Dominican Tree House: Turismo sostenible al “Estilo Tarzán”

El turismo ecológico para algunos es una moda, para otros es una forma de cuidar el medio ambiente. Lo que es una realidad es que es una tendencia que va en crecimiento, de acuerdo a datos de una investigación realizada por booking.com, en la que revelan que la mayoría de los viajeros en el mundo quieren hospedarse en hoteles ambientalmente sostenibles. Dominican Tree House, en Samaná, es uno de los lugares que ofrece esa experiencia en República Dominicana. Dormir en una casa en un árbol, en el medio de la jungla es, sin duda, un sueño hecho realidad.

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November 25, 2019

¡Vacaciones! Esa debe ser la frase preferida de todos los trabajadores. Descansar, respirar aire fresco. Nos llega a la cabeza la imagen de una playa, un chaise longue o una hamaca. Sin embargo, muchos viajeros han asumido un estilo de vida inclinado al “living green”, es decir, vivir verde. 

Es que todo cambia, y hoy, muchas personas quieren experiencias más apegadas al cuidado del medio ambiente, por lo que esperan conocer opciones que se ajusten a su estilo de vida. Pero muchas veces vivir “verde” no es tan fácil cuando tu destino no es precisamente eco-amigable. 

Por ejemplo, una investigación realizada por booking.com, en 2018, reveló que el 87 % de los viajeros de todo el mundo quiere “viajar de forma ecológica”, pero solo el 39 % lo logra, y el 48 % dijo que “nunca, casi nunca o solamente algunas veces” logra viajar de forma sustentable.

Esto indica que la mayoría de los viajeros prefieren opciones de alojamiento en lugares que se preocupen por el cuidado del planeta. 

Mientras tanto, la tendencia en el mundo es a que el turismo siga creciendo. Para tener una idea, en 1950, hubo alrededor de 25 millones de turistas. No obstante, la Organización Mundial del Turismo (OMT) de Naciones Unidas prevé que para el año 2030 habrá 1,800 millones. 

 Y en República Dominicana, el turismo ecológico no se ha quedado atrás, con ofertas diversas e interesantes que buscan atraer a ese público que precisamente está buscando lugares más amigables con el planeta.

Uno de ellos es Dominican Tree House & Village, una jungla donde vacacionar es el sueño de muchos hecho realidad. A este paradisíaco lugar llegó revista CONTACTO, para contarles la experiencia de vivir unos días en esta jungla en “primera persona”.

El viaje a Dominican Tree House

Emprendimos nuestro viaje desde Santo Domingo, pusimos en Google Maps nuestro destino: Dominican Tree House, en el Valle, Samaná, y llegamos luego de un viaje de casi 3 horas. 

Arribamos sin contratiempos. El letrero de la entrada da la sensación de haber llegado a un restaurante en un pueblo. Sin embargo, cuando comenzamos a entrar, nos dimos cuenta que estábamos siendo envueltos por una vegetación que a medida que avanzábamos nos hacía parte de ella. 

Y así llegamos a la recepción de Dominican Tree House. Estábamos en un lugar completamente diferente a la entrada, todo de madera, y al observar hacia el fondo nos sorprendimos al darnos cuenta que nos encontrábamos, literalmente, en medio de una jungla. Árboles por todos lados y ohh… ¡sorpresa!: unas cabañas encima de los árboles, algunas a gran altura, que se podían apreciar desde ese lugar.

Ahí nos recibió Áurea Svelti, gerente general del hotel, quien nos contó la historia del lugar, con una emoción y alegría que nos desbordó… casi, como si fuera la primera vez que lo hacía.

“Todo comenzó por el zip line (polea suspendida por cables montados en un declive o inclinación, desde donde las personas se impulsan), hace nueve años. Cuatro años después de esa construcción, obtuvimos los recursos para construir el Tree House, principalmente, gracias a las ganancias del zip line. El zip line está ubicado justamente al lado de este terreno. Entonces, tenemos ya casi seis años abiertos”, nos cuenta Áurea, al sentarse en un sofá rojo, en la recepción del hotel.

La idea de crear un hotel encima de los árboles fue del propietario, Bart Griffin, originario de Boise, Idaho, Estados Unidos. 

“Él dice que desde que era pequeño siempre dibujaba casas en los árboles, siempre quiso tener casas en los árboles, y que su sueño era tener una villa o un hotel donde él pudiera albergar a la gente y eso es exactamente lo que hacemos”.

