos confirmados o brotes activos y que tengan contacto cercano con enfermos.

Hasta ahora la mayoría de los casos han sido leves y el resto de los pacientes hace una infección moderada a severa. Sin embargo, uno de cada cuatro requerirá atención en la Unidad de Cuidados Intensivos.

Tratamiento: 

A la fecha no existe un tratamiento específico, aunque se están llevando a cabo ensayos clínicos con antivirales empleados en otras enfermedades.

Actualmente, el tratamiento es sintomático para controlar la fiebre y el malestar. En tanto, los casos severos son asistidos con medidas de soporte como la ventilación mecánica.

Cabe mencionar que los antibióticos no son efectivos ni útiles para el tratamiento de COVID-19. (Fuente: C. Alemana)

“La pandemia de COVID-19 nos ha enseñado muchas cosas: La salud no es un gasto, es una inversión”. 

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