Hace unos días, mientras aconsejaba a un amigo que pasaba por una situación que no marchaba bien, luego de sentirse más tranquilo, afirmó con certeza: “La gente suele tener más problemas por no saber cómo decir las cosas”. Aquella frase, casi trivial, desprendida de la claridad que le proporcionó el saber cómo podría abordar su problema, y posiblemente salir airoso de una conversación difícil, me hizo reflexionar sobre la importancia que tiene poder construir mensajes adecuados que nos ayuden a alcanzar los objetivos y en lo que en lo personal pienso es el secreto para lograrlo: saber escuchar.
Lejos de la fama de “hablar bien” que puedan tener los especialistas en la gestión de comunicación, el buen estratega de esta rama, en medio de situaciones difíciles, suele caracterizarse por ser observador, minucioso, analítico y por escuchar con atención cada detalle de la interacción, buscando las pistas o indicios del escenario que le permitirán llegar a conclusiones más certeras y que, a su vez, den pie a una comunicación exitosa.
Al escuchar con atención, tenemos mayores probabilidades de entender el contexto real de la situación, hacer preguntas que nos arrojen antecedentes del problema o situación a tratar, y más que esto, nos permite desarrollar la empatía para colocarnos desde la posición de nuestro interlocutor y construir mensajes que puedan lograr persuasión, fácil comprensión o acuerdo amigable.
La habilidad de escuchar suele tener un amplio espectro al contribuir con el desarrollo de otras competencias también muy valiosas en los procesos de negociación, resolución de conflictos o en el ejercicio de la vocería empresarial. Una de estas es la asertividad en la comunicación.
El ser asertivos se basa en mantener una actitud personal positiva a la hora de relacionarse con los demás y en expresar las opiniones y las valoraciones, evitando descalificaciones o enfrentamientos. No es solamente lograr decir lo que pensamos, es principalmente evaluar de qué manera lo decimos, lograr defender nuestras necesidades sin obviar las de nuestro interlocutor, y construir mensajes equilibrados que nos conecten mostrando el camino hacia puntos medios, posibles soluciones o acuerdos.
El escuchar nos permite mostrarnos empáticos y entregar mensajes mucho más creíbles, evaluando posibles ruidos de la comunicación, siendo responsables de nuestras emociones y conectando con los demás en aquellos aspectos que existan en común y que puedan facilitar la persuasión.
Analizar las distintas reacciones del receptor de nuestro mensaje: tono de voz, lenguaje corporal, expresiones emocionales, siempre nos será más fácil al escuchar con atención, de este modo, nos damos cuenta si nuestro mensaje está siendo bien recibido o si necesitamos redireccionar la conversación hacia otro trayecto que pueda ser más efectivo.
El “cómo decir las cosas” termina siendo tanto o más importante que el qué decimos, y siempre podremos ser más certeros al elegir la forma adecuada de entregar nuestro mensaje luego de haber analizado integralmente la situación, los elementos que estén influyendo en el entorno y los intereses de nuestro interlocutor. Para todo esto, el oído será nuestra mejor herramienta.
Forma de pago: transferencia o depósito en el banco BHD León a la cuenta 27190380011
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