Thais Herrera: Sin miedo a las alturas

Ser montañista “se dice fácil”, pero la realidad es que, detrás de ese “título”, hay muchas horas de preparación, de entrenamiento y preparación psicológica. 

Thais Herrera es ese tipo de personas, que persigue sus sueños sin detenerse, y al cumplirlo, tiene por delante una nueva meta que alcanzar.

Ha escalado cinco de las siete cumbres más altas de cada continente: Aconcagua, ubicada en Argentina; El Elbrús, la montaña más alta de Rusia; Denali, en Alaska; y la montaña Kilimanjaro, la más alta de África.

Recientemente, estuvo en la Antártida, en el Polo Sur, donde participó en dos expediciones, exponiéndose a temperaturas extremas: en el Polo Sur, con temperaturas entre -20 y -30 ºC, y el Macizo Vinson, una montaña en la Antártida, con temperaturas entre -20 y -35 ºC, con sensaciones térmicas de hasta -45 ºC.

Este año, se está preparando para escalar el Monte Everest, en abril. Una meta que, sin lugar a dudas, va a lograr, asegura Thais Herrera, entrevistada por revista CONTACTO.

Thais, ¿cómo nace tu amor por el montañismo?

“Desde niña he tenido mucho contacto con la naturaleza. A los 35 años, en el 2012, regreso al Pico Duarte, y algo dentro de mí reconectó con un amor perdido”.

¿Cuál fue tu primera expedición y qué te llevó a realizarla?

“Mi primera montaña fue en el 2015, Mt. Rainier, en Estados Unidos. Me motivó que, luego de empezar a subir al Pico Duarte de forma regular como voluntaria de la Fundación Siempre Más, que llevaba a jóvenes de liceos de distintos lugares del país, en un programa medioambiental, diferentes montañistas experimentados que apoyaban el proyecto, me decían que ‘yo parecía tener madera de montañista’, así que fui y trate”.

¿Con qué tiempo te preparas para una expedición?

“Generalmente, entreno de forma muy continua, y unas 20 semanas, previo a la expedición, hago entrenamientos específicos para la expedición que corresponda”.

¿Qué conlleva tu preparación, tanto física, emocional, como económica?

“En la parte física, entreno unas cinco veces a la semana fortalecimiento, acompañado de 3-4 secciones de cardiovascular (bici o corrida), y 1-2 secciones de entrenamiento específico, como subir montañas o halar trineo, dependiendo de lo que corresponda. 

Para la preparación psicológica, trabajo diferentes ejercicios, hago meditación, lectura de preparación, y me asesoro de personas que lo han realizado previamente.

Económicamente, me paso el año buscando empresas que quieran colaborar a cambio de un paquete, que incluye conferencias y otros beneficios. Actualmente, cinco empresas me apoyan”.

¿Quiénes te acompañan en estas expediciones?

“Eso ha variado, dependiendo de cuál sea, han ido amigos dominicanos, ecuatorianos, me he ido sola, y hasta con mi hijo mayor, Yamil”.

Has escalado cinco de las siete cumbres más altas de cada continente: La Aconcagua, ubicada en Argentina; El Elbrús, la montaña más alta de Rusia; Denali, en Alaska, y la montaña Kilimanjaro, la más alta de África. Recientemente, en la Antártida, en el Polo Sur. Cuando miras hacia atrás, ¿qué aprendizajes has sacado de estas expediciones?

“En cada montaña aprendo algo nuevo, pero mis mayores aprendizajes diría que son:

μ Valorar el momento presente

μ Disfrutar siempre el trayecto

μ Enfocarte en el objetivo

μ Dedica tiempo a conocer a las personas

μ Cuídate siempre primero tú, y luego a los demás

μ Siempre sirve en lo que puedas

μ Pregúntate a menudo: ¿estás siendo exitoso o estás meramente sobreviviendo? Si es sobreviviendo, actúa”.

Tu más reciente aventura fue en la Antártida, ¿a qué temperatura te enfrentaste?

“En Antártica participé en dos expediciones:

Polo Sur: entre -20 y -30 C

Vinson: entre -20 y -35 C, con sensaciones térmicas de hasta -45C”.

Llegaste esquiando al Polo Sur, ¿cómo fue esa travesía? ¿Qué tiempo esquiaste?

“Partimos volando desde Union Glacier hasta el grado 89 de latitud sur… A partir de ahí, esquiamos hasta el grado 90, unos 111km., en ocho días, de aproximadamente 8 horas”. 

Subiste a la cumbre Vinson, la montaña más alta de la Antártida. ¿Qué sentiste al llegar allí?

“Fue un momento muy emotivo, ya que era mi cumpleaños, y mis hijos me habían mandado unos hermosos mensajes.

Me sentí muy conectada con la vida, humilde y feliz”.

¿Qué sientes cuando llegas a una cumbre y pones la bandera dominicana?

“Es indescriptible. El corazón se llena de orgullo, siento que cada dominicano va conmigo. Se me pone la piel de gallina, y no es por el frío… (Risas)”.

¿Cómo te sientes de saber que eres inspiración para las personas que siguen tus travesías?

“Desde la humildad he aprendido a aceptar las felicitaciones y mensajes. Soy una persona muy normal, con los mismos retos que muchos tenemos, tratando de vivir lo más apegada posible a los valores que tengo. Siempre he entendido que mi propósito en la vida es servir, y si lo que hago sirve para que alguien pueda perseguir y alcanzar sus sueños, mis montañas y retos ganan más sentido”.

¿Cuál es tu próximo reto?

“Me encuentro entrenando y reclutando empresas colaboradoras para escalar el Everest, en abril de 2024”. 

¿Qué dicen tus hijos al verte hacer estas expediciones?

“Mis hijos me apoyan en todos mis sueños. Me desean suerte. Me dicen que los inspiro, y que se sienten orgullosos de mí. Eso es un genial regalo”.

¿Qué mensajes le envías a las mujeres que a veces dudan antes de ir detrás de sus sueños?

“Que no paren de soñar, que la vida es ahora, que salgan sin detenerse a encontrar su montaña”.