Juan Roberto Musa pasó de tener una alta posición en una importante industria del país a emprender su negocio de refrigeración de autos. Y, aunque no lo pensaba, buscando conseguir más clientes para su taller a través de las redes sociales, se convirtió en influencer. Hoy tiene dos líneas de negocios: arreglo de carros y crear contenido. “Al principio, la idea era solo llenar el taller, pero ahora, tenemos una marca personal que nos ayuda para cualquier negocio”.
Musa, como es conocido en las redes, es un hijo orgulloso de Puerto Plata, tanto así, que llevó a su esposa, en dos ocasiones, a dar a luz a la Novia del Atlántico para que sus dos hijos fueran puertoplateños.
“Mi infancia me la pasé entre aquí y Puerto Plata, porque estábamos en Santo Domingo en la semana, y los fines de semana nos íbamos a Puerto Plata. Todos los veranos me los pasé allá, inclusive, en campamentos de verano”, afirma Juan Roberto Musa, al ser entrevistado por CONTACTO.
Juan Roberto compara el sentimiento por su pueblo como el de los dominicanos que viven fuera del país. “Para mí, eso es como el dominicano que se va a Nueva York y siempre está pensando en su país. Para mí, Puerto Plata es muy especial”.
Este ingeniero industrial estudió en INTEC, aunque se adelanta en señalar que su carrera duraba tres años y que él la terminó en seis, porque comenzó a trabajar en una industria a la que dedicó mucho tiempo, pero la que le sirvió de escuela y plataforma para desarrollarse más adelante como profesional.
“La gente piensa que porque estudió ya tiene experiencia y sabe, y en realidad no sabe nada. Aprendes desde el saludo a los demás, hasta a responder un correo con la altura que amerita. Aprender a reportarte a alguien, y trabajar bajo una estructura fue algo que a mí me aportó muchísimo.
Aceptar que te nieguen tus vacaciones cuando las solicitas, tener que trabajar días feriados y fines de semana. Eso te enseña la responsabilidad del trabajo, te quita la ñoñería, y te hace entender cómo es que funciona el mundo real”, asegura Musa.
Luego de 14 años trabajando en esa empresa, Juan Roberto decidió emprender, y lo hizo en varias ocasiones, hasta que logró el éxito con Global RefriAuto.
El comienzo de Global RefriAuto
Musa, ¿en qué momento se te ocurrió la idea de emprender?
“Yo no quería emprender, te lo digo con honestidad, pero la empresa en la que trabajaba se fusionó con otra en 2006, y luego en 2014 se volvió a fusionar, y había muchos despidos, así es que yo vi muchas personas que admiraba que perdieron su empleo. Entonces, me comencé a preocupar de si perdía mi trabajo y mis ingresos a los que estaba acostumbrado, que ya eran bien altos. Por ello, yo temía quedarme sin ingresos, pero debía mantener a una familia, porque ya tenía dos hijos y tenía un apartamento con un préstamo. Entonces, comencé a organizarme para tratar de emprender”.
¿Por qué emprender en un taller de aire acondicionado?
“Porque encontré una debilidad en esa área. Cuando se me dañaba el aire de mi vehículo, tenía que dar muchas vueltas para que me lo arreglaran bien. Entonces, encontré a una persona que siempre que me daba un diagnóstico era certero, pero era un empleado de un taller. Yo le propuse que nos asociáramos para arrancar el negocio. Entonces, así fue que esto surgió”.
¿Cómo fue ese comienzo?
“Yo intenté algunos negocios que no funcionaron, que la gente dice que son fracasos, pero yo lo veo como aprendizajes, porque de emprendedor yo no sabía nada. Algunos negocios no funcionaron, pero con el último fue que la pegué, que fue el taller de aire acondicionado.
Fue un negocio hecho con mucha precariedad, porque era un side business, no había capital, y yo un simple empleado con deudas. Comenzamos, primero, con RD$300,000 pesos, y después de recibir algunos bonos y los dobles sueldos, terminamos invirtiendo en total RD$700,000… Ese fue todo el capital que se invirtió en su inicio.
