La dimensión que ha tomado la comunicación digital interactiva en estos tiempos, donde el lector comenta, teoriza o comparte sus opiniones sobre cualquier noticia o suceso, ha dado al traste con la reputación e imagen de personas fallecidas, cuyo deceso ha sido información destacada en los diferentes medios.
Ni los muertos se salvan de la ligereza con la que la gente emite juicios de valor, construye y destruye reputaciones en su mente. Y como el que ya ha fallecido no puede defenderse, ¿qué procede entonces?
En los últimos meses, hemos sido testigos de hechos muy lamentables que han consternado al país, con pérdidas de vida en los diferentes sectores de nuestra sociedad. De inmediato, la publicación de estos acontecimientos ha generado una vorágine en medios digitales y redes sociales con la participación de centenares de personas emitiendo sus comentarios, urgiendo hipótesis y elaborando conclusiones, sin siquiera conocer las interioridades, ni sus protagonistas y, mucho menos, esperar el proceso de investigación.
Generan comentarios que contribuyen a afectar la reputación de la persona fallecida, basados en el morbo, la especulación, la desinformación, opiniones malintencionadas, sin sentido y carentes de veracidad.
Una cosa es la libre expresión, y otra muy distinta, es atropellar públicamente a las partes involucradas, incluyendo al difunto. Fruto de esto, recuerdo varios casos donde he debido gestionar acciones para rescatar la dignidad y reputación de la persona, acompañando a la familia afectada quienes se han visto en la necesidad, aún embargados del dolor de su pérdida, a salir en defensa de la honra e imagen de su pariente.
La Constitución dominicana establece como prerrogativa fundamental, que a toda persona le asiste el “derecho inherente a la dignidad humana, a la intimidad y al buen nombre”. El hecho de que sobre una persona fallecida se quiera arrojar más tierra, imposibilita el derecho a un ejercicio contradictorio ya que, tras su muerte, no podrá defenderse; lo que es más grave aún en aquellos que no tienen familia quienes les defienda.
Si bien, la muerte implica la desaparición física de una persona, no así su derecho al honor, respeto y buen nombre, aún post mortem. La reputación es algo intangible que debe ser cuidada y respetada.
Vivir un duelo, y además tener que ocuparse de las repercusiones en las redes sociales, es una verdadera pesadilla. Urge generar mayor conciencia, sin distinción; conducirse con empatía, respeto, consideración, solidaridad, tacto y sentido común. Tener la capacidad de ponerse en los zapatos del otro.
Antes de emitir un comentario público, actúe con responsabilidad, deténgase y pregúntese: ¿de qué manera aporta este positivamente al caso? Mientras, repítase a sí mismo: “Dios me libre de pasar por algo similar”.
Forma de pago: transferencia o depósito en el banco BHD León a la cuenta 27190380011
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