Siempre se ha dicho en la jerga popular que cada aspecto de la vida, por más especializado de que se trate, logra una valoración y, en consecuencia, una determinada postura, de acuerdo al cristal a través del cual se mire, o sea, los elementos y variables que se tomen en cuenta en tal apreciación.
La gente común de la población, y de manera particular los consumidores, le toman el pulso a la economía nacional y a las finanzas, tomando como base su presupuesto y nivel de gastos, enfocados, principalmente, al renglón de productos esenciales, como los que conforman la canasta básica.
En cambio, los economistas y los analistas del sistema financiero, hacen un estudio más exhaustivo y también, junto a los políticos, tienden a ponderar otros elementos que la gente, a veces en su angosta visión particular, no se detienen a observar con el debido detenimiento.
La queja de la población es válida, y merece ser siempre oída, pero no en la búsqueda de un consuelo o conformidad, y por eso, de vez en cuando, hay que echar una mirada a la situación en otras naciones del hemisferio para apreciar, en su justa medida, el auge alcanzado por la economía dominicana, y lo que se necesita hacer para evitar caer en el descalabro en que se han sumido otros países.
Si no hacemos ese ejercicio nos privaríamos de sacar conclusiones aleccionadoras, y formular medidas preventivas para evitar, por ejemplo, la debacle en que se sumió la economía de Argentina, luego de haber sido una de las más sólidas y ejemplares del continente y del mundo, y que el presidente Milei trata de rescatar con un programa, cuyas bondades, aún no alcanzan a entender y, mucho menos, aprobar el ahora empobrecido pueblo argentino.
En ese sentido, es pertinente destacar la estabilidad del sistema financiero nacional, y la gestión de las políticas macroprudenciales como elementos que, en una perspectiva futura, continuarán incidiendo positivamente en la estabilidad macroeconómica de la economía dominicana, afirmando su atractivo para los flujos de inversión extranjera y para el desarrollo financiero doméstico, tal como señala un análisis del departamento internacional del Banco Central.
Esas cifras, junto a otros elementos, como el manejo inteligente y oportuno de la política monetaria, son factores claves para mantener la estabilidad económica y la paz social de que disfruta el país, condiciones determinantes para un clima propicio a la inversión extranjera.
De ahí, la significación e importancia de que, al cierre de mayo de 2024, los activos del sistema financiero totalizaron RD$3,645,637 millones, para un crecimiento de RD$544 mil millones con respecto a mayo de 2023, representando una tasa de expansión de 17.5%. De acuerdo al Banco Central, este crecimiento, tomado por sus valores absolutos, representa el mayor incremento interanual desde mayo de 2020.
De acuerdo a esa visión, el objetivo debe dirigirse a profundizar el impacto social positivo de la actividad bancaria, tanto en la reducción de la pobreza como en la mitigación y adaptación de los riesgos climáticos.
En consecuencia, igual atención debería asignarse al fortalecimiento y asimilación gradual de normativas que permitan al sistema financiero continuar transitando hacia una mayor resiliencia, y coadyuvando al cumplimiento de los objetivos de solvencia, liquidez y gestión que consagra la Ley Monetaria y Financiera No. 183-02, del 21 de noviembre de 2002.
Forma de pago: transferencia o depósito en el banco BHD León a la cuenta 27190380011