“La vida solo puede ser comprendida mirando hacia atrás, pero ha de ser vivida mirando hacia delante”, Seren Kierkgaard, filósofo danés, considerado el padre del existencialismo. En un mundo donde el particularismo y el hedonismo atentan contra el portentoso sentimiento de solidaridad humana, que en términos colectivos ha hecho grande históricamente a pueblos y naciones, se hace necesario la amplia difusión de obras que inviten a la serena y provechosa meditación, y que fomenten buenos ejemplos a seguir.
Esa ejemplaridad, tal como la define el filósofo Ortega y Gasset: “la excelencia, la superioridad de cierto individuo que produce en otros, automáticamente, una atracción, un impulso de adhesión y secuacidad”, tiene que ser lograda con personajes auténticos, no actores representando papeles de aparente o supuesta ejemplaridad.
En 90 minutos que discurren en el auditorio entre lágrimas, pero no de dolor ni de pena, y sí de emoción, además de una plena y entusiasta adhesión en la que no faltan los aplausos, el documental Orgullo de Quisqueya logra de forma magistral despertar ese inmediato sentimiento de ejemplaridad de que nos habla el gran pensador español.
Ese carácter genuino y verdadero, sin lo cual la ejemplaridad hubiera resultado ficticia, fue logrado por los productores Jessica Hasbún y Kelvin Liria, y tiene un doble y fino mérito de contenido editorial: primero, por una acertada selección de personajes y, segundo, porque son los protagonistas sin necesidad de una narrativa paralela, los que con sus conmovedoras historias de retos y éxitos, le dan contenido pensante y medular, además de la bien lograda ilación y contexto que le confiere significación y trascendencia al documental, dirigido por Tito Rodríguez.
Los personajes, escogidos por la forma que han logrado sobresalir y triunfar dentro y fuera del país, venciendo estremecedoras carencias y dificultades, no han tenido que seguir un guión pretrasado, sino simplemente narrar y describir con manifiesta y vivaz espontaneidad sus diferentes dramas personales.
Sus historias impactan y son verdaderamente ejemplos que motivan, porque en ningún caso sucumbieron frente a tragedias familiares e increíbles situaciones de infortunio, sino que fueron precisamente esos desafíos y obstáculos los motores impulsores del triunfo que llegaron a obtener en diferentes facetas.
Cada uno tiene historias diferentes en tiempo y espacio, y en el contrapunto entre la desolación y el triunfo alcanzado, a través de distintos medios y formas, hay un denominador común: una férrea voluntad que no se deja doblegar o abatir por una actitud quejumbrosa, otro de los muchos elementos de ejemplaridad que ofrece este documental.
Como si hubieran leído, aquilatado e interiorizado lo que aconseja Seren Kierkgaard, sobre la forma de asumir la vida en su esencia y enfoque más dilatado y existencial, los protagonistas de este documental comprendieron la vida y la narran en retrospectiva, pero dándole dimensión hacia delante en su valor esencial.
Aunque la importancia y significación de este documental tuvo su despunte en gala premier, y en siguientes presentaciones en cines, no debe limitarse a ese ámbito, sino tener una proyección mayor presentándose en escuelas y colegios para crear conciencia en las nuevas y futuras generaciones sobre la necesidad de fomentar los valores y principios fundamentales, sin los cuales una sociedad pierde su esencia, envuelta solo en el tráfago y las urgencias cotidianas con poco espacio para la solidaridad y la convivencia armónica.
Forma de pago: transferencia o depósito en el banco BHD León a la cuenta 27190380011