Katherine Collado, La comparona: Las redes la llevaron a emprender

Katherine Collado es “Comparona”. Una mujer que se cuida y comparte con otras sus trucos de belleza, a través de Instagram. Esta red social fue el eslabón que la llevó a trabajar con marcas internacionales, y que la inspiró para prepararse en el área de belleza y emprender.

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November 14, 2022

El sueño de niña de Katherine Collado no era ser modelo, ni reina de belleza. Era ser ¡Presidente de la República!… Y ya siendo adulta, decidió estudiar derecho, carrera que le apasiona.

“Desde que empecé a estudiar la carrera, comencé a trabajar como paralegal. Mi último trabajo, antes de graduarme, fue en Unilever. Ahí trabajé en todo lo que era cumplimiento y propiedad intelectual. Una vez me gradué, entré en el negocio familiar, que es una financiera. Ahí atendía parte de lo legal, pero fue justo cuando empecé La Comparona. Entonces, La Comparona ‘explotó’ rápidamente, y tuve que decidir: me quedaba en la oficina o seguía con mi proyecto”, afirma Katherine Collado, al ser entrevistada por revista CONTACTO en The Beauty Lab, de Piantini.

Katherine comenzó con La Comparona en agosto de 2017, en Instagram, y un año más tarde, su blog se convirtió en unos de los preferidos por las mujeres que buscaban referencia de productos y consejos de belleza en esa red social. 

Inmersa en ese mundo, decidió prepararse en el área. Estudió estética, peluquería y tricología. Con este último, aprendió a hacer evaluaciones de cabellos, de donde surgió su idea de negocio. 

Y, en plena pandemia, en mayo de 2020, La Comparona comenzó a ofrecer sus servicios, y en agosto de ese año, ya tenía abierto su primer local: The Beauty Lab. Hoy, cuenta con dos beauty supply y un salón de belleza. 

Todo esto, gracias a las redes, donde ha tenido la oportunidad de trabajar con marcas nacionales e internacionales. 

Katherine, ¿Cómo te surgió la idea de hablar de belleza?

“Yo sufría de acné desde jovencita, pero cuando estaba a mitad de carrera, me volvió un brote. ¡Fue horrible! Entonces, cuando fui a la dermatóloga, tenía una desesperación por sanarme, porque ya estaba trabajando, salía, estaba en un círculo nuevo. Eso me afectó mucho la autoestima.

Entonces, aparte de mi tratamiento dermatológico, empecé a investigar mucho. Busqué un maquillaje que no afectará mi acné. Por ello, comencé a hacerles recomendaciones de maquillaje a mis amigas con relación a calidad y precio. Les enseñaba a mis amigas todo eso que estaba descubriendo. Y ellas me dijeron: ‘¿por qué no publicas sobre eso?’ Y así comencé. Entonces, yo quería que fuera anónimo, que no se supiera quién era yo, por eso el nombre de La Comparona. En ese momento, estaba muy de moda las influencer de moda y estilo de vida, y no quería que me confundieran con ese grupo, no por nada malo, sino porque quería hacer estrictamente belleza.

Una de mis inspiraciones, en cuanto al contenido, era Bocao, porque Bocao era un blog full de comida, hacía eventos de comida, a nadie le importaba quién era Bocao, pero todo el mundo lo consumía… Y yo quería emular eso, pero luego me di cuenta que en la belleza no era igual. La belleza, sin un rostro, es difícil de entender. Poco después, empecé a mostrar mi cara, porque me pasaba que me invitaban a los eventos y cuando llegaba, me preguntaban: ‘¿quién eres?’, y yo: ‘Katherine’, y tenía que decir: ‘La Comparona’. Entonces, por sugerencia de personas que estaban en la industria, involucré un poco de mi persona”.

¿Cómo fue para ti ese proceso de comenzar a mostrar tu rostro?

“A mí me costaba mucho. Yo recuerdo que le mandaba las historias a mis amigas, y les decía: ‘¿sueno bien, no sueno extraña?’, y mis amigas me decían: ‘olvídate si te sientes o te escuchas extraña, súbelo y con la práctica se va a hacer más fácil’. Y como tímida no soy, lo hice. Aunque me trababa con las palabras, lo pensaba demasiado. Me súper producía para hacer cualquier historia, nada comparado a como soy ahora.

Con el tiempo, fui desarrollando esa confianza y me di cuenta que es más fácil hablar frente a una cámara que nadie te ve, que frente a un escenario con cientos de personas. Cuando te das cuenta que solo es la cámara y tú, se vuelve más cómodo”. 

Inicios de La Comparona

Katherine, ¿cómo surge el nombre de La Comparona?

“La Comparona era buscando un alter ego que definiera a esa mujer dominicana que se cuida, que se preocupa por sí misma. Es esa amiga que siempre vas a pedirle un consejo. Localmente, le decimos: ¡esa mujer es comparona!… No por el lado vanidoso, más bien por el lado de cuidado personal, que es esa mano amiga que te ayuda. Y me encantó el nombre. Siento que define a muchas de las mujeres dominicanas. Algo que quería que se resaltara en mi cuenta es que soy dominicana, que le hablo a la mujer dominicana, y por qué no, ¡a mujeres en toda Latinoamérica y habla hispana!”. 

Tu comienzas con cuidado de la piel, ¿cómo llegas al tema del cabello?

