Ley de Ciberseguridad de la República Dominicana

Sin embargo, aún es alto el porcentaje de compañías, grandes, medianas y pequeñas, así como personas, que desconocen el valor que una asesoría de comunicación puede aportar a su modelo de negocio o persona y optan, muchas veces, por invertir la mayor parte de su presupuesto en acciones de publicidad o marketing. Una decisión, a veces desatinada, porque va más orientada a conseguir ventas que a posicionar la marca y generar una reputación corporativa. 

Al momento de tomar la decisión de buscar un asesor, que los acompañe estratégicamente en la consecución de sus objetivos comunicacionales, deben tener muy claro que no es un empleado, pero es parte de la empresa. Deben trabajar de la mano pues son los responsables, junto a quienes la componen, de la imagen y reputación de la marca y eso les obliga a estar al tanto de todo lo que pueda afectar al negocio. 

La comunicación con el asesor debe ser fluida y constante, y cualquier cambio en la organización debe ser comentado y estudiado para no crear confusión entre clientes, proveedores y trabajadores. 

Cada persona y cada empresa tienen unas necesidades diferentes dependiendo del sector en el que se mueva, lo mismo que su tamaño, ciclo de vida y de los objetivos que se haya marcado. 

Por esta razón, al elegir a su asesor de comunicación, tenga pendiente las siguientes cualidades, tanto o igual que el expertice técnico: 

1.  Debe tener pasión por la profesión. Sin esa pasión es muy difícil superar determinadas situaciones que se presentan en esta profesión, en que muchas veces nuestro trabajo es cuestionado por personas que carecen de formación para ello.

2. Un ojo crítico que detecte lo que puede ser noticia. Un experto en comunicación es capaz de hacer las preguntas adecuadas para extraer datos que a simple vista no parecen relevantes, pero que redactados de una forma interesante pueden llegar a acaparar portadas.

3.  Creativo. En muchas ocasiones, una crisis de imagen puede salvarse con acciones originales que contrarrestan las críticas propagadas.

4. Capacidad organizativa y de liderazgo. No basta con diseñar una hoja de ruta, también hay que saber coordinar equipos, repartir tareas y dar las instrucciones necesarias para que el resto del equipo se sienta motivado y, a la vez, reconocido.

5.  Mente analítica. Para detectar qué ha funcionado y qué se debe modificar para lograr los resultados establecidos anteriormente. 

Es momento de que las marcas comiencen a concienciarse de que todo lo que hacen, a nivel interno y externo, afecta a su imagen, y lo mismo pasa con lo que no hacen. Por lo que hay que medir muy bien los pasos a dar y no centrarse únicamente en mejorar las relaciones con el cliente, ya que la comunicación también debe extenderse a nivel interno.