El arte de contar buenas historias

El primero es “ser entendido”, que el público comprenda lo que estás diciendo; y el segundo, es “ser recordado”, ya que, si entiende lo que está oyendo, pero no recuerda tus palabras y tu mensaje, de nada habrá servido. 

Ser recordado implica hacer algo muy especial, ya que la audiencia tiene una memoria muy limitada. Desarrollar el arte y la habilidad de contar buenas historias es uno de los instrumentos clave para conectar, persuadir y lograr resultados significativos como estrategia de comunicación. Siempre enfatizo que las historias, anécdotas y relatos deben ser utilizados para afianzar en la memoria del interlocutor el mensaje clave principal. 

Decía Brené Brown que “las historias son informaciones con alma”, llegan directamente al corazón y conectan a personas con personas. 

Es por ello que, para ser efectivas, deben ser creíbles, tener una trama, algo digno de ser contado; un marco de referencia en el tiempo, cuándo y dónde ocurre esta historia; protagonistas del argumento; problemas que se le presentan al personaje; acciones asumidas para resolver el conflicto.

Deben, por igual, ser relevantes y servir de apoyo para una mejor comprensión de lo que se está tratando; cortas y simples, para que no se pierda el interés de la audiencia; mover los sentimientos; ser significativas, proveer una enseñanza o moraleja; y que puedan agregar valor a las personas.

Estas historias entrelazan pasión, curiosidad, autenticidad, esperanza, conexión emocional, y se refuerzan con el poder de la imagen. Las historias cobran vida, producen experiencias y van más allá de las cifras y los datos; quedan registradas en los corazones de quienes escuchan.

En el escenario político, contar historias poderosas y memorables es una herramienta efectiva de persuasión masiva, de transmisión de ideas, que bien utilizada permite conectar con el electorado. Un relato digno de ser escuchado, haciendo buen uso de la voz, de las palabras, del lenguaje corporal, emociona y motiva. Es sorprendente lo que una narrativa efectiva y bien estructurada es capaz de inspirar, conquistar e impactar hasta convencer al votante, propiciando el éxito de una campaña electoral. 

Recordemos a Ronald Reagan, quien se destacaba por su acertado uso del “Storytelling político”, al igual que Barack Obama, táctica que aplica con gran éxito. Ambos grandes oradores y conocedores del valioso “tiempo de atención”. 

En un mundo tan sobrecargado de información, un orador, un candidato político capaz de escoger sabiamente sus historias y narrarlas de una manera significativa y diferente, cuenta con un gran poder para cautivar la atención, conectar emocionalmente, influir en las personas y llamar a la acción. 

“Los relatos personales celebran lo que es único en cada uno de nosotros y, simultáneamente, tienden puentes hacia lo que es común en todos nosotros”. Lucinda Elodin y Dennis Frederick. 

Todos tenemos una historia que contar, la próxima vez, piensa cuál es la tuya.