En el marco del Día Internacional de la Mujer, es de justicia recordar y rendir tributo a Pía Rodríguez, pionera en el periodismo que, con su ejemplo y trayectoria, sentó las bases para que las féminas dominicanas se animaran a incursionar en la profesión, en una época en que era un oficio virtualmente solo de hombres.
Además de haber hecho historia en el periodismo impreso y radiofónico, se distinguió siempre por su dinamismo y eficiencia, en una época en que la profesión se ejercía con recursos muy limitados y casi de forma manual o artesanal.
Un bolígrafo, y una pequeña libreta con la que tomaba sus notas, eran en su época los únicos instrumentos de trabajo, ya que la efectividad de su labor estaba determinada por la agudeza de reportera, que no escatimaba esfuerzos para buscar las informaciones que debía servir al público.
Por disciplina en el esquema de organización, y jerarquía, requería sus asignaciones y se ceñía estrictamente a ellas, pero siempre traía más informaciones de las que se podía prever por la agenda, y no recuerdo el día en que llegó a la redacción con las manos vacías, ante la caída de uno o más servicios en las fuentes que cubría regularmente.
Dueña de una prosa periodística clara, ágil y bien estructurada, redactaba con una rapidez asombrosa cuando llegaba a la redacción de la emisora estatal, que entonces se llamaba Radiotelevisión Dominicana. Con un noticiero en el aire, que en la cabina de la primera planta comenzaba al mediodía con dos voces, y no siempre con un volumen apreciable de informaciones, la llegada de Pía era la salvación de esa emisión noticiosa, y un respiro para todo el equipo, incluidos los locutores que, por momentos, estaban inquietos cuando veían que se les acababan los textos noticiosos.
En efecto, su llegada aseguraba que, a partir de ese momento, el flujo de cuartillas informativas se aceleraría notablemente, y quien lo celebraba con mayor satisfacción era Isidro, el mensajero que tenía la misión se bajar las noticias desde la tercera planta de la emisora a la cabina, situada en el primer nivel en la calle doctor Tejada Florentino.
La presión, y la premura, no impedían que Pía redactara con rapidez y de una forma paradigmática para cualquier clase de redacción en periodismo radiofónico. Párrafos cortos, de apenas tres líneas, sin palabras de más ni de menos, presentadas de forma llana y directa, sin términos rebuscados que pudieran dificultar la comprensión de los oyentes. En cada noticia, un ángulo bien seleccionado para la entrada, y los subsiguientes párrafos, hilvanados de tal suerte que seguían una secuencia coherente y fluida.
Otra notable característica de Pía, que no era usual en una época en que no había computadoras, sólo máquinas de escribir mecánicas, era su redacción limpia, prácticamente sin tachaduras, lo que facilitaba una mayor seguridad en la lectura a los locutores noticiosos.
A su gran destreza en el teclado, se unía la claridad y precisión con la que pensaba y escribía sus informaciones, proceso que comenzaba a concebir desde los mismos lugares de cobertura y en el trayecto hacia la emisora. Su llegada a la hora agitada en que comenzaba el noticiero, se advertía desde que salía del ascensor en la tercera planta de Radiotelevisión Dominicana. Su taconeo rítmico y fuerte, como su personalidad, se sentían con un tono inconfundible en el corto trayecto del pasillo que daba al departamento de prensa.
A lo largo de su dilatada trayectoria periodística, a Pía la distinguieron con merecidos reconocimientos que nunca buscó, pero que recibió siempre con satisfacción y humildad, sin dejarse envanecer porque estaba muy consciente de las cambiantes circunstancias de la vida.
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