El arte de contar historias: storytelling como herramienta de posicionamiento de marca

Contar historias es parte de nuestra naturaleza humana. Desde pequeños, crecimos escuchando relatos que nos hicieron reír, soñar, reflexionar o incluso cambiar nuestra manera de ver el mundo. Las historias tienen esa magia única de despertar emociones, y en el marketing, esa conexión emocional puede hacer la diferencia entre una marca olvidada y una marca amada. 

A través de los años, he confirmado cómo el storytelling transforma campañas tradicionales, logrando conectar y convertirlo en experiencias memorables. No se trata solo de vender un producto o servicio, sino de transmitir un propósito, unos valores, una identidad. Una historia bien contada permite que el consumidor no solo entienda lo que haces, sino por qué lo haces. Y cuando logras que ese “por qué” resuene con las aspiraciones o emociones del público, nace la fidelidad. 

He tenido la oportunidad de trabajar campañas para entender esto muy bien. Recuerdo una campaña que desarrollamos en Acrópolis, donde en lugar de hablar únicamente de promociones o locales, decidimos contar historias reales de madres, emprendedores y jóvenes que encontraban en ese espacio mucho más que tiendas: encontraban comunidad, inspiración, recuerdos. El resultado fue un vínculo más auténtico con la audiencia y un posicionamiento más humano de la marca. 

Por supuesto, el storytelling no es una fórmula mágica. Requiere autenticidad, coherencia y un profundo conocimiento del público. No se trata de inventar historias, sino de encontrar las que ya existen dentro de la esencia de la marca y darles voz. Hoy, más que nunca, las audiencias valoran la transparencia. Por eso, las historias que realmente impactan son aquellas que se sienten genuinas. 

También, he aprendido que el medio importa. Una historia puede cobrar vida en un video emocional, en una serie de publicaciones en redes sociales, en una experiencia inmersiva o en
un simple testimonio. Lo importante es que mantenga un hilo conductor
y una identidad clara. 

En un mundo dominado por algoritmos, cifras y métricas, nunca debemos olvidar el poder del lado humano. Las marcas que se atreven a contar historias son las que construyen relaciones sólidas que perduran a través de los años. Porque, al final del día, las personas no recuerdan los datos… recuerdan cómo las hiciste sentir. 

Contar historias es un arte. Y quienes trabajamos en marketing, tenemos en nuestras manos una gran responsabilidad: usar ese arte para conectar, inspirar y dejar huella.