Margherita Capuzzo Paccagnella: Amor incondicional desde la Fundación Padre Daniele Hekic 

Según el Banco Mundial, entre 150 y 190 millones de personas se ven afectadas de discapacidades graves, mayormente en los países en desarrollo.

Mientras, la incidencia estimada a nivel mundial de “Síndrome de Down” es de 6.3 millones de personas, con una prevalencia de 1 cada 1,200 recién nacidos, de acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

En Republica Dominicana, a octubre de 2021, según un estudio de Naciones Unidas junto al Sistema Único de Beneficiario (SIUBEN), 140,980 personas registradas en dicho organismo, tienen al menos una discapacidad, y de esa cifra, un 92.4 % de ellos, entre las edades de 5 a 21 años, no asiste a la escuela.

De la misma forma, cada año, más de 4,000 niños nacen con Síndrome de Down en el país, según la Asociación Dominicana de Síndrome de Down.

Como se puede ver, son números importantes, pensando que estas son personas que requieren mucha ayuda, amor, cariño y, sobre todo, compañía.

Como todos sabemos, el espíritu de bondad y amor existe adentro de cada ser humano y, obviamente, en algunos es más profundo que en otros. Pero lo que está claro es que para ayudar se necesita algo más que recursos: vocación y amor por el prójimo.

Y eso es, específicamente, lo hace el enorme corazón de Margherita Capuzzo Paccagnella, con la Fundación “Hogar Padre Daniele Hekic”.

Ella, junto a su esposo, Claudio Paccagnella, y con el soporte del Restaurante IL Cappuccino, ha facilitado a unos niños (hoy casi adultos) un hogar, alimentos, medicamentos, especialistas, enfermeras y, sobre todo, amor y una familia.

“La Fundación cumple 20 años el próximo mes. Cuidamos niños con problemas físicos y, hasta mentales. Esto fue una cosa que yo nunca hubiese pensado, porque, en verdad, nunca me había ocupado de niños. Creo fue el Señor que me puso en este camino, cuando, haciendo voluntariado en Robert Reid Cabral, conocí a una monja maravillosa, Suor Concepción. Allá tenía niños abandonados, con muchos problemas, sin un lugar adonde ponerlos. Después de un par de años de voluntariado, ayudando con mi presencia y llevando comida o primeras necesidades, encontramos la manera de abrir esta Fundación, que se llama Hogar Padre Daniele. 

El Fraile Daniele era mi guía espiritual en Italia. El me dijo, 10 años antes, al yo transferirme aquí a República Dominicana, que “tenía que ir, porque había muchos niños que necesitaban ayuda”. Cuando me topé con esta realidad y vi estos niños que tenían esta terrible situación, decidí crear esta Fundación”, explica Margherita, entrevistada por la revista CONTACTO en el Hogar Padre Daniele, ubicado en Gazque. 

Capuzzo explica que, gracias a Dios, contó con el apoyo de Claudio, “porque mantener esta estructura no es fácil, ya que todos son niños especiales.

Inicialmente, eran 8 niños, sin familia, y los llevamos a una casa que nos prestaron nuestras amigas Binguene y Amaya Salazar.

En breve, llegaron 5 más, la ultima fue ‘la estrella’ Emilia, una niña Down, de 8 meses… Hasta que la Doctora Yudelka, que es la encargada del Hogar, me dijo ‘usted no vuelve más al Robert Reid Cabral’… (Risas). Realmente no volví, pues tenía demasiados compromisos entre el trabajo en IL Cappuccino y estos niños. Ni sabíamos la edad de ellos, pasamos meses en la Plaza de la Salud, adonde recibimos muchas ayudas. Y todo fue saliendo bien”.

Margherita revela que, lamentablemente, en los primeros años, los tres chiquitos, con graves problemas, se fueron. “Gracias que el Señor se los llevó, porque la de ellos no era vida, pero, en su mínima existencia y sufrimiento, pudieron tener cariño y atención”.