Materializar ese sueño le tomó a Bart tres años, tiempo que tardaron en construir las villas que alojarían a los turistas. 

“Es un trabajo muy delicado, todo es de madera y cana, no hay cemento, y casi todo se construyó con madera caída y cosas de la selva”, explica Áurea, mientras señala el techo de la recepción construido bajo la supervisión de arquitectos alemanes y trabajadores de la zona de Samaná.

“El plan oficial se trabajó junto con los que nos ayudaron con el zip line, que son alemanes. Son realmente los mejores arquitectos, verdaderos ingenieros que se dedican a construir este tipo de casas…Todos los trabajadores fueron dominicanos. Mi carpintero es dominicano, y quienes hicieron este techo de cana fueron todos dominicanos, gente de Samaná, gente del Limón… si no sabían cómo hacer algo como esto, se les daba el entrenamiento y ellos lo hacían. Y así fue con todo: las sillas las hicimos nosotros, las sillas de bambú, las mesas, las camas. Nosotros tenemos unas hamacas en las habitaciones que son de bejuco, eso que cae de los arboles… eso lo hicimos nosotros. Los zafacones, las lámparas y todo fue hecho a mano por la gente de Samaná”.

Ese toque rústico y natural se nota en la infraestructura y los muebles del lugar. Las cabañas no tienen paredes, solo cortinas rojas. Da la impresión de ser una terraza con cortinas para tapar la luz del sol, por si quieres dormir de día. Es decir, ¡estás completamente entregado a la naturaleza!

Al ver tantas plantas me sorprendió no haber visto un solo mosquito. 

“No tenemos mosquitos, pero sí tenemos sapos, murciélagos y lagartos que se comen los mosquitos. A parte de que también usamos un producto de fumigación natural que no daña las plantas y que ahuyenta los mosquitos, y tenemos unas plantas que al mosquito no le gusta y que también los repele. Los mosquitos no entran y los que nacen aquí, en el agua, los sapos se los comen”, me comenta Áurea. 

No puedo negar que cuando me mencionó sapos y murciélagos, comencé a mirar para todos lados para ver si veía alguno, pero tampoco los vi. Al cabo de un rato, me olvidé de los mosquitos, los sapos y los murciélagos… solo miraba mi alrededor, que me tenía totalmente atónita, por la majestuosidad del lugar.

¿Qué se hace en Dominican Tree House?

Muchos se deben estar preguntando, a parte de dormir en una casa en un árbol, ¿qué se hace en Dominican Tree House? Y la verdad, es que hay actividades para todos los gustos.

Para los menos atléticos y poco aventureros como yo, pueden dar un paseo en bicicleta hacia la playa y pasarse el día en el mar y la arena, debajo de unos hermosos árboles y un reconfortante restaurantes al lado de la playa de El Valle… Pero también puede ir en bote a la playa Ermitaño, para diversificar las salidas.

Ahora, los más aventureros, tienen un sin fin de actividades, desde lanzarse por el zip line más alto del Caribe, hasta hacer snorking en Cayo Levantado. 

“Tenemos excursiones al Salto el Limón, Playa Rincón, Playa Ermitaño, las ballenas jorobadas para cuando es época de ballenas; snorking en Cayo Levantado; horseback, tenemos Four Wheel… realmente nos adaptamos a lo que el cliente necesita”.

En Dominican Tree House, además de la piscina que tienen en sus instalaciones, también existen varios afluentes que pasan por las instalaciones.

“Dentro del terreno está la cascada Lulú, que es una de las cascadas más lindas de Samaná, en conjunto con el río que pasa por las instalaciones. Ahora mismo está seco, porque República Dominicana tiene una sequía increíble, pero a parte de eso, tenemos la playa a 10 minutos, que se va en bicicleta y tenemos también otros ríos dentro de la misma propiedad”. 

De noche, las actividades siguen. Como es un hotel con una oferta más bohemia, las actividades se hacen en grupo.

“Aquí tenemos todo tipo de juegos: carta, dominó, cantamos, bailamos, tenemos dos fogatas, una de agua y otra de madera. La de agua funciona creando el fuego en el agua. A los clientes les encanta, es agua natural y se le echa jabón líquido; tenemos una tubería de gas natural que hacen burbujas de gas con el agua y cuando el fuego toca las burbujas se enciende la fogata”. 

