Gartner, consultora especializada en tecnología, estima que el 65 % de los datos almacenados están desorganizados, aspecto que limita su capacidad de uso y reduce las oportunidades de aprovecharlos para un bien común, lo que también puede ocasionar un uso indebido de estas informaciones, según se explica en el informe “El Dataísmo: La economía que adora los datos pero que no los utiliza bien”, elaborado por LLYC.
Santo Domingo. El desarrollo de la tecnología, como ente precursor de cambios radicales, ha suscitado grandes logros a través de la exportación y almacenamiento de datos, que han permitido la construcción de un modelo de conocimiento con mayor solidez, precisión informativa y eficacia. Estos logros se ven reflejados en propuestas médicas que superan las limitaciones sanitarias con el desarrollo de fármacos y tratamientos a enfermedades letales solo con el empleo de los datos, pero también impactan significativamente en la economía mundial, ya que las empresas más importantes del planeta son aquellas que gestionan los datos. Sin embargo, en este convergen intenciones disruptivas que pueden ser utilizadas para bien o para mal.
Gartner, consultora especializada en tecnología, estima que el 65 % de los datos almacenados están desorganizados, aspecto que limita su capacidad de uso y reduce las oportunidades de aprovecharlos para un bien común, lo que también puede ocasionar un uso indebido de estas informaciones, según se explica en el informe “El Dataísmo: La economía que adora los datos pero que no los utiliza bien”, elaborado por LLYC.
Claramente, la digitalización en los últimos tiempos ha avanzado en pasos agigantados, esto a raíz del sorpresivo impulso de reestructurar los modelos de gestión empresarial, política y comunicacional, siendo las personas, los gobiernos y las empresas los protagonistas en la generación de datos, convirtiéndose en el recurso más poderoso para inmiscuirse en el colectivo.
Ante esto, debe llevar a la reflexión el empleo indiscriminado de los grandes conjuntos de datos personales, lo que puede amenazar la privacidad, atentar contra la dignidad del ser humano, e incluso incidir en la reputación de una marca, afectando su posicionamiento y relación con los públicos de interés. Sobre este aspecto, la gerente de Deep Digital Business en LLYC Santo Domingo, Scarlet Ortiz, destaca que “ante el auge exponencial de tantas violaciones de derechos en el mundo digital, vinculadas al uso perverso de los datos es imprescindible promover actuaciones desde la ley y la autorregulación empresarial”.
Una dimensión significativa de este fenómeno de disrupción radica en que la tecnología no es neutra, sino ambigua, ya que junto a avances y soluciones técnicas también ha generado nuevas problemáticas y conflictos, erosionando incluso derechos fundamentales. Esto se debe a que más de la mitad del tráfico de datos no se realiza entre humanos sino a través de máquinas (bots) que reproducen la información falsa para generar más tráfico. Este fenómeno se evidencia en la más reciente crisis sanitaria ocasionada por la COVID-19, donde abundaban las fake news.
Por esto, los datos han pasado de ser el petróleo que dinamiza, pero también bombea a todos los sectores, lo que lo puede también convertirse en “plutonio”, es decir, un material tóxico con la capacidad de destruir todo a su paso o beneficiar en grandes proporciones. Es por ello que, la información debe ser regulada y administrada mediante políticas públicas que orienten su uso.
Para esto, Ortiz propone que: “el sector público, asociado a las leyes y las empresas, promuevan autorregulaciones y códigos deontológicos, con el fin de limitar las malas tecnologías de la información, y a la vez, diseñar estrategias que no solo le permiten sobrevivir a riesgos, sino multiplicarse, evolucionar en su uso y desarrollo”.
Ahora, los esfuerzos conducen a sumergirse en la búsqueda inminente de estrategias que protejan la identidad y el derecho mental de las personas, ante la creciente amenaza y explotación de datos por la inteligencia artificial. Se necesita una cuarta generación que defienda los derechos fundamentales en la era digital y blinde la humanidad de la irrupción tecnológica.
Forma de pago: transferencia o depósito en el banco BHD León a la cuenta 27190380011
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