De la misma forma, Capuzzo cuenta que el camino ha sido largo, ya que “de los 5 que solo tienen problemas físicos, ya uno, José, se graduó en Administración de Empresa, en UNIBE, Cum Laude. Otra, Rosa, que desde chiquita decía de querer ser juez, para proteger los niños especiales, se ha graduada en PUCMM en derecho. Ya trabaja en la Oficina de transparencia del Gobierno. Mientras, Roberto también está en la Universidad PUCMM, en la carrera de Contabilidad. Asimismo, Carlo Ernesto tiene su trabajo en la oficina de Il Cappuccino y lo lleva perfectamente. Y terminando está Emilia, la ex niña, que manda a todo el mundo y tiene una felicidad contagiosa. 

Esto demuestra, una vez más, que en la vida todos necesitamos y tenemos derecho a ‘un buen chance’ para poder llegar lejo”.

Margherita, cuénteme, en el 2001, cuando usted va adonde Claudio con la idea de crear una Fundación, ¿qué le dijo?

“Yo digo que el Señor te ayuda… Tenía que iniciar esta Fundación con otra persona italiana, amiga mía, que me iba ayudar… Mantener esta Ópera cuesta mucho. Solo de farmacia se gastan alrededor de 60.000,00 pesos mensuales. Lamentablemente, estas personas ‘amigas’ desaparecieron, y yo no sabía cómo decirle a Claudio, honestamente hablando… Pero él, sencillamente, me dijo: ‘Mira, Il Cappuccino nos mantiene a nosotros y va a mantener a estos niños también’. Creo fue el Señor que habló por él, ¡porque esperaba dijera: ‘Voy a agarrar a Margherita y a matarla!’ (Risas)”. 

Quiero decir que Claudio siempre me apoyó en esto, físicamente y con Il Cappuccino. Podía faltarnos dinero a nosotros, pero a mis chicos los llevamos a los mejores médicos, hasta en Italia, principalmente a Rosa, Roberto y José… Creo que de verdad fue obra del Señor”.

¿Como han ido evolucionando estos niños?

“Imagínese!… ¡Cuando salíamos, todo era con 5 sillas de rueda! Pero hoy todos caminan…  Menos los 5 que tienen graves discapacidades físicas y mentales, como Estefany, Moisés, Sandy, Luis y Luisa”.

Su familia en Italia, cuando supieron lo que estaba haciendo acá, ¿qué le dijeron? 

“Que estaba loca… mi mamá y mi hermana lo dijeron de un principio. Pero, luego, me ayudaron, sea con dinero, sea con las operaciones y las curas que necesitaron Rosa, Roberto y José cuando los llevamos, a turno, en Italia”.

¿Qué mensaje usted le enviaría a las personas o instituciones que tratan de ayudar niños con problemas?

“Que el mundo no es tan malo como se pinta. Lamentablemente, los periódicos y la televisión hablan solo de las cosas malas, son lo que hacen las ‘audiences’.

Estos son problemas inevitables, hay que organizarse para enfrentarlos y prevenirlos. Mucha gente podría aportar, pero no sabe cómo hacerlo…  Seguramente al Gobierno le toca la fase principal, con programas claros y profesionales, con menos burocracia. Adoptar un niño es más difícil que robar en un banco, por todos los problemas que crean la instituciones. Hay que sincerarse que vayan a buenas manos, pero hay que actuar rápidos eficientes. ¡Cada día que pasa, el muchacho sufre en un orfanato y le quitamos el amor y cuidado que necesita… ¿en nombre de qué?! ¿De verdad se puede pensar que una familia adopta un niño para maltratarlo o no quererlo?  ¡Hay que ser lógicos, pero la burocracia no lo es!

Suerte que la ‘Iniciativa Privada’ se mueve. Hoy tenemos varios orfanatos y hogares, como por ejemplo, la Escuela y la Fundación “Quiéreme como soy”, que se ocupa del Síndrome de Down. Mucho hay que hacer, pero vamos paso a paso…

Son situaciones y realidades difíciles, hasta cuando no se conocen de cerca, y nos damos cuenta que, con buena voluntad, podemos llevar nuestro granito de arena que nos hace dormir un ‘chin’ más tranquilos”. 

 

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