Estados Unidos, con una fascinante y épica historia que lo ha situado ante el mundo como ejemplo de libertad, derechos igualitarios y democracia, paradójicamente aín no está preparado para que una mujer llegue a la Casa Blanca, como quedó demostrado con la reciente derrota de la candidatura demócrata Kamala Harris.
El revés de Harris, frente al republicano Donald Trump, es la segunda ocasión en que esa oportunidad le es negada en las urnas a una mujer, luego de que la también aspirante demócrata Hillary Climtom pasara por la misma experiencia y, precisamente, también frente a Trump, en las elecciones de 2016.
A pesar de que Harris estuvo casi pareja en las encuestas de preferencia electoral en varios momentos culminantes del último tramo de la campaña demócrata, no logró los 270 votos cruciales para ganar la presidencia, ya que en el sistema electoral estadounidense, se puede perder unas elecciones a pesar de obtener mayoría en la votación popular.
Debido a la influencia de Estados Unidos en materia de geopolítica, sus comicios presidenciales y sus resultaron concitaron gran atención en países de América Latina y a nivel global. En República Dominicana, este seguimiento tiene particular importancia, y se mantendrá en la expectativa de primer orden, dada la incidencia que pueda tener para el país esta nueva administración republicana, principalmente, en cuanto a economía y política migratoria.
La clase política norteamericana, y dentro de sus millones de votantes, los de ascendencia hispana no fueron los únicos que le negaron un apoyo decisivo a Kamala. También, la gran prensa escrita de Estados Unidos, que siempre ha proyectado a esa nación cono meca y meta de oportunidades de progreso únicas, dio un brusco, cuestionable y hasta ahora no bien explicado viraje, en una tradición editorial de medio siglo al retirar su apoyo a la candidata demócrata.
Siguiendo esa dilatada práctica de apoyar pública y abiertamente a un candidato presidencial, sobre la base de que el consejo editorial que dirige la opinión del diario actuaba con absoluta independencia de la parte informativa, con la que incluso era normal que tuviera a veces marcadas diferencias, el emblemático periódico The Washington Post tenía preparado un editorial de apoyo a Harris a solo días de las elecciones, pero fue retirado por órdenes del dueño de la cabecera, el multimillonario Jeff Bezos, el segundo hombre más rico del mundo.
A pesar de que el cambio de política editorial fue rápidamente explicado para disipar dudas y especulaciones sobre la causa y finalidad, y de que hubiera obedecido a presiones políticas y económicas contrarias a los demócratas, el retiro del respaldo a Harris provocó duras críticas, incluso, en el propio seno del diario.
Uno de los primeros en reaccionar fue el exdirector de The Washington Post, Martin Baron, quien tras rechazar la explicación de los actuales gestores de que que la medida tenía como objetivo volver a
los principios originales del periódico, afirmó que era una “cobardía con la democracia como víctima”, y de inmediato su posición fue ampliamente respaldada.
Todo esto ha provocado un gran revuelo y malestar en la Redacción de The Washington Post, una queja casi generalizada de sus columnistas, e incluso la crítica de los periodistas de investigación Bob Woodward y Carl Bernstein, que sobresalieron con fama mundial por haber desvelado en 1972 el escándalo Watergate, que obligó a renunciar al entonces presidente Richard M. Nixon.
Es probable que este cuestionado episodio en la trayectoria institucional de The Washington Post con la candidata Kamala Harris, y su enfoque editorial, seguirá siendo tema de debate, dentro y fuera de las fronteras imperiales de Estados Unidos, por ser paradigna de una prensa comprometida con los valores fundamentales de la información y el periodismo veraz.
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