Peter Drucker y John Maxwuel en sus claves para el éxito ejecutivo

Para que un Ejecutivo pueda lograr verdadero liderazgo y éxito en la esfera empresarial, corporativa o comercial no hay disponible la aplicación de una  fórmula única, pero sí un amplio repertorio de enjundiosas e inteligentes recomendaciones realizadas por filósofos de la administración y la alta gerencia.

El ejecutivo no alcanza tal denominación por ocupar un cargo o simplemente porque dirige las líneas maestras desde la estructura más alta de una organización, sino por la forma en que ejerce su liderazgo e influye en el pensamiento y acción provechosa y positiva para el crecimiento y rentabilidad en escenarios de competencia presentes y futuros.

Esto significa, como ha apuntado Peter Drucker, el gurú de la gerencia y la administración que escribió más de 35 libros y tratados sobre el tema, que el Ejecutivo debe ser previsor e impulsar fórmulas innovadoras en los momentos en que la organización está en su mejor nivel, pues la falla de muchas entidades es que en esos momentos de gloria se ufanan con autocomplacencias y se “duermen en sus laurales”, lo que aprovecha la competencia para ganar terreno.

Son innumerables los casos en que grandes organizaciones han perdido liderazgo por este descuido y hasta colapsado después de altos estándares de posicionamiento en el mercado, porque la competencia ha tenido la capacidad de anticiparse a los cambios que se proyectaban y que  ya mostraban algunas señales susceptibles de ser captadas y aprovechadas.

John C. Maxwell, otro mega-gurú que ha escrito más de 50 libros con consejos sobre el liderazgo gerencial, ha advertido sin embargo que lo más importante es lograr las “habilidades relacionales”, o sea la capacidad de inspirar e influir sobre un equipo de trabajo, a fin de que participe de forma entusiasta y creativa para alcanzar grandes metas y que se sienta parte integral de ellas.

Tan importante como eso es la reputación que con sus ejecutorias y comportamiento pueda demostrar el Ejecutivo y en ese sentido, Maxwell señala que “ninguna cantidad de títulos, grados, oficios, designaciones, premios, licencias u otra credencial puede sustituir la integridad básica cuando hablamos de poder influir en otros”.

Por su parte, Drucker postulaba que tan importante como el liderazgo era la gestión, que definía como la capacidad de “hacer las cosas bien”, articulando planes y acciones para la que la planificación a largo plazo no se ocupara “de las decisiones futuras sino del futuro con las decisiones actuales”.

Asimismo, en sus múltiples charlas, conferencias y también en su legado bibliográfico, sostenía que “hacer lo correcto es más importante que hacer las cosas bien”, con lo cual subrayaba la gran importancia que asignaba a un ejercicio empresarial que observara normas éticas, aunque reconocía que el fin principal de toda actividad empresarial o comercial es el lucro; en otras palabras, que la operación produzca beneficios y sea sustentable en el tiempo.

En alusión a la esencia del auténtico Ejecutivo y líder, que no debe limitarse al deleite de un vanidoso orgullo por su posición, sino basar su gestión en esfuerzos, trabajo arduo y aportes novedosos para la perdurabilidad de la organización, Maxwell dice que si de verdad se está en una etapa de crecimiento real y medible, “siempre vamos a estar fuera de nuestra zona de confort”.

La clave de estos útiles consejos y enseñanzas es la aplicación diaria y a largo plazo sobre el terreno, permeando a todos los actores de una mística de trabajo con claros y precisos objetivos y siempre tomando en cuenta las características de cada firma, aspecto básico que el Ejecutivo corporativo no puede ignorar o menospreciar.