Historia, evolución y uso correcto del freno de parqueo

En los inicios de la industria automotriz, aquella época en la que se le colocó un motor a combustión al coche tirado a caballos, la única manera de evitar que el vehículo, mientras estuviese estacionado se deslizara o rodara, era colocando calzos en las ruedas. 

Esto creó la necesidad de idear la manera de colocar un freno de parqueo que evitara la ocurrencia de rodaduras que, en ocasiones, producto de este deslizamiento, el vehículo causara daños a terceros, lesiones o fatalidades, incluyendo el daño al propio vehículo. 

La utilización de este dispositivo continuó históricamente, sin embargo, hubo un momento en el cual su uso cambió para una parte del mundo. 

Resulta que, a partir de la década de 1950, con la proliferación en Estados Unidos de la Transmisión Automática, la cual al colocar en “P” el vehículo quedaba detenido o bloqueado, el freno de parqueo se empezó a utilizar solo en algunas ocasiones. Esto, obligó a los fabricantes de vehículos en Norteamérica a reforzar el seguro de “P” en este tipo de transmisiones, considerando la tendencia de dejar estacionado el vehículo solo con esta modalidad.

En Europa, la situación era radicalmente distinta, ya que en este continente los consumidores se resistían a utilizar transmisiones automáticas, y preferían las transmisiones convencionales manuales. 

Lo anterior, causó que el uso recurrente del freno de parqueo en Estados Unidos sólo se destinara a ser utilizado en ciertas inclinaciones pronunciadas y pendientes, mientras que, en lugares planos o llanos, se confiaba en el “P” de la transmisión. Es por esta razón que vemos costumbres distintas entre los consumidores de cada una de las regiones. 

En nuestro país, como había cierto balance entre transmisiones automáticas y manuales, el freno de parqueo tuvo una utilización más homogénea, es decir, se utilizaba prácticamente solo para unidades manuales, y de manera selectiva para las transmisiones automáticas. 

Hoy día, las realidades son cambiantes, y es crucial entender la manera correcta de utilizar este dispositivo, ya que de esto depende su durabilidad y el aprovechamiento correcto de su función, así como evitar daños a nuestra transmisión. 

Para los usuarios de transmisiones manuales (sí, sé que quedan pocos), cada vez que se estacione es simplemente colocarlo y listo, sin embargo, para la mayoría, quienes utilizan transmisiones automáticas, la utilización conlleva un procedimiento distinto. 

En lugares en donde se encuentre el vehículo totalmente plano, puede (aunque no es recomendable) prescindirse de su utilización, no obstante, por pequeña que sea la pendiente donde se parquee, el freno de parqueo debe utilizarse en base a los siguientes pasos, veamos: 

Al llegar al parqueo y detenerse, colocar el vehículo en “N” (Neutro), Halar, Pisar o Tocar el botón del freno de mano (dependiendo de cómo lo traiga su vehículo), solar el freno lentamente para cerciorarse de que haya agarrado correctamente, y luego colocar en “P”.

Con esto, nos aseguramos de que el peso del vehículo no quede reposado en la transmisión, y nos cercioramos de que haya aplicado correctamente, y evitamos que, a largo plazo, esto traiga posibles daños a la transmisión.