Credo y prédica en el periodismo

La periodista Arelis Peña Brito conservó, durante años, uno de esos textos que yo preparé para ser presentado en una de las graduaciones del Instituto Dominicano de Periodismo, y en el tiempo presente, creo oportuno la reproducción ante tantas versiones peregrinas sobre la forma de ejercer la profesión, en que no faltan las cuestionables pretensiones de posverdad o verdad alternativa.

Les decía entonces que acaban de graduarse en uno de los oficios más nobles y que podían, desde su ejercicio profesional, contribuir a causas de gran provecho social para el afianzamiento de la libertad, la democracia, la justicia, los derechos humanos y la convivencia armónica en sociedad.

Pero les advertía que, para que pudieran ser verdaderos entes promotores de esos factores, debían esforzarse siempre en ser, en primer término, fieles e intransigentes en la adhesión a sus conciencias y principios, y luego identificar y defender los elementos que permiten realizar un buen periodismo.

Asimismo, les aconsejaba practicar el escepticismo y la duda razonable ante todas las situaciones que se le presenten, antes de asumirlas como verdades irrefutables y divulgarlas con sentido de orientación y credibilidad. Les decía que solo de esta forma lograrían, en alguna medida, evitar ser confundidos o utilizados por los intereses, no siempre diáfanos y legítimos, que se mueven en el escenario nacional.

A continuación, agregaba que su compromiso invariable debía ser con el público en general. y en ningún caso con un sector o grupo en particular.

Tan importante como eso, les recomendaba el cotejo y la verificación exhaustiva de todos los datos, y la representación más amplia y equitativa de todas las aristas en la elaboración de una información o reportaje, por ser parte esencial de una regla de oro que debía guiarles en su quehacer cotidiano.

Entre otros consejos, les recomendaba rechazar cualquier inclinación a la arrogancia y no dejarse seducir por alabanzas y reconocimientos. En ese contexto, les señalaba que el periodismo es una profesión para servir, y si algún poder tiene, ha de ser utilizado para proveer informaciones de utilidad e interés general, además de impulsar campañas en pro del mejoramiento de la calidad de vida y combatir todo aquello que afecte la coexistencia pacífica

Les pedía, además, que aceptaran de buena gana todas las rectificaciones y las opiniones ajenas, siempre y cuando fueran formuladas con el debido respeto, y rechazar con inquebrantable firmeza las presiones, las amenazas y las insinuaciones maliciosas de quienes trataran de apartarlos de un periodismo veraz, objetivo y crítico.

Finalmente, les pedía: sean cuidadosos, si es preciso, hasta la necedad al medir y proyectar el alcance y las implicaciones de cada información, sobre todo en lo que tiene que ver con algo tan sagrado como la honra de las personas, pero esto no debe implicar temor ni autocensura. Rehúyan el mal hábito de contaminar las noticias con sus propios juicios, por más acertados que los consideren. Dejen que sean los destinatarios de las informaciones quienes se formen sus opiniones a partir de los detalles que reciben. Mientras éstos tengan la mayor amplitud posible, en cuanto a datos y detalles debidamente sustentados, mejores, más precisas, ajustadas a la realidad y diversas serán las opiniones que generen..