Empezamos en una marquesina bien pequeñita, donde cabían dos vehículos, pero para trabajar aire acondicionado había que abrir las puertas, y así nada más cabía uno, y vivíamos vacío…”.
Tu invertiste RD$700,000 pesos, que era lo que tenías, y cuando empezaste, siempre estaba vacío… ¿Qué pensabas?
“100% vacío. Yo lo que pensaba era que me tenía que volver a emplear y, como los otros negocios que había tenido, este también iba a fracasar… Pero fui teniendo la visión, luego de que comencé a interactuar con los clientes, de que estábamos marcando una diferencia. Primero, porque el negocio tenía una buena ubicación, aunque era muy pequeñito; segundo, porque tomábamos tarjeta de crédito, que la mayoría no lo hacía; tercero, usábamos uniformes, nos veíamos diferente, y estábamos dando la milla extra”.
En ese momento, ¿ya habías dejado tu otro trabajo?
“Al principio, no, yo iba los sábados y, al final de la tarde, todos los días… Entonces, en el tiempo que yo estaba me di cuenta que los clientes se sentían confiados en entregarme su vehículo. Para que tengas una idea, nosotros duramos como tres años, de los siete que tenemos, que no entregamos ningún documento de recepción de vehículo. Confiadamente, me lo dejaban a mí y se iban, y nunca tuvimos problemas.
Entonces, cuando vi esa confianza que yo inspiraba en los clientes, fue cuando vi que esto tenía proyección. Y llegó un momento en el que tomé la decisión, a riesgo total, de dejar mi otro trabajo para tratar de empujar este otro negocio.
Pero, como tú bien dices, yo llegaba y estaba vacío… volvía, y estaba vacío, y ese mismo sufrimiento de verlo vacío, por tanto tiempo, fue que provocó que yo comenzara a curiosear en las redes sociales”.
Inicio de la proyección en las redes
Musa, ¿qué comenzaste a hacer en las redes para llamar la atención de los clientes?
“Comencé a publicar fotos de los pocos trabajos que nos llegaban, como si fuera un catálogo, pero las fotos eran muy encasilladas en el vehículo y nos veíamos muy expertos, pero cuando llegaban y veían ese ‘chinchorrito’, la gente decía: ‘wow, esto no fue lo que yo vi’, ¡pero ya estaban ahí! Me tocaba entonces a mí hacer el papel de la venta para asegurar que se quedaran, y la mayoría de las veces, lo lograba”.
¿Cuándo comienzan a llegar los clientes?
“Cuando comencé a subir a las redes fotos de los trabajos que hacíamos. También, se empezó a usar el tema de la publicidad en las redes, y me puse a pagar para promover todo lo que hacíamos. Empezaron a responder con likes y seguidores. Pero los clientes no venían. Seguí invirtiendo en publicidad, y mi socio no quería porque me decía: ‘aquí no está viniendo nadie, estamos botando el dinero’. Pero seguimos, y a los seis meses, vino una señora con una jeepeta, y nos dijo: ‘yo vi una guagua como la mía que la arreglaron aquí de este problema, y yo quiero que ustedes me la arreglen’.
Después de ese día, increíblemente, al otro día llegó otra por las redes sociales, y al otro día llegó otra… Fue como una avalancha de resultados”.
¿Cómo estaban con relación al espacio, porque el taller era pequeño?
“Venía poca gente, pero comencé a preocuparme por tener que crecer. Pero, se adicionó otra oportunidad, y fue que nosotros concursamos para ponerle aire a 200 camiones que trajo un concesionario. Los camiones muchas veces los fabrican para destinos que son fríos y no traen aire de fábrica. Entonces, ganamos el concurso y no había dónde meter los camiones. Tuvimos que salir a buscar un local, entonces, encontramos un solar totalmente destruido, sin piso ni nada, y con lo poco que me quedaba de mi liquidación, lo usé para rentar el solar
y habilitarlo.