Ahora, para los que buscan un poco más de calma, tienen varias opciones. Pueden tomar clases de yoga, caminar por el Valle, disfrutar de un libro desde la altura de su habitación escuchando solo el canto de las aves.

“Lo primero es que se van a desconectar. Van a disfrutar de sí mismo, van a disfrutar con su pareja, su familia o la persona que decida traer como compañía. Muchas personas vienen solas. Muchos viajeros que vienen de Rumania, Estados Unidos e Italia vienen solos, para reencontrarse a sí mismos”.

El Dominican Tree House es un hotel de 22 habitaciones, donde su gerente general se sabe el nombre de todos los huéspedes. Pareciera que se conocen de toda la vida. 

“Si yo tuviera 100 habitaciones sería imposible saberme el nombre de todo el mundo. Yo sé quién es vegan, sé quien es alérgico a la leche, quienes tienen niños y eso es porque tenemos una cantidad de personas que podemos manejar. La ocupación máxima son 48 personas, pero podemos poner una que otra cama y albergar entre 50 y 55 personas”.

Una oferta ecológica

La idea de un hotel ecológico es que no contamine el medio ambiente, que no maltrate a la naturaleza y que reduzca el consumo de material tóxico y energía generada por combustibles fósiles, entre muchas otras. 

Como es lógico, las cabañas no cuentan con aire acondicionado, y aunque tuvieran, no existen paredes para que el aire se concentre. Usan ventiladores de techo que se encargan de ambientar la habitación, además de la brisa natural. 

“El agua que nosotros usamos no es el agua de la tubería que nos provee la CAASD, sino que nosotros tenemos pozos que nos da el agua. Además de que usamos el menos plástico posible, el menos papel posible. Hemos sembrado cientos de miles de árboles en toda la montaña de Samaná. Además, todos los jugos, comidas y servicios que le ofrecemos al cliente también son naturales. No usamos químicos”.

Áurea dice que aunque haya muchos hoteles ecológicos, cada uno es diferente entre sí, porque cada uno ofrece lo que la naturaleza del lugar le permite. Por ejemplo, en Jarabacoa hay hoteles con aguas termales y eso es propio del lugar.

“Es que la gente está cansada. La gente viaja y viaja y donde va es lo mismo que le ofrecen. Muchos hoteles por más que me pinten la cama de forma diferente, que el jacuzzi sea diferente, al final yo siento que tengo lo mismo que tuve el año pasado y el año antepasado. Sin embargo, esto es un poco más personalizado. La gente tiene algo que no está acostumbrada a tener, algo que viene prácticamente de la imaginación y que se trabaja con la naturaleza”.

Es por esto que este tipo de hoteles no está dirigido a todo tipo de turistas. “Si tu eres una persona típica que lo que te gusta es el aire acondicionado, el agua caliente, el jacuzzi y las comodidades de la ciudad, y te gusta un hotel todo incluido 5 estrellas, este no es el hotel para ti. Tú tienes que ser una persona especial, tienes que querer conectarte con la naturaleza, tienes que querer cambiar algo en tu vida”. 

Tampoco ofrecen servicio de habitación. Es decir, la limpieza y que todo esté en orden se encarga el hotel, pero las comidas no se sirven en las habitaciones.

“Aquí tú tienes que bajar y convivir con las personas. Aquí no hay mesas de dos personas. Tú tienes que sentarte a cenar con otras persona, tienes que hablar con otra persona, tienes que conocer otras personas. Nosotros tenemos grupos que se conocieron en Tree House y ahora se juntan en Estados Unidos, van a conciertos juntos, terminan siendo amigos. Y vuelven juntos aquí, la misma gente que por casualidad se conocieron en el Tree House”.

Tanto así, que en Dominican Tree House da la sensación de que vas a almorzar en familia, donde todos se sientan juntos a la mesa y comparten sus experiencias.

“Aquí en el hotel ofrecemos el desayuno y la cena. Entonces, el almuerzo tenemos dos restaurantes que son de gente local que decidimos apadrinar, donde enviamos los clientes con un voucher y al final de cada quincena ellos nos mandan los voucher y nosotros les pagamos. Uno está aquí en la entrada del hotel, que es donde se sirve pizza y hay wifi… como nosotros no tenemos señal, cualquier persona que necesite comunicarse con un ser querido o hacer una llamada, se dirige al restaurante. El wifi tiene un costo de 10 dólares por estadía. Luego está el restaurante de la playa. Ahí te vas en bicicleta, comes en la playa, te ofrecen pollo, pescado, calamar o hamburguesa”.

