La emisión de acciones en el mercado de valores dominicano: Nos Debería “Picar el Orgullo”

En abril del 2024, iniciamos esta columna con un artículo titulado: “La Emisión de Acciones: El Sendero Más Brillantes para Maximizar el Potencial de las Empresas”, y en el mismo, celebrábamos el hito de Cesar Iglesias S.A. (CISA) de haberse convertido en la primera compañía a emitir acciones en el mercado de valores de República Dominicana. En el mismo, enumeramos las ventajas de emitir acciones vs. otras fuentes de capital, entre las cuales, destacamos: reducir el riesgo de crédito de la empresa limitando obligaciones como bonos y préstamos; mejorar acceso a mercados internacionales; monetizar de manera parcial inversión de accionistas en una empresa de múltiples décadas; y ofrecer opciones de acciones para retención y fomento de empleados claves.

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May 19, 2025

Como es bien sabido, para concretar la emisión de CISA, se promulgó la Ley 163-21, de Fomento a la Colocación y Comercialización de Valores de Oferta Pública en el Mercado de Valores de la República Dominicana, la cual aclaró aspectos fiscales clave, como: la no responsabilidad solidaria de obligaciones tributarias para adquirientes de acciones; la gravación ganancia de capital solo al momento de la venta; y la exención de ITBS e impuesto inmobiliario al momento de transferencia de bienes a patrimonios autónomos. 

La Ley, también contempló beneficios fiscales por tres años, como la exención del 1% por aumento de capital para sociedades cotizantes, y la reducción del impuesto sobre ganancias de capital, del 27% al 15%, entre otros. No obstante, estos beneficios cesaron en agosto 2024, ya que no fueron aprovechados fuera de las emisiones de CISA, y la posterior, por Banco Promerica.

Desde que inició formalmente el mercado de valores, con la Ley 19-00, promulgada hace 25 años, este mismo mes de mayo, se anticipaba con mucha ilusión el momento de que finalmente nuestro mercado contara con acciones comunes de compañías listadas, sin embargo, aún con leyes aclarando cuestiones fiscales, y hasta proponiendo incentivos, el haber transcurrido el camino con la emisión exitosa de una empresa icónica como CISA, y bajo el contexto de ser una de las economías de mayor crecimiento de toda la región, no deja de ser decepcionante ver como la República Dominicana es eclipsada por economías más pequeñas que han logrado fomentar colocaciones de acciones en sus mercados de valores, para beneficio de los mismos emisores y, a su vez, de estas naciones.  

Recientemente, participé junto dos prominentes abogadas, en un jurado para evaluar la tesis de un estudiante de maestría que investigaba el porqué se han limitado las colocaciones de oferta pública de acciones en la República Dominicana. Entre las causas que destacamos en una discusión, están: pocos proyectos de capital ambiciosos, baja cultura bursátil en directivos financieros a nivel general, vacilación de compañías adoptar un régimen de gobierno corporativo, según exige la Superintendencia de Mercado de Valores (SIVM), y resistencia a divulgar los resultados financieros a competidores.  

Cuando nos comparamos con otras economías en la región, nos debería picar el orgullo, como país, que tenemos un mercado de valores con solo una compañía cotizando acciones ordinarias. Se estima que la República Dominicana alcanzó un PIB nominal, para 2024, de US$124 mil millones, superando con creces a Costa Rica (US$94 mil millones), Panamá (US$86 mil millones) y Jamaica (US$ 20 mil millones).  Sin embargo, cuando se compara el valor de mercado de compañías listadas acciones ordinarias, estamos en último lugar con una compañía cotizando acciones comunes, y un valor de mercado estimado de US$87 millones vs. más de 25 compañías cotizando acciones comunes en Panamá (US$15 mil millones, según Banco Mundial ), más de 8 en Costa Rica (US$ 2 mil millones, según Banco Mundial), y más de 50 compañías en Jamaica, todas estas, sumando un valor de mercado total de US$15 mil millones
(Banco Mundial).  

En todos estos mercados, hay coincidencias de requisitos similares a los de República Dominicana, incluyendo revelación pública de informaciones financieras, así como acogerse a buenas prácticas de gobierno corporativo. No obstante, la gran diferencia es que, en los casos de muchos emisores de estos otros mercados, lanzan sus acciones a oferta pública por la motivación de traspasar fronteras, creando multinacionales regionales o “multilatinas”, que logran mejorar sus economías de escala y valor de marca por presencia en múltiples países.  

¿Será que es hora de, finalmente, las compañías dominicanas, con potencial regional, actúen aprovechando ese potencial?  Los medios están, el capital está ahí (cada año las AFPs aumentan su patrimonio sobre los RD$140 mil millones, para un total administrado de RD$1.3 billones), el deseo está (la demanda de las acciones de CISA superó la oferta, obligando un prorrateo en las acciones) … 

Solo faltan la ambición regional y los proyectos de capital transformacionales.

Nota:  Agradezco a Marielle Garrigó, Awilda Alcantara, Christian Peña y al Instituto OMG, por inspirar este artículo. 

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