“Yo hacía todo de belleza: maquillaje, cuidado de la piel y el pelo era lo que menos hacía. Como empecé investigando todo sobre la piel, vamos a decir que el cabello empezó de último, cuando la gente me comenzó a pedir tutoriales de cómo me ondulaba el cabello.

Antes, hacía reseñas de salones. Entonces, iba probando y, realmente, me di cuenta que a la gente le importaba mucho el tema del pelo. Cuando decido, formalmente, estudiar piel y pelo, digo: ‘pero es que el cabello es una maravilla, aquí hay tanto por descubrir, tanto que podemos mejorar, culturalmente hablando’. Estudiando el cabello, me di cuenta de que me gustaba mucho más que la piel. Me enamoré del cabello, fue una cosa increíble”.

¿Qué productos para el cabello se han convertido en indispensables?

“Mi rutina de pelo es larga. En uso profesional, me encantan las líneas de reparación cuando quiero reparar el pelo por procesos químicos y demás. Me voy a los productos locales cuando quiero buscar crecimiento, brillo en el pelo, y un producto estrella, que no me falta nunca, es un buen sérum de puntas”.

Una emprendedora Comparona

Katherine, ¿cómo surge de Beauty Lab?

“Yo tenía la idea de hacer con productos para el pelo, algo parecido a esa venta de té e infusiones a granel que existía. Luego, me di cuenta que no se podía, porque si habría un producto, dañaba la fórmula, lo cambiaba. La idea era muy cool, pero cuando lo consulté, todos los distribuidores me dijeron: ‘no te puedo vender así’. Entonces, decido registrar el nombre, porque me parece divertido, diferente: Beauty Lab, como un laboratorio de belleza, un lugar donde pudieras inventar. 

Mis padres siempre me decían que si me iba a dedicar a esto, no podía depender solamente de las redes, sino que en algún momento tenía que tener un negocio, algo físico. No fue hasta que empecé a estudiar peluquería, cuando llego a la parte de tricología, veo lo que es la evaluación capilar, el análisis del pelo, las afecciones del pelo, y hay todo un proceso de evaluación y análisis, antes de hacerte un simple lavado y secado. Y yo dije: ‘

¿Por qué aquí no se hace eso?’.

En ese entonces, yo conocía un solo lugar que lo hacía y entendía que todos los salones debían hacer eso. Entonces, tomé esa idea, porque no quería montar una tienda por solo tener una tienda, porque beauty supply hay cientos en nuestro país, y yo estaba esperando encontrar algo que marcara la diferencia, y ahí me doy con la tricología y decido especializarme en peluquería básica, y luego en tricología cosmética. Llamé a mi mamá, y le dije: ‘tengo el negocio’. Yo empecé a evaluar en pandemia, en mayo de 2020, por Zoom, y dije por mis historias de Instagram: ‘¿alguien quiere que la ayude a hacer sus rutinas de pelo?’, y me bombardearon el correo. Duré unos dos meses haciéndolo virtual, y ahí mismo, la gente me comenzó a decir: ‘¿por qué no me vendes el producto que me estás recomendando?’… Mi hermano me ayudó con el plan de negocio. Le dije, ‘asóciate conmigo para que te encargues del área administrativa y yo me encargo del cabello’. Hicimos ese equipo, y en agosto de 2020, abrimos The Beauty Lab”. 

¿Cómo fue ese comienzo para ti?

“Fue retador, porque empezamos en un local super pequeño: 26 metros cuadrados, buscando lo más económico. Yo quería hacer la inversión mínima posible, pero no quería dejar de aprovechar el momento. Mi suegro me dijo, en ese entonces: ‘las mejores inversiones se hacen en los peores momentos’. Yo tenía una parte del dinero ahorrado, y la otra parte, se la pedí prestada a mis padres. El capital fue muy bajito, fue básicamente 700 mil pesos, que fue inventario y un alquiler super económico. Fue muy retador, porque variaron el toque de queda al mediodía, y te puedo decir, que en enero de 2021, llegué a abrir a las 5 de la mañana para evaluar”.

¿Cuántos locales tienes hoy?

“Tres locales. Abrimos un local en Cacicazgos, y en Piantini tenemos una tienda y un salón”. 

Una Influencer Comparona

Katherine, ¿qué representan para ti las redes sociales?

“A mí, las redes sociales me cambiaron mi vida. La gente siempre asume que estudié derecho por obligación, y siempre les digo que no: este fue un giro que yo no pensé nunca. Gracias a las redes, llevo alimento a familias dominicanas, le doy el sustento a madres solteras. Creo que eso es lo más bonito de emprender, el saber que estás ayudando a otras personas a cumplir sus sueños”. 

Si miras hacia atrás, ¿qué harías diferente?

“No habría hecho nada diferente. Yo comencé en muy buen momento, donde todavía no estaba full explotado el tema de las redes sociales. Ahora, hasta las universidades enseñan este tema. Todavía estaba un poquito incierto. Sí había una gran lista de personas que nos aplanaron el camino para que nosotros pudiéramos ir más fácil. Glency, Paloma, Yazmín Yeara, que vamos a decir que fueron las pioneras”. 

¿En cuáles redes tienes presencia y cuál es la que más te gusta?

“Estoy en Instagram, que es mi red principal. Ya empecé en Tik Tok. Empecé YouTube y un podcast lo paré por un tiempo, pero me encanta el podcast, es una plataforma excelente para mí”.  

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