Los paquetes

Todos los paquetes incluyen lo mismo: las excursiones, comida, bebida, aunque la diferencia es el número de noches. Los paquetes son Road Package, Jungle, Hideaway y Junger Getaway.

“Hay uno que va de tres a cinco noches y hay otro que va desde siete a nueve noches. Entonces, te incluyen desde la recogida en el aeropuerto y el transporte, la estadía, comida, bebidas con alcohol y masajes”.

Entonces, los tours son paquetes que se agregan. “Por ejemplo, tenemos paquetes que se llaman Feeling the love y All the love, que esos paquetes te incluyen flores en la habitación, vino, te hacemos una cena privada en el yoga y le hacemos hasta un caminito de velas”.

También hay paquetes aventureros, que incluyen zip line ilimitado y una o tres excursiones.

El personal de Tree House

En el hotel, trabajan 27 personas, entre mantenimiento, housekeeping, bartender, cocina, seguridad, entre otras áreas. No obstante, hay personas que reciben beneficios de Tree House sin necesariamente ser empleados del hotel. 

“Todos son de Samaná, la mayoría de El Valle, que es este lugar donde está el hotel. El Tree House le provee empleo a la gente de El Valle, así también le provee beneficios económicos a los pequeños comerciantes. El almuerzo está incluido, pero no lo ofrecemos en el hotel, entonces, la gente tiene que salir, montarse en una bicicleta y recorrer El Valle hasta la playa. Se paran a comprar un pan de coco, un café, un cacao o artesanía. Muchos locales viven del hotel y de los clientes que el hotel atrae. Así como los transportes, los clientes que deciden ir al pueblo a conocer Las Terrenas y Las Galeras. Los paquetes de nosotros son de cinco noches, seis noches, nueve noches, o sea, que la gente tiene tiempo de hacer muchas cosas”.

Nos sorprendió cuando nos dijeron que dos de los restaurantes pertenecen a personas de la comunidad que el hotel ha apadrinado. De manera que los clientes van a esos restaurantes y el hotel le paga al propietario del local por lo consumido. Parecido sucede con el gift shop, que es de un empleado que hace artesanías y las vende dentro de las instalaciones del Tree House.

“Nosotros estamos construyendo cabinas de masaje encima de la piscina, que es otro programa que tenemos con las mujeres de Samaná. Les ofrecimos formación en Infotep y cuando ya estaban listas les dimos la oportunidad de que vengan y ofrezcan el servicio de masaje, y el pago es todo para ellas. Ellas antes no tenían trabajo y ahora tienen una forma de mantener a sus familias”.

También apadrinaron un orfanato con la colaboración de los huéspedes del hotel, quienes hacen donaciones para los niños. Además de la labor que realizan a través de su fundación The Jungle Life.

“Tenemos clientes que están apadrinando niños en el orfanato que le mandan su cantidad de dinero mensual para que puedan ir a la escuela, para que puedan comer, y tener ropa. Tenemos un programa de donaciones, donde los clientes nos traen ayuda para la escuela, juguetes, pañales, útiles escolares, todo lo que ellos necesitan y nosotros nos encargamos de que les llegue.”. 

Se amplía la vida en la jungla

Aunque Dominican Tree House no tiene planes de ampliación, porque quieren mantener su esencia, su propietario Bart Griffin tiene dos proyectos en la zona. 

“The Cliff es un nuevo hotel. Nosotros compramos todos los terrenos, casi hasta la presa. No para construir, sino para evitar que construyan. Nuestra meta es sembrar más de un millón de árboles en todo El Valle, y The Cliff va a ser un concepto aparte, igual de natural, pero las habitaciones y todo va a ser diferente”. 

Y el otro proyecto es Génesis, que es residencial, este sí con un concepto más parecido al Tree House.

“Nuestros clientes vienen y lo que quieren es quedarse a vivir aquí. Entonces, a raíz de la petición de los clientes, les construimos su propia casa en el árbol. Y ellos tienen su casa que es suya y cuando vuelven, vuelven a su casa”.

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