Evolución cíclica del diseño automotriz  

Si bien es cierto, Henry Ford puso al “mundo sobre ruedas” con su exitoso y popular “Modelo T”, siempre hubo un deseo de la clase acaudalada en sentirse diferenciado de las masas.

Esto plasmó el inicio del declive en ventas de este maravilloso modelo, así como modelos subsiguientes de la marca que compartían la misma simplicidad y funcionalidad. No fue sino hasta finales de la década de 1920 cuando General Motors empezó a adquirir distintas fábricas automotrices para que, junto a su ya existente Chevrolet, tuviese una marca y diseño distinto para cada gusto, clase y, por ende, bolsillo. 

El que tenía poco dinero, y necesitaba movilidad, compraba un Chevrolet; mientras que el que era de la aristocracia de la época, se inclinaba por la elegancia y opulencia de un Cadillac. 

Definitivamente, un automóvil vistoso y elegante en diseño siempre ha cautivado y ha atraído la atención de los compradores más selectos, lo cual provocó esa enorme carrera en la que, desde finales de la década de 1930 y hasta la década de 1980, los fabricantes de vehículos, principalmente norteamericanos, compitieran lanzando un modelo nuevo cada año, manteniendo el interés de los consumidores con la innovación constante en sus modelos frescos, los cuales eran atrevidos y llamativos, muchos de ellos alusivos a la carrera espacial vigente en gran parte de esa época. 

Lamentablemente, y a partir de la década de 1980, empezó la ralentización de los cambios anuales en diseño o “caja”, como coloquialmente lo decimos en nuestro país, principalmente debido a la crisis de combustible que produjo la obligatoriedad de abaratar costos. Se buscaba un vehículo económico y simple que pudiese transportarnos sin la suntuosidad, belleza y detalle de estas maravillosas “naves” de las décadas previas. Se buscaba un diseño básico y funcional, lo cual sacrificó en gran medida la capacidad abierta que, en dimensiones y espacio y presupuesto, tenían los diseñadores de la época. 

Esta situación trajo consigo que los fabricantes de vehículos mantuviesen un mismo diseño con cambios menores por hasta tres años. De la misma manera, esos diseños curvilíneos que resultaban ser tan atractivos para ese entonces, fueron migrando a diseños con ángulos más rectos y sobrios, dejando como legado una década de 1980 con muchos diseños que, aunque muchos de ellos muy bonitos, en su mayoría no dejaron el legado de belleza automotriz propiamente dicho. 

En las décadas posteriores, afortunadamente, se fue volviendo a los diseños con curvas atractivas similares a décadas previas, recreando modelos cautivadores que, pese a ser muy llamativos y bonitos, todavía permanecía la particularidad de mantenerse en producción mayor tiempo solo con algunos cambios menores, conocidos en estos tiempos como “Face lift”. 

Hoy día, nos encontramos regresando a esos diseños angulados y cortantes similares al estilo de la década de 1980. Sin embargo, esta vez con frentes que muestran más agresividad e intimidación, adicionando aires más de deportividad que “de lujo”. No obstante, es más frecuente ver modelos de marcas muy importantes, principalmente de origen japonés, que han superado más de una década sin cambios significativos en su diseño, lo cual a mi entender reflejan cierta carencia de creatividad de parte de las marcas, quienes ahora ponen mayor empeño en el desarrollo de tecnologías de multimedia en cabina, dejando de lado lo que históricamente ha cautivado a los consumidores. 

Todavía nos queda esperar más cambios disruptivos en la industria automotriz en los próximos años, en donde con las automatizaciones y el manejo autónomo, nos desvinculamos cada vez más del automóvil, convirtiéndolo lentamente más en un simple medio de transporte que una placentera extensión de nuestro cuerpo en términos de movilidad. No obstante, todavía queda un porcentaje importante de entusiastas de ese mercado y que, gracias a nuestras exigencias, motivarán por muchos años a mantener el automóvil siendo placentero, vistoso y con diseños innovadores. 

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