Hicimos el trabajo con los camiones, comenzamos a entregarlos, pero al ganar esa licitación, eso fue un sentimiento agridulce, porque nos pidieron 60 días para hacernos el pago y aceptamos, pero nosotros no teníamos crédito con los suplidores porque éramos un taller muy pequeño. Entonces, era un trabajo grande, porque no era un arreglo de aire, era una adaptación completa. Para que tengas una idea, a nosotros nos salía el arreglo a 60 mil pesos cada camión, entonces, en 10 camiones, había que buscar 600 mil pesos.
Yo tuve que coger préstamos personales para poder para aguantar un poco, y cuando los suplidores vieron que fuimos pagando, entonces un suplidor nos liberó un crédito chiquito, pero nos ayudó. Comenzamos a ir donde otros suplidores, les mostrábamos fotos de los camiones, del concesionario, y así comenzaron a ceder
un poquito”.
El boom de las redes sociales
Musa, ¿cuándo se produce el boom de las redes sociales?
“La competencia comenzó a coger las mismas fotos que nosotros teníamos como catálogo de carros reparados, y las publicaban en su Instagram y en su Facebook, y fue cuando dije que tenía que comenzar a crear algo para que no me lo copien, y pensamos en una marca de agua y muchísimas cosas, pero no funcionaba. Entonces, tuve que comenzar a coger la cámara, que yo le tenía miedo, la odiaba… Entonces, un amigo me presentó a una persona que le hacía videos y esa persona, más que los videos que nos estaban ayudando a hacer, me ha servido como un consultor de mercadeo digital. Entonces, grabando los vídeos, hemos encontrando la manera y la estructura correcta para atraer al público e, inclusive, estamos haciendo vídeos a marcas, que es una segunda línea de negocio que tenemos”.
¿Fue así como diversificaron el contenido en las redes?
“Sí, entendí que el contenido no tenía que cambiar, teníamos que agregar más pilares de contenido para entretener a la audiencia, porque la gente ya no quiere seguir al mecánico que explica cómo arregló el aire: la gente quiere reírse, entretenerse, o aprender algo de ingeniería industrial que yo haya aplicado aquí.
Como lo de los turnos. Yo hice un video de eso, explicando el problema que ocasionaba cuando las personas llegaban y reclamaban que estaban atendiendo a alguien primero que a ellos. Lo solucionamos poniendo un anfitrión, como en los restaurantes, que te recibe cuando llegas, y agregamos los tickets para los turnos.
Cada día vamos agregando más cosas. Por ejemplo, antes, cuando terminábamos los carros, no había dónde parquearlos. Ahora tenemos un solar donde pueden quedarse hasta que el cliente venga a recogerlos. También, hemos mejorado significativamente los tiempos de entrega. Antes, arreglar el aire de un carro tomaba dos o tres días. Ahora, lo hacemos en menos de ocho horas. Un cliente puede traer su vehículo en la mañana y tenerlo listo a las seis de la tarde”.
El mejor jefe de RD
Musa, ¿cómo te convertiste en el mejor jefe de RD?
“Yo siempre he sido así, incluso, cuando era empleado. Siempre he tratado de ayudarlos. Yo veía que ellos cobraban y venía un prestamista y les quitaba todo. Entonces, les dijimos: ‘¿Cuánto tú debes?’ Y me dicen: ‘50 mil pesos’. Yo les saldé la deuda, y ahora la deuda era de nosotros, pero sin intereses.
Al principio, éramos seis, pero ya somos 40. Y nos llevamos a los 40 empleados y sus parejas a un resort, y los llevamos a un restaurante a celebrar el aniversario del taller. Siempre tratamos de hacer actividades donde participen todos nuestros colaboradores”.
Forma de pago: transferencia o depósito en el banco BHD León a la cuenta 27190380011